¡Feliz Año Nuevo… 4716!

Hoy es Año Nuevo. Otra vez. En concreto, hoy entramos en el nuevo año chino 4716, que se dice pronto. El Año del Perro, además, que deja atrás al orgulloso, desafiante e inteligente Año del Gallo.

¿Cómo tiene pensado usted celebrar la entrada de año? Yo espero que, como mínimo, caigan unos rollitos de primavera y un chop suey con gambas o un cerdo agridulce. Lo que sea, con tal de celebrar. Sobre todo, porque este es mi año, que yo soy Perro. En todos los sentidos de la expresión, incluido el zodiacal: nacido en 1970, soy Perro de Metal, lo que tiene muy contento a SOY, mi robot, que ahora entiende mi querencia por la inteligencia artificial y los multiversos.

 

Sin embargo, este no va a ser un buen año. Que no lo digo yo, ojo. Lo dicen los astrólogos chinos. Que ser chino le da un plus de credibilidad a eso de ser astrólogo, ¿no les parece?

El 4716 va a ser un ejercicio complicadito. Por lo que he leído, resultará muy conflictivo y viene cargado de sombras y malos presagios. Por ejemplo, un maestro del Feng Shui señala que la gente, así en general, va a renunciar a aferrarse a sus principios y opiniones. Como si nos convirtiéramos todos, de golpe, en políticos. De ahí que vayan a producirse enfrentamientos y conflictos internacionales, con Corea de Norte, los Estados Unidos y Rusia como actores principales de las perrerías por venir.

 

Pero es que, además, como este es el Año del Perro de Tierra, se prevén catástrofes naturales a punta pala: terremotos, avalanchas y corrimientos. Y hasta incendios y explosiones, que los Perros somos muy dados a jugar con el Fuego. Por si fuera poco, a la Bolsa también le va a ir mal y es muy probable que este perro año provoque, incluso, una crisis económica global.

 

Siento ser portador de tan malas nuevas, pero los Perros somos personas en las que se puede confiar: fieles, leales, cumplidoras y sinceras; por lo que no puedo engañarles ni ponerle paños calientes a lo chungo que pinta este 4716 recién estrenado.

Menos mal que también somos escépticos y desconfiados y que, por tanto, no nos creemos nada, incluyendo los peregrinos vaticinios anteriormente desgranados… por mucho que un tal Donald Trump sea igualmente Perro. Y de Fuego, para más inri.

Jesús Lens