Granada NO va a tener el árbol de Navidad iluminado más alto de Europa. O sí. Pero de otra manera diferente a lo que sugiere el mero enunciado que abre este artículo, si le quitamos el NO. Y de ello hablo hoy en IDEAL.
Seamos serios y puntualicemos. El asunto es que un centro comercial de nueva apertura, situado en el término municipal de Armilla, provincia de Granada, ha decidido instalar un enorme árbol de Navidad como llamativo reclamo que le de visibilidad y renombre y le haga publicidad.
Y se da la casualidad, en absoluto casual, de que será el árbol de Navidad iluminado más alto de Europa. Pero Granada no tiene nada ver con él, más allá de ser la provincia en que abre sus puertas un centro comercial, privado, que sufraga todos los gastos de instalación y mantenimiento del proteico abeto navideño.
Y es que empezamos por escribir que “Granada tendrá el árbol de Navidad iluminado más alto de Europa” y, si no explicamos el dónde, el cómo ni el porqué, remataremos las inminentes e infernales comidas y cenas navideñas haciendo sociología barata de salón, entre orujos y patxaranes.
Porque si uno escucha, sin contextualizar, la noticia del arbolito de marras y piensa en los despropósitos del AVE, el Metro, la Fusión Hospitalaria o el Centro Lorca, se lo llevan los demonios. Que si cómo es posible. Que si hay que ver. Que si confundimos las prioridades. Que si esto es inadmisible. Que, con las carencias y déficits que tenemos, qué sentido tiene lo del árbol… Y de ahí a exigir una moción de censura contra Paco Cuenca solo median un par de gintónics bien aliñados.
Dejemos claro que Granada y el árbol de Navidad iluminado más alto de Europa mantienen una relación puramente circunstancial y que poco o casi nada los vincula. Sí. Es una pena y una vergüenza que el Metro no esté en funcionamiento para que, en diciembre, podamos ir a hacernos selfies frente al arbolito, pero nada tienen que ver una cosa con la otra. No hay relación de causa-efecto.
Siento ser un aguafiestas y fastidiarles una analogía muy tentadora sobre la fatuidad de esta tierra nuestra. Pero, a nada que lo pensemos, lo del árbol artificial más alto de Europa iluminando el corazón de una vega moribunda, masacrada y cementada, sí podría dar para una reflexión.
Jesús Lens