Qué aspecto tan diferente presenta desde hoy el Centro de Exposiciones de CajaGranada en Puerta Real. La exposición ‘El siglo de la luz’, comisariada por el imprescindible Miguel Giménez Yanguas y por Javier Píñar, con la colaboración de Endesa, nos permite hacer un viaje en el tiempo que arranca en 1892, con llegada de las primeras empresas eléctricas a Granada, una de las cuáles se llamó, curiosamente, ‘La General’.
Resultan evocadores, en estos tiempos de virtualidad absoluta y digitalización radical, los documentos constitutivos de aquellas empresas pioneras, las actas, planos, facturas y, sobre todo, las acciones. ¡Tener acciones, antaño, además de ser una inversión económica, podía considerarse una inversión artística! Y las fotografías añejas, en blanco y negro, testimonio de una época que no volverá.
Para mí, que soy de letras puras, pulsar un interruptor y que se encienda la luz sigue siendo un pequeño milagro cotidiano. Aprender cómo funcionan las centrales hidráulicas o descubrir el aprovechamiento de nuestros ríos para la generación de electricidad, es un lujo. Máxime, al saber que fue una de las claves del desarrollo de Granada que, a comienzos del siglo XX, contaba ya con una población de 75.000 habitantes. Y está la parte dedicada a los paisajes y al patrimonio de la electricidad, con especial énfasis en el alumbrado público y el transporte electrificado. El metro, o sea.
A la vez que disfruto de todo este caudal eléctrico, me acuerdo del podcast ‘El gran apagón’, a cuyo brillante autor y guionista, José Antonio Pérez Ledo, tendremos dentro de unos días en Granada Noir. ¿Qué pasaría si, un mal día, la electricidad dejara de fluir a través de los cables de alta tensión? ¿Se lo han planteado? Tras disfrutar de la exposición ‘El siglo de la luz’, busquen en Podium Podcast el historión inventado por uno de los grandes creadores multimedia y todoterreno de este país. (AQUÍ se puede descargar)
Por cierto: el Centro de Exposiciones de Puerta Real se apresta a recibir la visita de alguien muy especial, en su otra sala. Se trata de Blacksad y, paradójicamente, se esconderá entre las sombras…
El 2018 ha vuelto a ser un año negro. Muy negro. Y criminal. Un año en el que la cultura policial nos ha dado muchas y muy buenas alegrías que vamos a tratar de resumir en sus hitos principales.
Comenzando por lo más cercano: Norma acaba de reeditar el Integral dedicado a “Blacksad”, la obra maestra de nuestro paisano Juanjo Guarnido y de Juan Díaz Canales. No nos cansamos de recomendar un cómic fundacional, ni nos cansamos de releerlo. Ni de regalarlo. Imprescindible.
Siguiendo en el mundo de las viñetas, uno de los grandes hitos del año negro y criminal en Granada fue la visita de José Muñoz, el padre del mítico personaje Alack Sinner. Vino a Granada Noir y participó en la inauguración de la muestra que, hasta vuelta de Año Nuevo, todavía se puede disfrutar en La Madraza: “Rueda de Reconocimiento: Huellas del Noir en el cómic granadino”, coproducida por GRN y la Universidad de Granada, con originales del propio Juanjo Guarnido, Gabriel Hernández Walta, Francis Porcel, Sergio García, Natacha Bustos, Belén Ortega, Jorge Jiménez, Enrique Bonet o José Luis Munuera, entre otros.
Por cuanto a cine y televisión, la extraordinaria secuela de “Sicario” nos sirve para constatar que, afortunadamente, segundas partes pueden ser buenas. Y, en España, otra buena hornada de cine negro, con “El reino” de Rodrigo Sorogoyen en lo más alto de los rankings del 2018, llamada a llevarse la mayoría de premios y galardones.
Por su parte, David Simon sigue en plena forma y, entre rumores y filtraciones sobre sus próximos proyectos, se han estrenado las dos primeras temporadas de “The Deuce”, una serie extraordinaria basada en el mundo de la prostitución y del comienzo de la industria pornográfica, mostrando a una Nueva York que, en los años 70 del pasado siglo, era una ciudad completamente diferente a la actual.
Precisamente sobre el tema de la prostitución, Mabel Lozano ha escrito uno de los libros más importantes del año en España: “El proxeneta”, publicado por la editorial Alrevés y llevado al cine por la propia Mabel Lozano. Un libro estremecedor que, a través de la no ficción, nos sitúa frente a nuestras contradicciones, como ciudadanos y como sociedad, al abordar el tema de la trata de mujeres para la explotación sexual.
