ASTERIX Y OBELIX: ANIVERSARIO Y LIBRO DE ORO

Hoy la hemos montado gorda con la columna sobre la Educación. La semana pasada hablábamos de la responsabilidad de los padres y hoy sobre el desarrollo tecnológico de las aulas.

 

¡Y se ha liado! Lo que me gusta especialmente porque significa que la educación, interesa.

 

Así lo celebraba Google
Así lo celebraba Google

Ha querido la casualidad que esta mañana, mi querida Amiga Burkina me regalara el Libro de Oro de Astérix y Obélix, publicado por su Cincuenta Aniversario. Y me acordé de la que se montó cuando, hace un par de años, defendí en IDEAL, a capa y espada, lo importante que deberían ser los tebeos en los colegios e institutos, como complemento del Conde Lucanor, Machado y el Quijote.

 

Si es que siempre he sido un sinestésico provocativo y vocacional 😉

 

De este álbum homenaje, permitidme que me quede con las palabras de Anne Goscinny con que empieza:

 

«En tu voz, Astérix, resuena el timbre de la mía. Por mis venas corre tu tinta, por las tuyas corre mi sangre. Y nuestras voces unidas evocan hoy una vida, la tuya. Tú has nacido de la amistad que unía a mi padre y a Albert Urdezo. UNA AMISTAD PERFECTA EN LA QUE UNO ES LO QUE NO ES EL OTRO. ¡Y a la inversa! Fruto de esa amistad  nacieron a su vez una aldea y sus habitantes, algunas decenas de jabalíes, un Julio César y sus legiones a veces desilusionadas por una improbable resistencia. Nacieron sobre todo muchas sonrisas y otras tantas carcajadas. También nacieron algunas vocaciones. Gracias a esa amistad HAN MUERTO MUCHAS RETICENCIAS A LA LECTURA.«

 

Amén.

 

He pasado una deliciosa hora, esta tarde de viernes, leyendo el Libro de Oro y recordando algunos de los álbumes de Astérix. Tantas aventuras, tantas risas y tantos paisajes descubiertos gracias a sus viajes…

 

De viaje, con lo estrictamente imprescindible
De viaje, con lo estrictamente imprescindible

Vamos, que ganas me dan de empezar por el primero de la serie y no parar hasta que el Cielo se nos caiga encima.

 

Obligatorio para los seguidores de la serie, este Libro de Oro sorprenderá a cualquier lector, con la Asterixación de obras clásicas de la pintura universal, de «El grito» de Munch a la Balsa de la Medusa, de Delacroix. Disfrutará con la warholización de Julio César, sin olvidar la Obelixación de «El pensador» de Rodin.

 

Con sabrosos y divertidos guiños a la actualidad, desde los grafittis a la declaración del jabalí como especie protegida, al estar en peligro de extinción por la sobreexplotación y, cómo no, el paso del tiempo. Que cincuenta años son toda una vida.

 

¡Toda una vida!
¡Toda una vida!

Y es que Astérix y Obélix son de esos Amigos que nunca fallan, más fáciles de encontrar en la ficción que en la realidad cotidiana.  

 

Vamos, que es difícil imaginar una forma mejor de empezar este Puente de Todos los Santos que acompañado de estos dos mitos imperecederos de la literatura universal.

 

¡Enhorabuena, Goscinny y Urdezo!

 

¡Felicidades, Astérix y Obélix!

 

¡Y un millón de gracias, mi querida Amiga, por este viernes tan guay!

 

Jesús Lens, devorador de viñetas, bocadillos… y jabalíes.

MARATÓN DE SEVILLA: EL PAISAJE DESPUÉS DE LA BATALLA

Lo leía y no lo creía. ¡Estaban dolidos, dos semanas antes de la Maratón de Sevilla, porque había que bajar de ritmo, relajarse, olvidar las desmesuradas tiradas de 30 o más kilómetros y aparcar las series más exigentes! ¡Estaban incómodos porque había que aflojar el pistón y correr, a ritmos cómodos y sencillos, puñados razonables de kilómetros!

 

Y se venían a la cabeza los tebeos de Asterix. ¿Se acuerdan? «¡Están locos estos romanos!»

 

Como cabras, oigan.

 

Hasta que esta tarde, primer día sin una nube en el cielo desde hace meses, me calcé las Beast y me eché al camino. Me tocaban 13 tranquilos kilómetros. Pero el sol, la luz, la tranquilidad de ir sin chubasquero, sin viento, lluvia o granizo; sin tener que sortear charcos o ir concentrados en no perder el equilibrio entre el barro… todo ello animaba a alargar la zancada, a apretar el paso. En pocas palabras: a disfrutar corriendo.

 

Y me di cuenta: ¡Me estaba sabiendo a poco!

 

O sea…

 

Que yo también estaba un poco loco. Y que quizá no soy tan Malverde.

 

Porque al final, aprovechando el baño de sol y la inundación de luz, lo agradable de la temperatura y las divagaciones mentales de una carrera relajada y placentera… no quería dar la vuelta tan pronto como debía hacer. Así que… seguí corriendo. Tranquilo. A mi aire. Sin forzar. Sin desfallecer.

 

Pero menos mal que, por una vez, en vez de hacerle caso al instinto y a las piernas, le hice caso a la cabeza y me acordé de los buenos consejos recibidos de los sabios de Las Verdes: echar el freno.

 

¡Quién me lo iba a decir a mí, hace unos meses!

 

No sé si terminaré o no la Maratón. Espero que sí. Pero el hecho es que su preparación me ha dejado fino de cuerpo y, creo, un poco tocado de la azotea. Jamás pensé que, terminado un entrenamiento de 15 kms., iba a llegar a casa con sensación de que me había faltado, de que necesita más.

 

En fin.

 

Que esa batalla que fue la preparación de la maratón, esos entrenamientos extenuantes, el frío, la lluvia, la nieve, el barro… todo ello ha sido un estupendo preludio para esta calma en la que no nos sentimos cómodos.

 

Una calma expectante, tensa, nerviosa. La calma que precede la que esperamos sea… ¡la Tormenta Perfecta!

 

Dentro de dos domingos. En Sevilla.

 

Alea jacta est… y sí: ¡están locos estos romanos!

 

Jesús Lens.