Como buen aficionado al Noir, no creo en la casualidad. Soy mucho más de causalidades. Y el hecho de que estos días se agolpen en las páginas del periódico hasta tres plagas que afectan a diferentes especies arbóreas resulta tan significativo como aterrador.
Por un lado, están muriendo los pinos de Baza. Por otro, la cochinilla del carmín tiene en jaque a las famosas chumberas del Sacromonte, que lucen cubiertas de una capa blanca que termina por secar a la planta y matarla.
Y tenemos al llamado ébola del olivar, causando estragos en un árbol que es piedra angular de nuestra economía. Si a ello le añadimos el picudo rojo que, en la Costa, se ha cebado con los palmerales, nos encontramos con un panorama absolutamente desolador.
Diferentes Consejerías de la Junta de Andalucía, comenzando por la de Medio Ambiente y siguiendo por la de Agricultura, están en alerta roja por unas plagas que amenazan tanto a nuestro ecosistema básico como a uno de los pilares de la agroindustria granadina.
Leyendo las informaciones sobre cada una de estas plagas, encuentro referencias a las peticiones de ayuda para paliar el desastre y a las inyecciones de dinero público para tratar de combatirlas, desde un punto de vista técnico y específico.
Sin embargo, a mí me gustaría poner el acento en dos cuestiones. La primera, el origen de estas plagas, de estas enfermedades arboricidas. Orígenes que tienen mucho que ver con la globalización, de forma que endemismos americanos como la “xylella fastidiosa” saltan a Europa y acaban con miles de olivos y, también, con otras especies como las vides, los cítricos, los almendros y los cerezos.
Pero, ¿y si hubiera algo más, en todo este asunto, que una naturaleza desbocada? Y aquí es donde vuelve a salir mi yo más noir y conspiranocico: lean ESTE documento llamado “Preparación y respuesta frente al agroterrorismo”, de Alberto Cique Moya, publicado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos en mayo de este año. Búsquelo y léanlo despacio y con atención. Créanme: pocas novelas negras hay ahora mismo en las librerías más adictivas que dicho documento.
Y el segundo aspecto importante que quería resaltar: ¿por qué les prestamos tan poca atención a estas plagas? Al público en general, me refiero. Que parece como si la muerte de cientos de miles de árboles fuera algo ajeno a nosotros…
Jesús Lens