Esta mañana veía la imagen de esta instalación de Pilar Albarracín en FIAC París y me acordaba de nuestro querido y añorado Rafael Alberti cuando decía «Yo era tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos»…
Jesús Lens… ¡Yo era burro y lo que he leído me ha hecho dos burros!
Vamos a ver qué blogueamos tal día como hoy en 2008, 2009 y 2010
Me gusta ir a Museos. De siempre, pero de hace un par de años hasta aquí, más. Por deformación profesional, supongo.
Hace unos meses que se inauguró el Thyssen de Málaga así que aprovechamos el pasado fin de semana para dar un salto a la capital de la Costa del Sol y cambiar de aires.
Lo primero que destaca del Thyssen es su inmejorable ubicación, en pleno centro, a dos minutos a pie de la famosa calle Larios. Un edificio extraordinario, bien rehabilitado y acondicionado. Horarios tan amplios como imaginarse pueda… todo para que el visitante disfrute de la visita.
Nada más entrar, un primer panel “advierte” que el siglo XIX, en el arte, contribuyó a crear la imagen de la España romántica, en la que la ¿idealización? de una Andalucía juerguista y misteriosa, repleta de bailes en las ferias, vinos en las ventas, bandoleros en los caminos y gitanas en las calles de las pueblos y ciudades.
Los cuadros de la planta baja eran justo eso. Pero es que los de la planta 1, también. Y los de la 2, que incluían bucólicos paisajes de ríos y bosques, barquitos en el mar, pueblitos costeros, montañas preciosas, aguas mansas y encrespadas.
Y se acabó.
Ea.
Hasta ahí llega la colección permanente de un museo Thyssen. Vamos que si un extranjero visita en Málaga solo el Thyssen, volvería a su país confirmando que todos los tópicos sobre la Andalucía eterna son ciertos.
Conste que no entro a valorar la calidad de las pinturas expuestas, individualmente consideradas. Hay obras de Romero de Torres, Gutiérrez Solana y algunos otros que son muy buenas. El problema no es la calidad pictórica, sino la imagen que se proyecta: una Andalucía de mantilla, toros, procesiones, charangas y panderetas.
Quizá por eso disfruté tanto del Centro de Arte Contemporáneo, por más que algunas de las obras expuestas me resultaran extrañas, incomprensibles, rarunas e incluso absurdas. Me gusta el arte provocador que, más allá del significado, transmite sensaciones e impresiones. Prefiero lo abstruso al tópico. Lo incomprensible a la banalización. Lo absurdo a lo aburrido.
La diferencia es que, pasando por el Thyssen, bostezas. Por el CAC, puedes dialogar, discutir, reír o llorar. Pero su obra permanente no te deja indiferente.
Y está el Picasso. El Museo Picasso es justo lo que se espera de un museo dedicado a una personalidad tan brutalmente fuerte como la del pintor malagueño. A sabiendas de que lo mejor de su obra está repartido por las mejores pinacotecas del mundo, el Picasso hace una inmejorable labor didáctica y pedagógica sobre uno de los grandes genios de la historia universal del arte.
Unas ciento cincuenta obras del artista, entre pinturas, cuadernos, bocetos, cerámicas, bien contextualizadas, permiten hacer una visita de lo más interesante e ilustrativo.
Mención aparte merecen las tiendas de los Museos. La del Thyssen, de paso obligatorio, fantástica. Con lo que me gustan las librerías… me dejé una pasta. Las otras dos, inéditas. Pero como nos quedamos con las ganas de ver la exposición de Giacometti, que se inauguraba hoy lunes, habrá ocasión de volver y contar.
Como habría que contar sobre la apetitosa oferta de esos gastrobares, cada día más interesantes, que en Granada no abundan.
Pero, como diría Moustache, esa es otra historia…
Jesús museístico Lens
¿Y en 2008, 2009 y 2010 publicamos algo el 17 de octubre? ¡Pues claro!
“Tarta de cerezas”. Así se llama el cuadro que, en sus 100 x 150 centímetros de dimensión, ya ardo por tener colgado en las paredes de mi casa.
– ¿Otra vez? ¿Ya lo has hecho otra vez?
Pues sí. Otra vez. Otro volunto. Otra intuición. Otro felicísimo rapto de inspiración.
