El sábado no podía escribir mi columna de IDEAL sobre otra persona… Y es que no tardaban en hacerse virales las intervenciones en el Parlamento de Andalucía de José Luis Serrano, cuando hablaba sobre el desafío secesionista catalán y recordaba su ya famoso “como la que más”, referido a Andalucía. No una más, si no como la que más.
¡Cómo disfrutaba yo, leyendo decenas de comentarios en las redes sociales en los que, personas de ideologías, credos y pensamientos radicalmente diferentes, alababan el fluido verbo y el encendido discurso de José Luis, expresado con esa vehemencia suya desde la tribuna de nuestro Parlamento autonómico! Un discurso que venía revestido por la fuerza, la solvencia, la preparación y la integridad intelectual y moral de su autor.
El compromiso político de José Luis y su paso adelante con Podemos fue el colofón a una vida intensa, rica y polifacética que ha tenido un denominador común: su pasión por Andalucía. Pocas personas habían atesorado tanta información sobre nuestra tierra como José Luis. Información histórica, por supuesto. Historia con mayúsculas, seria y rigurosa, fundamentada en investigaciones científicas y en horas y horas de estudio y documentación. Y está la mitología, por supuesto. Pero siempre bien diferenciadas la una de la otra. Por eso, en novelas como “Zawi” o “La Alhambra de Salomón”, José Luis Serrano encastraba a la perfección a sus personajes en el momento histórico preciso.
Y luego estaba la sólida formación jurídica del catedrático de Derecho que, cuando hablaba del Estatuto de Autonomía y del proceso constituyente andaluz, cerraba bocas y hacía enmudecer a todo aquel que, armado con un pobre argumentario y los manidos tópicos de siempre, se quedaba tiritando frente a la contundente sabiduría de Serrano.
Paradójicamente, fue en Gijón donde se estrechó mi relación con José Luis, en esa Semana Negra en la que presentamos su serie Noir protagonizada por Amparo Larios. Tanto cariño le tengo al personaje que no hacía más que insistirle a Serrano en que tenía que recuperarlo, que la Crisis española estaba pidiendo a voces ser reflejada en la novela negra. Y que tenía que ser él quien nos la contara, de la mano de Amparo y sus colaboradores.
Ya no va a poder ser. El cáncer se lo ha llevado. Como hace unos meses se llevó a Manolo Villar, otro proteico ser humano. Por fortuna, nos quedan sus libros, sus artículos y sus discursos. Y, sobre todo, el recuerdo y la admiración por una persona valiente, luchadora, lúcida y comprometida como el que más.
Buen viaje.
Jesús Lens