CONOCERÁS AL HOMBRE DE TUS SUEÑOS

Reconozco que, para escribir el título de esta reseña, he tenido que consultar la cartelera del periódico. Y es que ayer, al pedir la entrada, le tuve que decir al siempre amable y sonriente taquillero de Multicines Centro:

– Una para la película de Woody Allen.

¡Qué difícil es, hoy en día, que el nombre de un autor, un cineasta o un artista arrastren a grandes multitudes a disfrutar de su obra, sólo por ser de quién es! Conseguir esa personalísima marca de fábrica debería ser el objetivo de cualquier artista con algo que decir, con ideas, con voz propia. Y cuando hablamos de personalidad, ideas y voz propia, el paradigma es Woody Allen, un tipo que lleva tres décadas filmando una película por año, sí o también.

Al comentar la película, le decía a una amiga que “Conocerás al hombre de tus sueños” toca varios de los temas sobre los que habíamos estado conversando últimamente. Puede parecer una cuestión baladí -pero no lo es- que una película hable de esos temas que nos interesan al común de los mortales. Y, sobre todo, que lo haga conectando con el espectador, de una forma ágil, divertida y naturalista, sin enfangarse en grandes rollos pseudo-trascendentales que aburren más que la negociación de los Presupuestos Generales del Estado.

Allen ha llegado a un punto de madurez y genialidad tan grandes que, a través de las historias más aparentemente intrascendentes, pone el dedo en la llaga de lo que nos pasa. De lo que nos pasa a ti, a mí y al vecino del tercero. Al amigo del bar, a su mujer y al jefe de ésta. Porque, aunque nos creamos únicos e irrepetibles, todos seguimos unos patrones de comportamiento muy parecidos, una forma de hacer las cosas que centenares, miles de personas han repetido anteriormente y, en el futuro, seguirán repitiendo.

A través de un reparto coral, cuyas interpretaciones han sido masacradas por un doblaje infecto, Allen nos habla del pavor por el paso del tiempo, del terror al tempus fugit, del horror a hacernos mayores y envejecer. Del miedo a ver cómo la vida se nos escapa, cómo desperdiciamos las oportunidades, cómo dejamos de hacer todo lo que hemos querido hacer y nunca nos atrevimos.

Por eso, un caballero de la tercera edad se convierte en vigoréxico y se monta un pisito de soltero, un cuarentón espía a su vecina por la ventana y una profesional liberal se enamora de su jefe.

Intentando beberse la vida hasta el último sorbo, cada uno de los protagonistas irá tomando determinadas decisiones que, en un final de película absolutamente colosal, abierto e indeterminado, nos demuestra que el Ruido y la Furia shakesperianos, efectivamente, no son para tanto y que son los ilusos, soñadores y locos infantiloides los que aciertan en sus decisiones. ¿O no?

Valoración: 8

Lo mejor: el final. Un final que, amargando como una medicina, te deja una enorme sonrisa en el rostro.

Lo peor: el patético doblaje. Con ejemplos como ésta, cada vez dan más ganas de no ir al cine y esperar en casa al pase de las películas por televisión, DVD, streaming o lo que sea.

CUANDO LAS BARBAS DE LOS RICOS VEAS CRECER…

Esta columna salió publicada en IDEAL cuando andábamos de viaje, entre Perú y Marruecos. Ahora y solo ahora la blogueamos, a ver qué os parece.Una vez me dejé barba. Menudo desastre. Era una barba mustia y desigual, que salía a rodales y me daba un aire infecto, más descuidado de lo habitual. Me hacía parecer un tipo facineroso y alarmantemente sospechoso así que, rendido a la evidencia, me la afeité. Lo que no sabía entonces era que, de haber perseverado en el cultivo de aquella infame mata de pelos locos, ahora sería un tipo perfectamente adaptado a la moda del momento.

¿Vieron las fotos de Antonio Banderas, hace unos días, en su fugaz visita a Granada? ¡Tremenda y luenga barba abigarrada, entreverada de canas sin complejos! Dicen que es para su interpretación de Zorba el Griego, pero yo pienso que esa barba va mucho más allá de un simple requerimiento de cásting, a la verdad. Porque, ¿no es igualmente espantosa la barbita que luce, de un tiempo a esta parte, el guapo de Brad Pitt?

