Cuando el título de una película necesita unos paréntesis o un guion que expliquen su sentido original… malo.
Lo más reciente del prestigioso -pero cada vez menos trascendente -director Michael Mann se titula Blackhat, un término que hace referencia a los hacker que piratean a través de Internet con fines ilícitos y generalmente crematísticos. Pero como en España, lo del pirateo cibernético está bastante bien visto y mejor aceptado, el distribuidor ha decidido vestir el original con un supuestamente enigmático Amenaza en la red, que debería servir como gancho comercial, al ampliar el espectro de posibilidades argumentales de cara al espectador.
Me parece muy bien que un director clásico (eufemismo de mayor) como Mann se inspire en la ciberdelincuencia y en el género negro más rabiosamente actual para proporcionarnos una nueva muestra de virtuosismo formal y poderío visual.
Igualmente me parece muy acertada la elección de las grandes urbes del exótico Oriente como marco geográfico para el desarrollo de la historia. Muy impresionantes las megaciudades chinas de Sichuan, Hong Kong y Macao, Yakarta y la breve escala en Chicago. Le pegan, a Mann, esas ciudades, con sus gigantescos rascacielos y sus epatantes skylines nocturnos. Y las brumas del amanecer. Y el contraste con los mercados populares y las casuchas de madera que bullen de vida, las 24 horas del día, pegadas a los novísimos y vanguardistas edificios de acero y cristal.
Hasta ahí, todo en orden.
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Jesús Lens