Apocalypse Blue Ray

A veces me exprimo más de la cuenta y hago crack. Me pasó el pasado fin de semana, por lo que el martes, ya más entero, me dio un ataque de feroz actividad.

Lo más chungo de estar chungo es el desánimo que te invade, ese desánimo que te quita las ganas hasta casi de respirar. Por eso, nada más volver a estar medio bien, te asaltan las ganas de recuperar el tiempo perdido.

 apocalypse now blue ray

Por ejemplo, el martes me dio por hacer algo que ni se me hubiera ocurrido intentar, en otras circunstancias, a mí solo: meterle mano a la instalación televisiva y cambiar el reproductor de DVD y el obsoleto Home Cinema por un recién adquirido Blue Ray, que me he agenciado a precio de ganga coleccionando cupones de periódico.

Y, como soy una persona de ciclos y de rancias costumbres, lo estrené con la misma película con la que estrené esos DVD y Home Cinema que, tras años de servicio, acabo de jubilar: Apocalypse Now.

O, más concretamente, con la secuencia de los helicópteros.

 apocalypse now helicópteros

Y… ¡oiga! ¿Qué puedo decir?

Pues que la Alta Definición es la caña y que la jungla camboyana luce mucho mejor en Blue Ray que en DVD. Que es otra dimensión. Que el río por el que asciende Willard es más ominoso y amenazador y que las llamaradas y el olor a napalm por la mañana se perciben más nítidamente. Con mayor intensidad. Que es la bomba, vamos.

El problema es que, ahora, toca rehacer una filmografía largamente coleccionada. No toda, claro. Pero sí la básica.

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La primera ya sabéis cuál es: una gozosa edición de coleccionista que incluye la versión original de Apocalypse Now, la edición Redux que editó Coppola hace unos años y… ¡el documental que rodó su esposa, Eleanor, sobre la filmación de la película, que ya ardo por ver! Hay postales, páginas con el storyboard… una gozada para los cinéfilos que, además, somos fetichistas.

 apocalypse now

Muy, muy recomendable.

Jesús Lens

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Actitudes: me encanta el olor a napalm por la mañana

«¿Hueles eso? ¿Lo hueles muchacho? Es Napalm hijo. Nada en el mundo huele así. ¡Me encanta el olor a napalm por la mañana!

Un día bombardeamos una colina durante 12 horas. Cuando todo acabó, subí. No encontramos ni uno. Ni un sólo cadáver apestoso de esos jodidos chinos. ¡Ese olor, ese olor a gasolina quemada! Olía a… victoria.

Algún día esta guerra terminará.”

 

 

¿No va más?

Aplazo la entrada que tenía programada para esta hora. Porque, tal y como pintan las cosas, una pregunta no deja de atormentarme:

¿Terminarán por ser éstas la película y la banda sonora del año?

Pareció que sí. Después que no. Pero, a 2 de agosto, cuando el mundo tiende a paralizarse, Ángela se va a la montaña para adelgazar (se podía llevar a la Prima con ella) y Mariano piensa en relajarse en Pontevedra… ¿hay quién pare la inmensa bola de nieve que viene rodando desde lo alto de la montaña, crecida, hace ya muchos meses?

Entre el Fondo de Rescate y un Rescate a Fondo, apenas hay diferencia. ¿O sí? Ahora nos aprestamos a vivir auténticos combates dialécticos y conceptuales al estilo Barrio Sésamo, para diferenciar entre ayudas y rescates, por ejemplo. Entre acciones e intervenciones. Entre auxilio y socorro. Entre echar una mano y echarla al cuello. Entre insuflar y asfixiar.

El batacazo del rey, por la mañana, no ha tenido ni punto de comparación con el que el Íbex se ha pegado unas horas después. Y menos mal que los Mercados han cerrado. Que ya podrían alargar el fin de semana y no abrir hasta el lunes. Aunque…

En fin. Que Francis & Jim tienen la palabra…

EN TERRITORIO HOSTIL

La primera tentación (*) que tuve a la hora de reseñar «En territorio hostil», la última película de la directora Kathryn Bigelow y ganadora de los Oscar del 2010, fue hacer referencia al absolutamente nulo protagonismo de cualquier personaje femenino en una historia dirigida y producida por una mujer dado que sólo la perdida Evangeline Lilly aparece en pantalla en algún momento. Y lo hace como la lejana esposa del protagonista, a cargo de su hija, esperando pacientemente en casa.

 

Pero, la verdad, al no saber la ratio de hombres y mujeres que hay en Irak y, desde luego, al desconocer si hay presencia femenina en el cuerpo de artificieros en que se centra «En territorio hostil», mejor obviar la cuestión de género, que la Bigelow es una mujer con personalidad, criterio y experiencia suficientes como para saber lo que se hace.

 

Y precisamente uno de los puntos fuertes de la película es haberla centrado en el drama de las bombas y los atentados suicidas que han convertido Bagdad en una pesadilla para el ejército invasor. Habrá quién critique que el punto de vista adoptado por los autores se centre en el drama que viven los artificieros norteamericanos y que el personaje de Beckham, el niño iraquí que vende DVDs esté metido con calzador, como para compensar un posible empacho de yanquilofilia rampante.

 

Pero ahí radica el quid de la cuestión. ¿Qué es «En territorio hostil»? ¿Una película sobre la guerra de Irak? Eso me recuerda a lo que decía Coppola sobre «Apocalypse Now», cuando decía que no era una película sobre Vietnam, sino que era Vietnam.

 

Y en eso estamos, con la película de Bigelow. Con un protagonista adicto a la adrenalina que, después de haber desactivado ochocientas y pico bombas, ya no encuentra otro sentido a su vida. Y, como bien señalaba José Enrique Cabrero en su imprescindible reseña de IDEAL, el artificiero interpretado por el actor Jeremy Renner sería como un pistolero del Far West que avanza por las calles ardientes y llenas de polvo de un pueblo semidesierto para enfrentarse, él solo, a los malos.

 

No. No estamos ante una película de guerra que denuncia la crueldad de la misma o que pone el acento en el miserable comportamiento de los soldados en liza. No se trata de cuestionar la pertinencia o no de los Estados Unidos en Oriente Medio. Es una película basada, exclusivamente, en un profesional que cumple con su trabajo, mucho más allá de hasta donde el deber le reclama.

 

Y, por eso, es una película inequívocamente hawksiana. 😉

 

Partiendo de un prólogo interpretado por Guy Pierce y que sirve para contextualizar el resto de la película, incidiendo en lo extremadamente peligroso que es el trabajo de los artificieros en Irak, la película se compone de segmentos concatenados que alternan la acción y los momentos de peligro con los supuestos momentos de paz de los protagonistas, refugiados en su cuartel y relacionándose entre ellos, aprendiendo a conocerse. Un poco como «Hatari!», pero cambiando África por Irak y a las fieras de la selva por las bombas de los iraquíes.

 

Una película técnicamente perfecta, en la línea de «Generation kill», en la que el protagonismo recae en la permanente tensión de unos soldados que, efectivamente y como acabamos de ver con los atentados talibanes en Afganistán, no están precisamente de colonias en sus misiones en el extranjero.

 

Lo mejor: la ausencia de moralina y el duelo en mitad del desierto, con un sorprendente Fiennes.

 

Lo peor: el único detalle sentimental, con el chavalito apodado Beckham. Si somos duros, somos duros.

 

Valoración: 7

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

 

(*) Y mi segunda tentación era empezar preguntándole qué le había parecido la peli a Abel, que nos puso sobre la pista, AQUÍ, con el trailer.