Como aquella otra vez, que contamos AQUÍ, en esta ocasión todo comenzó con una visita al Museo CajaGRANADA Memoria de Andalucía. La guía que nos acompañaba a Paulino y a mí se llamaba Irene y era pintora. Irene Sánchez Moreno. Apuntad. Y subrayad. Que ya os acordaréis, más pronto que tarde, del nombre de ese pedazo de artista…
Comenzaba la primavera y había terminado yo de corregir el primer borrador de “Café-Bar Cinema”, el nuevo libro con el que pienso torturaros desde septiembre. Dos años, en total, le voy a haber dedicado a un trabajo íntimo, especial, duro, complicado y, sobre todo, satisfactorio. Muy satisfactorio.
Por todo ello, quería tener un recuerdo de estos meses de encierro, trabajo solitario, decenas de películas vistas y vueltas a ver, dudas, recelos y dolor de espalda. Y de dedos.
– ¿Te animas a pintar un cuadro sobre “Café-Bar Cinema”?
– Vale, pero ¿cómo? ¿Qué cuadro y de qué manera, estilo, tema?
– Lo que tú quieras. Un cuadro. Cine, bares, cafés, clubes… lo que quieras. Ahí llevas el tochaco, en un Word. La pelota está sobre tu tejado.
– ¡Hecho!
Irene no se achantó, ni mucho menos, ante el impreciso desafío. ¿Quién dijo miedo?
A lo largo de estos meses, os he ido mostrando parte del trabajo de Irene, que incluso se prestó a que jugáramos con uno de sus cuadros, en busca del nombre perdido. Meses en que he tenido la fortuna de conocer a una pintora excepcional que, sin embargo, es todavía mejor persona.
Pasaban las semanas. Hace unos días, el Facebook nos descubría esta foto.
¡Ese era mi cuadro! Y no le podía ver ni un resquicio. ¡Maldición! Los nervios me consumían mientras Irene y Gloria se partían de risa a mi costa.
¡Grrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr!
Entonces, justo a medianoche del martes de la semana pasada, entró un mail en la BlackBerry: el cuadro estaba terminado.
Solo que, por cuestión de agendas, no sería posible verlo hasta el lunes siguiente.
El pobre Colin se hartó de oír, durante nuestro fin de semana salobreñero, mis expectativas, mis esperanzas, mis ilusiones, puestas en el cuadro de Irene.
Y, por fin, ayer lunes quedé con Irene para ver el cuadro. Terminado. Y… ¡voilá! Ahí lo tenéis. (Si lo pincháis, crece. Y crece, y crece…)
Permitidme que, como ayer, en el estudio de Irene y Antonio, sea parco en expresiones y comentarios. Prefiero cederos la palabra.
¿Qué opináis? ¿Qué os parece este “Tarta de cerezas”?
Item más: ¿por qué ese título? ¿Qué detalles cinematográficos o televisivos le encontráis? ¿Os suena algo del espacio que veis, a los granadinos y/o conocedores de los garitos de nuestra ciudad?
Venga, venga. ¡A opinar, pensar y comentar!
Jesús exultante Lens
PD.- Dando las últimas pinceladas a “Café-Bar Cinema”, ultracontento, también, porque nuestro querido Fernando Marías está escribiendo un prólogo para el libro. Si es que, cuando uno se rodea de buena gente creativa, amiga y cómplice… la vida es maravillosa.
¡Gracias!
PD II.- Tres otros días como hoy, sí que escribimos, en años pasados: 2008, 2009 y 2010
No era la primera ve que hablábamos de él. Hace unos días publicábamos la Piedad que sigue a este párrafo y, si pincháis el enlace anterior, veréis que un habitual lector de este Blog se molestó bastante con uno de los comentarios que se vertieron.
Antes de hablar del mosqueo de De Prada, un inciso, que nos manda la inquieta e inquisitiva Irene, a través de la siguiente imagen, preguntándose en alta voz por el límite entre el plagio y el homenaje. Y reivindicando la ¿casualidad? y la retroalimentación permanente del mundo del arte.
Aunque sea un arte podrido, pútrido, como critica de Prada.
Ahora bien, considerando que el columnista de ABC y del XL Semanal debe tener miles de seguidores, ¿tiene sentido que, para poner a caer de un burro el cacho de mármol presentado por ese cacho de carne de Fabre en la Bienal de Venecia, le haga tanta, tantísima publicidad gratuita?
Seguro que muchos que no sabían de Fabre, ahora lo tienen presente en sus oraciones, aunque sea para desearle largos y perennes sufrimientos.
¿No contribuye de Prada, con su airado artículo, a darle más difusión, conocimiento y predicamento a, quién como él mismo le llama, no sería sino “un fantoche que trata de colarnos sus esputos infecciosos como si fueran verdadero arte”?