Ocho apellidos vascos

¿Qué decir de una película que ya ha visto todo el mundo (o casi) y que ha generado decenas de artículos y reportajes de todo tipo y pelaje?

 Ocho apellidos vascos

Vaya por delante que me alegro infinitamente del éxito de la película de Martínez Lázaro. Está claro que, en ocasiones, el cine español conecta con el gusto del público y arrasa. Lo curioso es que, cuando “Los Otros” y “Lo imposible” batieron récords de taquilla, los analistas fílmico-sociológicos sostenían que su éxito se debió a que eran grandes producciones internacionales que se alejaban del concepto de “españolada”, habitualmente utilizado por los denigradores habituales del cine patrio.

Después, cuando las entregas bi o trianuales de Torrente se lo llevan crudo en la cartelera, los análisis hablan, también, de “fenómeno sociológico” para explicar su éxito. En este caso, la caspa es la culpable.

De “Ocho apellidos vascos” se destaca que, por fin, el espectador se puede reír libremente y a mandíbula batiente del nacionalismo vasco y todo lo que le rodea, tema tabú hasta hace muy poco tiempo. Y sí. Bueno. Es verdad que hay chistes sobre el particular, pero como pasa con los chistes, unos son buenos, otros son regulares y los hay más malos que la fiebre.

 Ocho apellidos vascos reparto

También se destaca el monologuismo del protagonista, Dani Rovira. Una máquina del humor. Y de los chistes. Pero a mí, sinceramente, los que me hacen gracia, pero gracia de verdad; son los dos andaluces, los compadres sevillanos, Alfonso Sánchez y Alberto López, los inefables “Cabeza” y “Culebra”, apóstoles del enterismo y actores de sevillanas maneras. Estos tíos son unos cracks y hay que esperar que la segunda parte de la estupenda y divertidísima “El mundo es nuestro” sea un megahit en taquilla.

 Ocho apellidos vascos andaluces

Y luego está Karra Elejalde, que es uno de esos actores que ya son un género en sí mismos. Actores de la estirpe de Fernán Gómez, Luis Ciges, Agustín González o, ahora, Juan Diego; cada uno en su estilo. Karra es una bestia que, con su presencia, llena la pantalla por completo y, a veces, hasta la desborda. Sin duda, “Ocho apellidos vascos”, sin Elejalde, no habría podido ser.

 Ocho apellidos vascos elejalde

Pero, ¿por qué se está hablando tan poco del mérito del director, Martínez Lázaro? Un veterano autor con una solidísima carrera a sus espaldas que ha filmado una comedia romántica de libro que poco o nada tiene que ver con esa “Bienvenidos al Norte”, emparentada con “Ocho apellidos vascos” por algunos publicistas y/o analistas, locos por hacer conexiones bastante forzadas e improbables.

Y podrás pensar: “este tío está soslayando la cuestión de si le ha gustado la película o no”. Y no. No la estoy soslayando. Más allá de que yo también me descojonaba con algunos de los sketches de “Vaya semanita”, pensaba que la película iba a ser una sucesión de chistes encadenados, con toda la platea unida en una carcajada continua. Y no ha sido así. Carcajadas, carcajadas… pongamos que entre diez y quince. Lo que no está mal, ¿no? Y la parte romántica, pues eso. Tontorrona. Simpática. Agradable y agradecida.

 Ocho apellidos vascos director

Todo lo cual no explica el asombroso fenómeno desatado por la cinta, pero será precisamente por eso que es un fenómeno.

 Ocho apellidos vascos machi

La pregunta, ahora, es quiénes interpretarán la versión catalana de “Ocho apellidos vascos”. Y quién la dirigirá. Que Martínez Lázaro ya se ha borrado. Y, mientras, pues que sigan agotándose las entradas en todas las salas en las que se proyecta y que siga provocando conversaciones, recomendaciones, análisis y columnas en los periódicos: que una película española sea objeto de conversación generalizada, está muy bien.

