Para mí, es el concepto del verano. Biorregionalismo. Un área geográfica definida por la ecología y la biología que conecta el entorno natural, humano y social. Al menos, así lo he entendido. O lo quiero entender.
Ya saben ustedes que no soy nacionalista. Ni regionalista o localista. Antes se decía aquello de “soy del lugar donde cuelgo mi sombrero”. Actualizándonos al siglo XXI, les diría que soy del lugar donde escribo en mi portátil o donde recargo la batería del móvil.
Sentando en una playa, sintiendo el viento en el rostro y mirando las corrientes del mar, te sientes conectado a un todo que no atiende a banderas, himnos o fronteras. Sabes que es ficticio dado que, para una persona que se encuentre en la otra orilla del mismo mar sí hay fronteras y pasaportes. Pero te abstraes y cambias el rumbo de tus pensamientos.
Jenny Odell defiende que el biorregionalismo “nos enseña emergencia, interdependencia y la imposibilidad de establecer unas fronteras absolutas. En tanto que seres físicos, estamos literalmente abiertos al mundo y a cada segundo respiramos aire procedente de otros lugares; en tanto que seres sociales, nos vemos igualmente determinados por nuestros contextos”.
Tierra, agua, aire y fuego. Estamos conectados con el entorno que nos rodea y somos mucho más dependientes de él de lo que solemos pensar. Solo que no le prestamos atención, distraídos como estamos con tanta morralla digital que nos sorbe el seso y nos absorbe la energía vital. Es la economía de la atención que succiona el bien más precioso que tenemos: el tiempo.
Hace un par de semanas les hablaba del libro ‘Cómo no hacer nada’, publicado en Ariel. (Leer AQUÍ) Es ahí donde Jenny Odell, artista plástica a la vez que ensayista, habla de la biorregión, que sería el punto de atención al que debemos mirar cuando nos abstraemos de toda la chismología virtual. “El mundo físico es nuestro último punto de referencia común”, señala Odell, invitándonos a prestarle más atención, a cuidarlo, disfrutarlo y compartirlo.
Una playa, un parque, la ribera del río, un sendero de montaña, un camino rural, un banco con vistas, una fuente, una plaza pública. Desconectar para reconectar. “Hace falta hacer una pausa para recordarlo: una pausa para no hacer nada, para escuchar, simplemente, para recordar, del modo más profundo, qué, cuándo y dónde somos… No hacer nada es permanecer inmóviles para poder percibir lo que en realidad está ahí”.
Jesús Lens