La jueza Alaya ha revolucionado el habla y la forma de expresión en Andalucía, hasta el punto de estar contribuyendo de forma decidida a la transformación de determinados dichos de la sabiduría popular.
Por ejemplo, y para gran alivio de la ONCE, ya no se utiliza la tan célebre como cruel expresión “Parece que le haya mirado un tuerto”, a la hora de referirse a la pertinaz mala suerte que persigue a ciertas personas. Ahora, si te mira la Jueza Alaya, parece que el mal de ojo te acompañará con más saña que si hubieras roto tres espejos ante la atenta vigilancia de una familia de gatos negros zahínos.
Igualmente, el mundo del espagueti western ha acuñado la expresión “Donde pone el ojo, pone el Auto (de inculpación)”. Además, el término “fianza” en su doble acepción de “con” o “sin”, empieza a ser tan habitual como el pedir cerveza en la barra del bar a la hora de hablar sobre las ya míticas resoluciones alayescas.
Y no por casualidad, Iker Jiménez y otros reputados científicos andan investigando la conexión entre la jueza Alaya, los EREs y la misteriosa desaparición del avión malayo-vietnamita, del que sigue sin haber pista alguna.
Es posible, en fin, que Putin solicite la jurisdicción de la jueza para dirimir el conflicto sobre Crimea, entre rusos y ucranianos.
Y es que, como Andalucía, Jueza Alaya solo hay una.
¡Quién lo diría!
Jesús Lens