El milagro de Eurovisión

Estaba todavía disfrutando del modélico y extraordinario festival En Órbita, el sábado por la noche, cuando me empezaron a llegar los primeros ecos de ese milagro anual que es Eurovisión, a través del móvil.

Imposible resistirse a bromear con la actuación de Manel Navarro, el representante español en la cita musical más denostada -y seguida- de la televisión actual. Su gallo, ese Eurogallo inmediatamente elevado a la categoría de icono, lleva horas y horas despertando pasiones y provocando el ingenio de la gente. También se detectan ciertas dosis de crueldad, bilis y mala baba, pero la Red está bien sobrada de ellas, no haciendo falta que venga ningún gallo a espabilarlas.

 

A mí me hizo gracia la casualidad que la cantada de Navarro haya llegado, precisamente, en el Año del Gallo, de acuerdo con el famoso horóscopo chino. Y que lo haya hecho justo en el momento en que Rajoy está en el país asiático, participando en un foro que trata de recuperar el espíritu comercial de la antigua Ruta de la Seda. Y, no lo olvidemos, en el fin de semana en que un ciberataque, presuntamente proveniente de China, se ha cebado con empresas de todo el mundo. ¿Es o no es como para darle una conspiranoica vuelta?

¿Es, también, un guiño al animal portugués por excelencia?

Y es que Eurovisión es milagrosa. Por ejemplo, aunque no veas el concurso, siempre terminas enterándote de todo lo que ha pasado y, sin escuchar la canción ganadora, estás entusiasmado por el triunfo de Portugal, que presentó a un tipo serio con una apreciable canción.

 

Milagroso es que participe Australia, en un maravilloso gesto de acercamiento geoglobal, en un concurso que nos recuerda la existencia de países como Azerbaiyán o Bielorrusia, a los que seríamos incapaces de situar en un mapa.

Pero lo más milagroso de Eurovisión es su capacidad para generar unanimidades y, de esa manera, contribuir a la vertebración de una España que, por fin, tiene clara LA pregunta: ¿por qué nos empeñamos en enviar al peor candidato posible?

 

Es una de esas preguntas sin respuesta que nos retratan como sociedad de forma clarividente. Y con mucho más acierto que las encuestas del CIS. Eurovisión es un fenómeno al que todo el mundo resta valor, ironizando sobre su absurdo e inutilidad, pero que todo el mundo comenta, horas y horas después de su finalización. Y eso, algo querrá decir…

 

Jesús Lens