Desde la no ficción nos llega otro de los títulos presentes en la mayoría de listas de imprescindibles del 2018, aclamado por la crítica y excelentemente bien recibido por el público: “El dolor de los demás”, del murciano Miguel Ángel Hernández y publicado por Anagrama. Autoficción introspectiva que analiza el proceso creativo a la vez que hurga en la importancia de la memoria y en la necesidad de determinar la verdad de los hechos, duela a quien duela.
La reciente “Yo pude salvar a Lorca”, de Víctor Amela, publicada por Destino, es otra novela con la autoficción como excitante recurso narrativo. Una novela en la que aparecen personajes que siguen provocando noticias. Como Emilia Llanos, una mujer adelantada a su época, una de las granadinas más importantes del siglo XX, íntima amiga de Lorca, aliada de Penón en la primera búsqueda de los restos del poeta y que estos últimos dos días ha estado de alarmante actualidad.
Su biógrafa, Lola Manjón, publicaba en Twitter, el día de Navidad, una foto con la tumba de Emilia “advertida” de desahucio que corrió como la pólvora en las redes sociales. Recogida por los medios de comunicación, la información despertó una ola de indignación que ayer se fue aplacando progresivamente al saberse que se incluirá a Emilia Llanos en la nómina de ilustres granadinos y que Emucesa costeará los gastos de su última morada.
¿Que tal si aprovechamos esta situación para leer el libro de Lola Manjón, “Emilia Llanos Medina. Una mujer en la Granada de Federico García Lorca”, y hacer justicia poética? Demostremos que, aunque en la tumba de Emilia haya figurado la etiqueta de “vencida”, la memoria, el compromiso y la literatura la han convertido en vencedora. Y de paso, aprovechemos para recordar la famosa Maleta de Penón, de la que seguimos sin tener noticia alguna.
Otro de los grandes libros del 2018: “Tigres de cristal”, de Toni Hill, publicado en Grijalbo. Una novela en la que el acoso escolar sirve como trama en la que se enreda un reparto coral, a caballo entre la sociedad contemporánea y las de los años 70 del pasado siglo. Un fresco sobre nuestra historia en el que nos sentimos perfectamente representados.
“Justo”, de Carlos Bassas del Rey es otra imprescindible novela realista y me ha parecido muy revelador que Gibraltar y sus alrededores figuren como escenario de novelas apasionantes de Lorenzo Silva, Montiel de Arnáiz y Jerónimo Andreu. Para la reflexión.
Quiero terminar este repaso destacando una de mis últimas lecturas, “En silencio”, de Martin Ledun, publicada por Off Versátil y sobre la que hablaremos próximamente más en extenso, que la situación de sus personajes puede tener mucho que ver con la de esos “chalecos amarillos” que han estado tan de actualidad en las últimas fechas.
Un tipo que dedica un álbum a su querida madre, Toñi, “que durante toda mi vida me ha ayudado a hacer los deberes”, tiene que ser un tipo singular y muy, muy especial. Me atrevería a decir que dotado de una férrea disciplina y de una inmensa capacidad de trabajo. Si no, no se entiende. No se entiende la feracidad creativa de Juan Díaz Canales.
Centrémonos en los últimos cinco o seis años de su trayectoria artística. En 2011, Juan escribió el guion de “Fraternity”, un fascinante e inquietante álbum que cuenta con el dibujo de Juan Luis Munuera, publicado por Astiberri.
En 2013 llegó “Amarillo”, la última entrega hasta la fecha de la serie Blacksad. Porque, y estoy seguro de que ustedes ya lo sabían, Juan Díaz Canales es el guionista de los cinco álbumes de la impresionante serie del gato detective que dibuja nuestro admirado y querido Juanjo Guarnido, y al que dedicamos esta entrega de El Rincón Oscuro, en su momento.
No es casualidad, pues, que a estas alturas de su carrera, nuestro protagonista, nacido en 1972, atesore buena parte de los mejores premios que se pueden ganar en el mundo del tebeo, incluyendo los del prestigioso festival de Angulema, el Eisner y, en 2014, en Premio Nacional del Cómic.
Y así nos plantamos en 2015. Recuerdo que unos meses antes me atraganté con el primer café de la mañana, al leer la noticia de que Díaz Canales y Rubén Pellejero eran los elegidos para escribir y dibujar, respectivamente, un nuevo álbum del mítico Corto Maltés.
