Esas horas de la madrugada

No habían dado las 5.30 am cuando mi vecino llegó a la casa. Imagino que vendría alegre, porque pegó un portazo de padre y muy señor mío, despertándome con brusquedad y desasosiego. Vaya por delante que mi vecino es un tipo estupendo. El vecino que todos querrían tener: discreto, agradable, cuidadoso, colaborador y nada bullanguero… Que por una vez se le haya ido la mano con la puerta, no me ocasiona problema alguno.

El caso es que, por segunda noche consecutiva, me había acostado alarmado. Las noticias que llegaban desde Turquía eran muy preocupantes. No pude evitar, por tanto, consultar las informaciones de última hora… y me desvelé.

Stress concept
Stress concept

Había decidido liquidar las últimas cincuenta páginas de la novela de Jon Arretxe que tenía entre manos cuando me entró un WhatsApp: era mi amigo Fiti, en Beas, a punto de comenzar la Ultratrail de Sierra Nevada.

Me dieron ganas de calzarme las zapatillas y salir a correr, para ver amanecer por los campos de la Vega. Pero también quería terminar la historia de Touré así que levanté la persiana de mi habitación y empecé a leer, esperando el amanecer. Y me dormí. Desperté un poco después, cuando empezaba a clarear. Y volví a caer. Y me despertó el sol. Pero me dejé arrastrar de nuevo a los brazos de Morfeo.

A lo largo de esas horas, la mezcla de sueños, recuerdos y pensamientos te transportan a un universo surrealista en que Estambul se confunde con los senderos de Sierra Nevada, no sabiendo si corres para huir de un camión enfurecido o para cazar Pokemons con el móvil.

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Hasta las diez no volví a ser del todo consciente. Casi cinco horas en un estado fronterizo entre la realidad más cruda y la más onírica de las ficciones. Horas en las que todo se mezcla, en las que nada tiene lógica ni sentido.

Estos días, la política municipal no existe. Pendientes de lo que ocurre a miles de kilómetros, hasta Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias parecen darnos una tregua. Este extraño mes de Julio, nos movemos entre la III Guerra Mundial y la Guerra de las Sombrillas. Entre la caza del terrorista y la caza del Pikachu.

TGM2

Entre olas de calor y olas de intolerancia. Entre los toros de San Fermín y esos asquerosos cabestros que agreden a las mujeres.

Jesús Lens

Twitter Lens

Sola, una mujer atropellada

Cuando me quedé dormido, la cifra oficiosa de asesinados era de treinta. Al despertar, la barbarie terrorista ya había segado ochenta y cuatro víctimas. ¿Qué decir, en ese momento? Cualquier frase suena banal, manida, innecesaria y carente de sentido. Y de ello hablo en mi columna de IDEAL.

Atentado Niza

Tristeza, dolor, consternación, solidaridad, fuerza, ánimo… Sí. Por supuesto. Pero resulta insuficiente. Y es mejor callar. Me asomo a las redes sociales y me encuentro con los típicos comentarios construidos con esos peros tan repugnantes. Naderías del tipo “me da mucha pena lo de Niza, pero ¿qué pasa con…?” Sin embargo, la mayoría eran mensajes sensatos y mesurados, afortunadamente.

El vértigo de la jornada laboral me mantiene aislado durante unas horas y, cuando vuelvo a consultar Twitter, leo un montón de nombres de estadios de fútbol convertidos en tendencia: ayer por la mañana se hizo público el calendario de la Liga y todos los aficionados andaban como locos, señalando cuándo jugarán Real Madrid y Barça contra sus equipos o entre sí.

¿Cuánto tiempo hemos de darle al luto cibernético, en días como el de ayer? ¿Cuándo deja de ser de mal gusto y una muestra de insensibilidad hablar de fútbol, tras un atentado en Francia? ¿Y subir la foto de una birra, acompañada de una tapa? ¿Debe ser el mismo tiempo que tras un atentado en Irak? ¿Depende del número de muertos?

Residents gather at the site of a bomb attack at a checkpoint in the city of Hilla  south of Baghdad  March 6  2016   REUTERS Alaa Al-Marjani
Residents gather at the site of a bomb attack at a checkpoint in the city of Hilla south of Baghdad March 6 2016 REUTERS Alaa Al-Marjani

Sigo navegando y, en las Redes, veo pocos lazos negros, lágrimas, crespones luctuosos o perfiles revestidos con la Tricolor. Imagino que, tras lo de París de hace unos meses, lo de Niza nos impacta menos. O será el calor. ¿Quién sabe?

Y entonces, la paradoja. Leo una noticia en IDEAL Digital: fallece una mujer en Granada, atropellada por una furgoneta, cuando caminaba por la autovía, a eso de las seis de la mañana. Los ochenta y cuatro atropellados de Niza estaban celebrando el 14 de julio, en el paseo marítimo. ¿Qué hacía esa señora, al amanecer, deambulando por la A92, camino de Santa Fé?

Mujer marroquí atropellada en Granada

Hasta hace poco tiempo, nos sentíamos protegidos y seguros. Pero cada vez somos más esa mujer desnortada, confusa y sola que, al alba, circula a pie por una autovía destinada únicamente al transito de vehículos.

Empezamos a estar fuera de nuestro tiempo y expulsados de nuestro paraíso. Vulnerables, débiles y amenazados. Y lo peor es que estamos aturdidos, mudos y paralizados. Sin capacidad de respuesta.

Jesús Lens

Twitter Lens