De chupas, abrigos y gabardinas

Cuando ustedes vayan a ver “Blade Runner 2049” -tranquilos, que no voy a desvelar nada sobre su trama ni argumento- se encontrarán al personaje interpretado por Ryan Gosling permanentemente ataviado con un abrigo de corte largo, con las solapas cubiertas de lo que popularmente conocemos como piel de borrego por estos pagos.

 

El caso es que el abrigo tiene su historia. Porque la secuela de “Blade Runner” trata de ir más allá del original, en todos los aspectos, pero respetando casi hasta la veneración uno de los clásicos indiscutibles de la ciencia ficción universal.

Si recuerdan ustedes la película de Ridley Scott, el personaje interpretado por Harrison Ford vestía una prenda que los especialistas llaman trench y que, para un profano como yo, era una gabardina, prensa que conectaba con la vestimenta habitual de los detectives clásicos del cine negro norteamericano.

 

En “Blade Runner 2049”, el clima es más extremo, más duro, más agresivo. Los paisajes por los que transitan los personajes son descarnados, apocalípticos y agrestes… aunque sean urbanos. Y, por tanto, una gabardina ya no era suficiente. Se imponía que Gosling vistiera una prenda más acorde con el entorno, de carácter cuasimilitar.

Y ahí le tenemos, con un abrigo fabricado de grueso algodón, tratado con una capa impermeable, con costuras redondeadas en los hombros, cuatro bolsillos multifuncionales y un diseño que permite cerrar el abrigo de forma cruzada, lo que convierte a las solapas en un cuello alto que protege nariz y boca en entornos hostiles repletos de polvo y polución.

 

Una idea, por cierto, del propio actor, con mucha vista para esto de la moda. No sabemos si Zara o El Corte Inglés tendrán este modelo de abrigo en su colección de otoño-invierno, pero no estaría de más asomarse a ver.

 

Ryan Gosling, con su cara de buen chico y aspecto despistado, también lució una chupa inolvidable en la película que le propulsó a la fama. ¿Se acuerdan de su papel en “Drive”, un conductor frío como el hielo al que contrataban para pilotar coches durante la comisión de atracos? ¿Y recuerdan aquella cazadora dorada, con el escorpión a la espalda? Pues también fue idea de Gosling, tal y como explica el diseñador de vestuario Erin Benach: “el actor había comprado una chaqueta coreana de los años 50, de esas que te llevas como souvenir si visitas un país, con la que se paseaba por el plató. Creamos una parecida, aunque cambiamos el nylon del cuello y de las muñecas por algodón”. En principio, iba a ser plateada, pero no daba bien en cámara. De ahí su definitivo color áureo.

Lo del escorpión llegó después, inspirado en un cortometraje de Kenneth Anger de corte homoerótico protagonizado por un motero llamado Scorpio que recorre las calles de Los Ángeles a toda velocidad… sin olvidar que el signo zodiacal de Gosling, nacido el 12 de noviembre de 1980, es Escorpio, por supuesto.

 

Para chaquetas cuestionablemente molonas, la que lucía el inefable Nicholas Cage en “Corazón salvaje”, una de las películas menos recordadas y más incomprendidas de David Lynch. La abrasadora y demencial historia de amor de Sailor y Lula encontraba en la cazadora que vestía Sailor -y que tantos problemas le provocaba- una auténtica declaración de principios que oscilaba entre lo sublime y lo patético: “¡Esta es mi chaqueta de piel de serpiente! Y para mí es un símbolo de mi individualidad, y mi creencia en mi libertad personal”; dicho lo cual… se liaba a mamporros con cualquiera que hubiera osado cuestionar su barroco estilismo y su discutible gusto estético.

Pero si hablamos de piel de serpiente hay que recordar la película que, con dicho título, protagonizó Marlon Brando, a las órdenes de Sidney Lumet. Un Brando que, además de actor excepcional, fue icono de la moda. ¿Cómo olvidar una de sus imágenes más populares y universalmente extendidas, apoyado sobre una moto, con su chupa de cuero negro y su gorra con visera ladeada sobre la cabeza?

 

Echen un vistazo en Ebay y verán los precios que alcanzan dichas gorras. Y no digamos ya las cazadoras negras de piel que le identificaban como el líder de la banda de moteros de “Salvaje”, cinta de 1953 que contribuyó a consolidar a Brando como uno de los iconos del cambio generacional del cine norteamericano.