Jesús Lens

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El mundo es nuestro

Se podrían aducir muchas razones por las que me gustaría que tú y tu gente fuerais al cine a ver “El mundo es nuestro”, de forma que la película se convirtiera en un éxito de taquilla absolutamente abrasador, como el mes de junio felizmente terminado.

La primera: que es española. Y además, netamente andaluza.

La segunda: que mete el dedo en la llaga de la crisis. Y lo hace con saña, crueldad y mala leche.

La tercera: que es una sátira, en la estirpe del mejor cine satírico español. No me extraña que Alfonso Sánchez, el actor que interpreta al Cabesa, pero que también escribe, dirige y produce “El mundo es nuestro” sostenga que Azcona y Berlanga son dos de sus referentes.

La cuarta: que es la primera película “grande” producida a través del Crowdfunding, es decir, de la microfinanciación colectiva hecha por decenas de pequeños productores que contribuyen con lo que buenamente pueden y quieren para que el Cabesa y el Culebra hayan saltado del Youtube al cine con mayúsculas. ¡Pedazo de homenaje a los productores enteristas! Y atentos al curro que tiene su web, modélica.

La quinta: que en la película aparece un bar, “Serranito”, que entrará con derecho propio en la versión ampliada y corregida de nuestro “Café-Bar Cinema”. Un bar en que estuve con Pepe y Álvaro, dos de los Sospechosos Habituales, en nuestra escapada sevillana al festival Territorios Sur. Si uno tuviera que ponerle nombre al bar de tapas por antonomasia de Sevilla, ése sería “Los serranitos”. ¡A la vera de la foto de Curro Romero, que aparece en la película, estuvimos poniéndonos morados de pescado! Y es que siempre da gusto ver retratado en pantalla un buen bar, máxime, si hemos estado en él… y nos ha gustado. ¡Güeno, el serranito, con su pimientito!

La sexta: porque es una película. Y es que, el temor, la duda, la vasilasión; podrían venir de creer que “El mundo es nuestro” es una recopilación, actualización o estiramiento de los sketches del Cabesa y el Culebra que millones de personas hemos visto en Youtube. Y no. Aunque hay diálogos en la línea de las filosofadas de los dos compadres, la película tiene su guion, su planteamiento, nudo y desenlace.

La séptima: porque es una película… ¡premiada! Y justamente premiada, en el pasado Festival de Cine Español de Málaga. Dos Biznagas se llevó “El mundo es nuestro”. Y, quizá, fueron pocas.

La octava: porque es una película premiada… y de atracos. ¡Con lo que me gusta un buen atraco en el cine! ¿Recordáis “Tarde de perros”, con Al Pacino agitando a las masas? ¿Y el arranque de “Pulp Fiction”? Pues en esta película vais a encontrar mucho y bueno, en la misma línea.

La novena: por los secundarios. Porque a los actores principales, como al militar el valor, ya les presumíamos lo que eran capaces de dar. Pero los secundarios… ¡Ay! La parejita, el parado con mono de trabajo, los empleados de la sucursal bancaria, la inspectora de Burgos, el mafioso… como un compendio de lo mejor de “El Jueves” y de “La Rue 13 del percebe”, comprimido en hora y media de cine.

Pero la décima debería ser la única razón por la que recomiendo vivamente ir a ver “El mundo es nuestro”: porque es estupenda, porque está filmada con pasión y amor por el cine y, sobre todo, porque dos días después de verla, todavía me estoy riendo con algunos de sus golpes, diálogos y salidas. Y eso es difícil, muy difícil de conseguir…

Así que, ya tardas. Déjate de milongas y tira para el cine. Que la cartelera está canina y raquítica, pero “El mundo es nuestro” reina con luz propia.

Jesús Lens

PD.- La razón 11 sería… ¡porque hacen vídeos como éstos, calentitos calentitos, para promocionar el cine español, más español que los Serranitos!

(Y las bellotas, para los marranos)