Efectivamente, Patricia Zanotti, última compañera y heredera del llorado Hugo Pratt, decidió que fuera Díaz Canales el que escribiera la primera historia de Corto Maltés en veinte años. La primera, además, que no saldría de la pluma de Pratt. ¡Menuda responsabilidad! ¡Y menudo éxito, también!
Porque “Corto Maltés. Bajo el sol de medianoche”, publicado por Norma Editorial, es una gozada. En todos los sentidos. Una novela gráfica que no solo respeta el espíritu del personaje, sino que lo homenajea desde la admiración… y el profundo conocimiento de la obra de Pratt. Tanto el guion como el dibujo le dan continuidad a las características más importantes del marino maltés: sus ansias de viajar, su sed de aventuras, su amor por la naturaleza salvaje y los territorios más indómitos, su concepción de la amistad, la lealtad y la justicia, su forma de fumar, su estocismo rayano en el cinismo, sus ácidos diálogos… y su sempiterno saco de marinero cargado a la espalda.
Hasta los más exigentes admiradores de Pratt coincidieron en que no hubiera podido haber una mejor continuación para las aventuras de un personaje imprescindible en la historia del cómic mundial.
Pero la gran sorpresa en la trayectoria de Juan Díaz Canales todavía estaba por llegar. Porque hace un par de semanas que Astiberri ha publicado “Como viaja el agua”, álbum de corte negro y criminal escrito… e íntegramente dibujado por un autor total, brutal y colosal.
Todo comienza con el descubrimiento de un cadáver, en una barca, flotando en un estanque de un Madrid perfectamente reconocible, pero algo distinto al habitual. El muerto es un viejo llamado Longinos, y forma parte de una banda de abueletes que pasan su tiempo jugando a las cartas… ¡y traficando con material robado! Objetos sencillitos, como relojes, móviles y chismes por el estilo. Nada de drogas, armas o sustancias peligrosas, no se vayan a preocupar.
Quiere la casualidad que el forense que levanta el cadáver de Longinos sea el hijo de Niceto, otro de los simpáticos viejecillos de la panda. ¿Quién y por qué ha matado a Longinos? Porque su muerte no ha sido ni natural ni accidental, que le han abierto la cabeza con un objeto contundente…
Mientas la policía investiga, conoceremos al resto de abuelos. Y a la familia de Niceto. Que no es un tipo fácil. Fumador empedernido y combatiente en la Guerra Civil, aún mantiene vivos sus ideales. Y su acracia militante. La narración de Díaz Canales tiene varios hilos argumentales complementarios, pero con un nexo común: la realidad. Confrontada a los sueños. A lo que pudo ser y no fue. Y, sobre todo, a lo que ya nunca podrá ser.
Sostiene Niceto, con una preclara clarividencia: “La enfermedad no es lo más doloroso de hacerse viejo. Lo peor es la indiferencia. Un buen día te das cuenta de que la realidad te ha ganado la partida. Una partida que ni siquiera sabías que estabas jugando”.
Y luego llega la página 59. De la que no les voy a decir nada. Pero que les impactará cuando lleguen a esas seis viñetas, quintaesencia del arte secuencial. Puro noir clásico, concentrado, que acredita a Díaz Canales, también, como un excelente dibujante.
“Como viaja el agua” les va a sorprender. Y a impresionar. Es un tebeo de 100 poliédricas páginas y de enorme profundidad humana que habla de uno de los temas favoritos de Díaz Canales: la utopía social. Y su final.
Estamos ante un excepcional cómic que nos invita a mirarnos en un espejo y a buscar lo que hay detrás de la imagen que nos devuelve nuestra propia mirada.
Mi contribución semanal a El Rincón Oscuro de IDEAL nos trae hoy a un invitado de lujo al que, si no tienes el gusto de conocer, ya tardas.
Mucho me temo que no somos lo suficientemente conscientes ni hemos valorado en su justa medida lo que el salobreñero Juanjo Guarnido y el madrileño Juan Díaz Canales han conseguido con su “Blacksad” a lo largo del siglo XXI, desde que el primer álbum de la serie arrasara en el Salón del Cómic de Barcelona, en 2001.
Y es que las cinco entregas de las que consta “Blacksad” hasta la fecha han ganado decenas y decenas de galardones y reconocimientos en todo el mundo, incluyendo esos impresionantes premios Eisner, equivalentes a los Oscar cinematográficos en el mundo del cómic.
