Disiento de la máxima de que el periódico de hoy solo sirve para envolver el pescado (o los churros) de mañana. Por ejemplo, a un adicto a los recortes de prensa como yo, una página del IDEAL del pasado martes le ha salvado la vida.
Y es que dentro de tres semanas tengo uno de los exámenes más exigentes de mi carrera negro-criminal. Porque estoy invitado a participar en el festival Bruma Negra. Y los organizadores me han convocado en el Café Residence de Bilbao con Manu Iturregui, descrito en el programa como Bartender criminal. El objetivo: degustar, comentar y hablar sobre el Gimlet de “El largo adiós” y el Bronx de “El hombre delgado”.
Y ahí me han pillado: si bien es cierto que, en su momento, le dediqué todo un libro a los cafés, bares y garitos más famosos de la historia del cine, lo cierto es que en cuestión de cócteles estoy bastante pegado.
Menos mal que he encontrado la brillante página de IDEAL que Cristina González dedicó hace unos días a la Asociación de Bartenders y Baristas de Granada.
Sí. Es cierto. Podría bucear por internet y documentarme sobre el Gimlet y el Bronx, aprenderme sus historias y encontrar algunas anécdotas sobre ellos. Y lo haré, claro que sí. También volveré a leer a Chandler y a Hammett, para ponerme en situación. Pero convendrán conmigo en que, para hacer las cosas como Dios manda, un día de estos debo acodarme en alguna buena barra granadina y degustar los mencionados cócteles. Que aprenderse la teoría está muy bien, pero beberse práctica está mucho mejor.
¿Qué garito y a qué Bartender elegir? Porque, como bien señala el artículo, “Bartender no es solo el profesional que hace cócteles, es el que atiende una barra en toda su extensión”. Ahora mismo, esa es la cuestión. Que un buen Bartender, además de ser habilidoso conocedor de las mejores mezclas, debe ser un extraordinario psicólogo. Por ejemplo, para aguantar estoicamente el interrogatorio de un neófito sobre las bondades de la coctelería y la historia de algunos combinados. Como el Gimlet o el Bronx, por ejemplo.
Ya ven ustedes, la cultura, los sacrificios que nos obliga a hacer y las aventuras a las que termina conduciéndonos. Que una velada, en una buena barra, se sabe cómo empieza, pero nunca cómo termina…
Jesús Lens