Banshee es una serie brutal, no apta para todos los públicos, ni para todas las (in)sensibilidades y para todos los paladares.
Ni para todos los (dis)gustos.
Imagina que el Clint Eastwood de los spaghetti westerns más salvajes llega a un pueblo como Twin Peaks, a cuyo alrededor se concentra la comunidad Amish de “Único testigo” y una reserva india, con su consiguiente casino.
Imagina que ese vaquero, además de usar las pistolas, sabe usar los puños. Y los pies. Y los brazos. Y las piernas. Y siempre de una forma letal. Y que a ese personaje, más chulo que el Bruce Willis de ”La Jungla de cristal”, le gustara La Novia de “Kill Bill” que, casualmente, reside en el pequeño pueblo que da título a la serie.
Todo esto habría que salpimentarlo con gotas de “Promesas del Este” y de “Una historia de violencia”, añadiéndole un pizco de “La matanza de Texas”, claro.
¿A que resulta un plato de lo más apetitoso? Sería algo así como un steak tartar maridado con sangre frita.
Y es que en “Banshee”, la violencia es sangrienta. Muy sangrienta. Y dolorosa. Además de, por supuesto, excesiva, gratuita y desmedida.
Vamos, que es una serie que me está encantando.
¿Y a ti?
Jesús Lens
En Twitter: @Jesus_Lens