Que llega el verano no sorprenderá a nadie. De hecho, ya está aquí. Y conjugar el binomio “verano y vacaciones”, en tiempos de crisis, puede ser letal. Después de unos años en que irse quince días al Caribe parecía más sencillo que bajarse a Carchuna a comer unos espetos, el viajar se ha vuelto a convertir en un placer que no suele suceder… a no ser que tengas espíritu inquieto, buenas piernas y presencia de ánimo a la hora de dormir en populosos albergues de peregrinos. Porque, cuando llega el verano, una opción económica es irse a hacer el Camino de Santiago. Solo, o en compañía de otros. Todo, o en fragmentos seleccionados.
El director de un periódico piensa que, para amenizar el estío a sus lectores, sería bueno que un redactor hiciese el Camino y fuese contando los avatares y sucedidos que le salieran al paso. ¿Qué redactor podría ser el más inapropiado para ello? Pues uno de esos contestatarios, irreductibles, independientes, levantiscos y… profundamente alcohólico. En recuperación.
Y ahí va el hombre, entre ampollas, cuestas, calor, soledad y olor a pies en los albergues, contando lo que va pasando, lo que va viendo, los encuentros que va teniendo… Encuentros como el de Manu, un Tarzán cuyos quesos apestan a queso… de Cabrales. O Tino, un fotógrafo uruguayo, ché. O Edurne & Co., dos chicas fuertes y atléticas. O el japonés que, no enterándose de nada, sonríe sin parar y dice que sí a todo. O la cabeza cortada de un desconocido que aparece bajo un puente.
Lo hemos dicho, escrito, defendido y publicado: la esencia de los viajes son los encuentros que provocan. Sobre todo, cuando son sorprendentes, enigmáticos y que se salen de lo normal.
Por ejemplo: una cabeza.
Una cabeza humana, solitaria, desconocida; producto de una decapitación ejecutada con suprema maestría.
¿De quién es la cabeza? ¿Quién la cortó? ¿Por qué? ¿Por qué aparece en mitad del Camino de Santiago, precisamente en un año de jubileo y justo cuando se ha anunciado la presencia del Papa en Santiago de Compostela?
Preguntas, preguntas, preguntas…
¿Ha resucitado Alvaro Cunqueiro? ¿Son los 16 años una edad adecuada para que una chica tenga un preservativo en su mesita de noche? ¿Cuántas tazas de Ribeiro puede beber, como máximo, un poli antes de reunirse con una subordinada para comentar un caso? ¿Puede, la arqueología, ser un instrumento de la geopolítica israelí? ¿Son los romano-italianos tan irresistibles como ellos se creen? ¿Quién es la madre del demonio?
Preguntas, preguntas, preguntas…
¿Y las respuestas? En “Un mal paso”, un libro que, calentito calentito, supone un soplo de aire fresco, por su humor irreverente, en este ya incipiente y tórrido verano. Novela negra, cargada de humor. Negro. Escrita por el granadino Alejandro Pedregosa y publicada por Ediciones B. Una de esas novelas para cuya lectura siempre buscas tiempo, hasta que la terminas. Y, entonces, ¿qué?
Entonces te quedan muchas ganas de hablar con el autor, de preguntarle, de saber.
Y la fortuna quiere que podamos hacerlo, el próximo martes 28, a la vuelta de Corpus, en la librería “Babel” de San Juan de Dios. El autor y un servidor nos echaremos un mano a mano en el que esperamos contar con vuestra presencia.
¡Apuntadlo!
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.
PD.- El año pasado, Pateando el Mundo decía esto…