Este verano volví al Valle de Lecrín, también conocido como el Valle de la Alegría. No me canso de sus paisajes ni de la paz y la tranquilidad que se respiran en él. Es uno de los enclaves mágicos que tenemos en Granada. Otro más.
El Valle, sin embargo, estaba que ardía. Lo demostraban unos carteles repartidos por buena parte de las calles de sus pueblos y en lugares visibles desde la carretera. ‘Di no a las torres’. El Valle estaba en guerra contra las torres de alta tensión de hasta 80 metros de altura que la Red Eléctrica de España había previsto tender entre Benahaux (Almería) y Saleres.
Acostumbrados a la indolencia y a la pasividad con las que asumimos en Granada los atentados contra nuestro patrimonio industrial, paisajístico, cultural y monumental, resulta fascinante y esperanzadora la capacidad de movilización de las plataformas de El Valle, que han recabado 12.000 firmas en contra de la infraestructura.Y un dato igualmente revelador: más de 4.000 alegaciones al estudio de impacto ambiental.
El quejío, esta vez, ha llegado lejos, en tiempo y forma. Tanto que la Junta de Andalucía se ha mojado y solicita a la Red Eléctrica de España que, por lo menos, le eche una pensada al tema y se plantee cambiar el recorrido del nuevo tendido eléctrico.
No creo que haya mucha gente en contra de la modernidad y el desarrollo que suponen este tipo de infraestructuras. Lo hemos comprobado con la demandada autopista eléctrica de la zona norte de nuestra provincia entre Caparacena-Baza-La Ribina, sin ir más lejos. Pero ¿tiene sentido entrar a saco en un lugar tan especial como El Valle de Lecrín, parte importante de cuya economía depende de la preservación de su entorno natural y paisajístico? Discutible. Muy discutible.
Ojalá que la presión ejercida por las plataformas vecinales y la propuesta de la Junta de Andalucía no caigan en saco roto y los responsables de REE se replanteen el trazado final de las invasivas infraestructuras eléctricas, que torres más altas han caído en nuestra tierra… sin necesidad de llegar a la confrontación.
Jesús Lens