Estoy firmemente convencido de que la actuación veraniega de Costas en diferentes playas de nuestro litoral tiene un alcance y una simbología que los ciudadanos de a pie no estamos sabiendo interpretar. Se debe tratar de una intervención que va más allá de nuestras cortas miras y excede nuestras limitadas entendederas. Y a ello dedico mi columna de hoy, en IDEAL.
Al principio, pensé que era un homenaje que Costas brindaba a esos admiradores del sector de la construcción que, día sí y día también, se asoman a cualquier obra para observarla con el mimo y la delectación con que un ornitólogo se deleita en los avatares del avejaruco o en las incursiones acuáticas del Martín Pescador.
Esa gente que, desde muy temprano, se cita en torno a cualquier solar en obras para comentar un encofrado con la misma pasión con la que, por la tarde, analizará el escorzo del delantero centro de su equipo favorito, al cabecear un centro colgado a la olla.
Gente que, con la Crisis, lo ha pasado francamente mal, sin apenas obras que llevarse a la boca. ¿No es de una poética justicia agasajarles en pleno verano, en lo más tórrido de la ola de calor, con las obras de remodelación de algunas de las playas más reputadas de la Costa Tropical?
¡Eso es hacer campaña electoral y ganarse el favor de los votantes, señores estrategas de los partidos políticos, tanto Twitter y tanta red social!
Después, hilando más fino, caí en la cuenta de la astucia del gobierno ¿en funciones? del PP. ¿Cómo hacer para convencer a los extranjeros de que la actividad constructiva ha vuelto a España? Pues nada mejor que un despliegue de camiones y excavadoras, bien a la vista, para solaz de esos turistas que se habrán puesto a Tuitear como locos cosas como “Very hot in Andalusia. 42 Celsius. Beaches closed because of sand removal, bitches!”
Ahora que lo pienso: ¿y si, en realidad, es un castigo a los turistas británicos, impuesto por Bruselas, para afearles lo del Brexit? De hecho, podría funcionar como aviso para navegantes: “No UE, No Mediterranean Sea”, podría ser el lema.
Y queda la posibilidad de que, lo de Costas, sea una performance vanguardista que terminará desembocando en un alegre Flash Mob, con Ana Pastor desembarcando en el AVE y bailando la conga.
Y es que, si no, no se entiende.
Jesús Lens