Cómic. Tebeo. Novela gráfica. Noveno arte. Arte secuencial. Álbum. Viñetas. Ilustraciones. Bocadillos. Encasíllenlo donde quieran y denle el nombre que gusten, pero háganse un favor y lean esta joya. O reléanla, si es el caso. Que lo bueno de cualquier obra maestra es que, vuelta a disfrutar, siempre tiene muchas cosas nuevas que ofrecer, detalles en los que reparar o significados ocultos que desentrañar. Además del placer, el gusto y el deleite, por supuesto.
¿Cómo resumir en unas pocas palabras qué es “Blacksad”? Se trata de un cómic de género negro cuya acción transcurre en los Estados Unidos posteriores a la II Guerra Mundial, en escenarios tan reconocibles como Nueva York, Nueva Orleans o las míticas carreteras que tanto popularizaron los integrantes de la Beat Generation.
El protagonista es John Blacksad, un detective de corte clásico, basado en los personajes del hard boiled tradicional norteamericano. Pero con una particularidad: es un gato. O, siendo más precisos: Blacksad es una figura zoomorfa con cuerpo de persona y cabeza de gato. Y su antigua novia, Natalia, igual. ¡Ay, Natalia Wilford, esa gata preciosa, estrella de Hollywood… salvajemente asesinada al comienzo de la primera historia de la serie, “Un lugar entre las sombras”.
John, empeñado en descubrir al asesino de Natalia, no dudará en enfrentarse a su buen amigo, el comisario Smirnov, un policía serio y honesto al que Guarnido dibuja con los rasgos de un señorial perro pastor alemán.
Porque todos los personajes que conforman el rico y abigarrado universo de “Blacksad” son igualmente zoomorfos. Y ahí radica la clave que hace de estos cómics una imprescindible obra de arte: cómo Juanjo Guarnido y Díaz Canales dotan de humanidad a animales como gatos, perros, comadrejas, buitres, búhos, gorilas, tortugas, caimanes, osos, búfalos, caballos, tigres y un larguísimo etcétera. Y, a la vez, en cómo las características físicas y conductuales asociadas a dichos animales se incorporan a los personajes y a la narración. Así, el gorila será un poderoso boxeador, la comadreja sirve para dar vida a Weekly, un sagaz periodista de sucesos con problemas de higiene y sudoración; el zorro será un taimado villano y la grácil gacela, una preciosa señorita. Los reptiles serán fríos asesinos y un níveo oso polar representará el racismo subyacente en la sociedad norteamericana que Canales y Guarnido denuncian en “Artic Nation”.
Y es que… ¡qué historias, qué guiones se sacan de la manga los padres de “Blacksad”! En la mejor estirpe de los clásicos del género negro, como decía antes, nos encontramos con esos temas que, por desgracia, nunca pasan de moda: la corrupción, la avaricia o la violencia. El racismo, el tráfico de drogas, el pánico nuclear, la adulteración de productos farmacéuticos, el espionaje o el control de la sociedad por parte de los aparatos represores del estado.
Y, siempre, como telón de fondo, el genio creativo de determinados individuos que, creyendo en la libertad a ultranza, no dudan en luchar contra los dogmas y las verdades canónicas. Individuos como el atormentado pintor abstracto Sergei Litvak, trasunto de Mark Rothko, o vehementes literatos como el novelista Chad y el poeta Abraham, tras los que se esconden los mismísimos Jack Kerouac y Allen Ginsberg, enriquecidos con el espíritu salvajemente homicida de William Burroughs.
Y el dibujo. El glorioso dibujo de Juanjo Guarnido y cómo recrea los los edificios, las ciudades y los paisajes. Y, sobre todo, los ambientes. ¡Esos clubes de jazz de Nueva Orleans!
Consejo de amigo: si aún no sabes qué pedir a los Reyes o a Papá Noel estas Navidades, con “Blacksad” aciertas seguro.
O, ¿quizá deberíamos haber titulado esta entrada como «Blacksad on the road»? Ya sabéis de mi idilio con este Gato. Y si no, mira a partir de aquí las cosillas que he ido escribiendo sobre esta joya.
Júzgalo tú mismo, a la vista de este sugerente, atractivo y fastuoso tráiler:
¿No estás ya salivando, pensando en amarillo? Me da a mí que Juanjo Guarnido y Díaz Canales lo van a haber bordado, de nuevo.