¿Y qué me dicen de aquel memorable abrigo con el que Brando se protegía del frío glacial del puerto de Nueva York, donde trabajaba como estibador tras haber colgado los guantes de boxeo, en “La ley del silencio”? Era una cazadora a cuadros, posiblemente negros y rojos, que la excelente fotografía de Boris Kaufman hacía relucir con luz propia. Una cazadora que, por supuesto, hoy haría furor entre esos Hipster aficionados a los cuadros canadienses con pasión por cortar árboles a hachazo limpio, metafóricamente hablando.

En un futuro volveremos sobre las chupas de personajes como el Renton de “Traisnpotting”, el Tyler Durden de “El club de la lucha” o el Jimmy Stark de “Rebelde sin causa”, películas no canónicamente negras, pero que tanto comparten con la filosofía del Noir.

 

Sin embargo, estas líneas sobre estilismo no pueden obviar al icono del cine negro clásico por excelencia, la primera prenda que a todo buen aficionado se le viene a la cabeza cuando piensa en películas como “El sueño eterno” o “Casablanca”: la gabardina, segunda piel de un Humphrey Bogart que la vestía con el mismo aplomo y seguridad en el norte  de África, a punto de perder a su amada por siempre jamás, que en la no-tan-soleada California, si hacemos caso a esa Los Ángeles, húmeda y lluviosa, de la película de Hawks.

Y es que la magia del cine, esa maravillosa e increíble fábrica de sueños, es capaz de convencernos de (casi) cualquier cosa.

 

Jesús Lens

Silencio como regalo

Salvo desagradable e inimaginable sorpresa, el mejor regalo de Reyes para hoy, 6 de enero, nos lo traerá la cartelera, con el estreno de “Silencio”, la última película de Scorsese. O, mejor dicho, la más reciente. Que el bueno de Marty va para los 75 años y mejor no mentar la bicha. Y de ello hablamos hoy en IDEAL.

“Silencio” será una película llamada a descolocar a los espectadores que no conozcan bien la trayectoria de uno de los grandes directores de la historia del cine. Acostumbrados a sus thrillers, a sus cintas sobre la mafia y el crimen organizado y a lobos de Wall Street, “Silencio” puede pillar con el pie cambiado a más de uno.

Porque se trata de una película mística y religiosa, otro de los grandes temas de Scorsese, que enlaza con la muy polémica “La última tentación de Cristo” y con “Kundum”, su película más misteriosa, hermética y desconocida.

Japón. Siglo XVII. Dos misioneros jesuitas en busca de un tercero que, habiendo sido encarcelado y torturado, ha perdido su fe. ¿En serio? ¿Este es el argumento de la última película de Scorsese? ¿Sin drogas, pistolas, cuchillos, billetes verdes ni ajustes de cuentas?

Sí. Advertidos quedan. Reconozco que es una apuesta arriesgada. Sin embargo, para mí, no habrá mejor regalo que disfrutar de “Silencio” en un día tan señalado.

Y es que… ¡menuda forma de comenzar el año cinematográfico, con la imprescindible “Comanchería” (de la que hablamos aquí), con el último Scorsese y con “Passangers”, espectacular pero mediocre y desaprovechada cinta de ciencia ficción. ¡El género de moda! Este año disfrutaremos, por ejemplo, de la vuelta de dos sagas míticas: Alien y, sobre todo, Blade Runner. Sin olvidar la cita anual con Star Wars, por supuesto.

Sudo, nada más pensar en “Blade Runner 2049”. De hecho, y aunque evito ver los tráilers de las películas, no pude resistirme al de la segunda parte de una película mítica. Y, cuando Ryan Gosling se encuentra con Harrison Ford, créanme que tuve palpitaciones.

De hecho, Gosling será el tipo a seguir este 2017: además de ingresar en el mundo replicante, es protagonista de la inminente “La La Land”, una de las grandes favoritas al Oscar, y terminará el año interpretando a Neil Armstrong en “First man”.

Tres películas vinculadas, además, a dos de los directores contemporáneos con más personalidad: Damien Chazelle y Dennis Villeneuve, de los que hablaremos pronto. Pero antes… ¡Silencio!

Jesús Lens