Hoy me han llamado raro. Otra vez.
Con todo cariño, para todos los raros del mundo,
Una nueva perla de sabiduría proveniente de Boston Legal.
A ver si os gusta más que la de la risa…
El caso que había llevado Alan Shore atañía a una niña brillante, gran estudiante y mejor dibujante, que, por un accidente, no podía sonreír, en el sentido físico de la expresión.
Por ese defecto orgánico, no la querían aceptar en un colegio muy exclusivo, dado que la consideraban «anormal».
Cuando termina el caso, Alan Shore habla con ella:
- – ¿Has oído hablar de un filósofo griego llamado Epícteto?
- – No.
- – Era un hombre gracioso. Tenía una cierta alegría en el vivir. Epícteto comparaba a la gente normal con los hilos blancos de una toga: indistinguibles. Él quería ser el hilo púrpura de la toga, esa parte brillante que hace que todo lo demás parezca elegante y hermoso.
¿Por qué – se preguntaba Epícteto- me pedís que sea como la mayoría? Si lo hago, ¿cómo puedo seguir siendo púrpura?
La niña responde:
- – A veces, ser púrpura duele un poco.
Alan sólo se lleva las manos a su regazo y, cruzando una pierna sobre otra, concluye, mirando al vacío:
- – Sí.
Y la cámara se aleja.
FIN