Para mí que los astros de Hollywood, incómodos por ser monstruosamente ricos en un mundo que se desangra por culpa de la crisis financiera internacional, han decidido mostrar su solidaridad con la clase obrera en paro afeando su imagen, intentando pasar más inadvertidos entre la multitud a través de esa estética homeless.

Y es que una barba no es cualquier cosa. Que le pregunten a Fidel «Nike» Castro, por ejemplo. O a los socialistas del 82, por el cambio. Una barba, más allá de la cuestión estética, es una declaración de principios. Hay barbas recias y sólidas, que denotan un carácter fuerte. Como la de Castellanos, ex-futbolista del Granada y del Valencia, que enseñoreaba su figura en el campo desde la profundidad de su espesa y negra barba. Está el modelo Gasol, una barba anárquica y despreocupada, propia del que se levanta por la mañana y sólo piensa en entrenar, ganar partidos, hacer pesas y mejorar su juego. Hasta que se enamora de una cheer leader del Barça y, como por arte de magia, empieza a recortarse con esmero la barbita.

Hay barbas, sin embargo, que resultan inanes e intrascendentes. Como la de Rajoy. Son lo que podríamos llamar barbas-excusa, que sólo sirven para disimular una papada imposible o un acné insostenible, pero que no aportan nada a su dueño y señor. Como la de Griñán, un fallido trasunto de la hidalga barba quijotesca que no resulta en absoluto creíble, sinceramente. Las barbas políticas son barbas perpetuas que, de tan vistas, ya forman parte del paisaje.

Por todo ello, la decisión de dejarse crecer la barba, en estos tiempos, ni es gratuita ni es baladí. De hecho, no sería de extrañar que el afeitado de la sorprendente barba del Príncipe Felipe fuese una cuestión de estado y que Zapatero, a la hora de hacer una crisis de gobierno, se cuide muy mucho de que sus ministrables lleven siempre las navajas bien afiladas. Y es que, ya se sabe: cuando veas las barbas de los ricos crecer, es posible que tus ahorros estén a punto de perecer.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

LA ALHAMBRA, EN EL CINE

Hace unos meses, la presencia de Antonio Banderas en Granada causó una gran sorpresa, no en vano, venía a ver los posibles exteriores para la filmación de una película sobre Boabdil.

 

Su foto en la Puerta del Perdón por la que el Rey Chico salió definitivamente de la Alhambra dio la vuelta al mundo y la rumorología se desató de inmediato ya que, según parece, la película va a ser un de un presupuesto enorme, tipo «Gladiator», contando para la recreación virtual de la Alhambra y la Granada del siglo XV con las recreaciones virtuales en que están trabajando los activos, premiados y alabados chicos de Kandor Graphics, cuyo «El lince perdido» ganó recientemente el Goya a la Mejor Película de Animación.

 

Y es que pocos platós de cine más atractivos para una película, a priori, como la Alhambra.

 

¿Se acuerdan del follón que se montó hace unos años, cuando Steven Spielberg quiso rodar algunas secuencias de la tercera parte de Indiana Jones en el monumento nazarí y no consiguió los permisos necesarios, por aquello de la conservación del monumento?

 

Para quienes tenemos una concepción horizontal y transversal de la vida, las artes y el entretenimiento, aquello fue un auténtico despropósito.

 

Y lo más curioso es que IDEAL nos cuenta que la Alhambra ha servido como privilegiado plató cinematográfico en la filmación de más de doscientas películas, desde una linterna mágica del siglo XIX a la recientísima «Morente sueña la Alhambra», de José Sánchez-Montes, tal y como pueden leer en el enlace.

 

Para ver cómo luce palmito nuestro querido monumento en el cine, la siempre inquieta y admirable Biblioteca de Andalucía, en la sala Val del Omar, ha programado un excitante ciclo de películas bajo la denominación de Memoria Audiovisual de la Alhambra, cuya interesantísima programación se puede seguir a través del enlace señalado.

 

Así las cosas, ¿imaginaban que la Alhambra había salido en tantas películas? ¿Qué les parece este ciclo de cine con ella de protagonista absoluta?

 

Y alguna otra cuestión:

 

¿Qué les parece el proyecto de Banderas de filmar en el monumento nazarí? ¿Les habría gustado ver a Harrison Ford y Sean Connery corriendo los patios más afamados de la joya arquitectónica granadina? ¿Creen positivo que las puertas de la Roja se abran para el cine más espectacular y comercial?

 

Jesús Lens.