Tengo mono de ‘El Ministerio del Tiempo’, lo confieso. Los ocho episodios de la cuarta temporada me han sabido a poco y las incomprensibles dudas de Televisión Española acerca de la renovación de la serie de Javier Olivares no contribuyen a aplacar mi síndrome de abstinencia, precisamente.
Esta temporada ha tenido un marcado carácter granadino, con la aparición de Lorca y de Emilio Herrera. Y eso me ha llevado a fantasear sobre otros personajes granadinos o vinculados a Granada susceptibles de protagonizar aventuras temporales.
Washington Irving, por ejemplo. ¿Se imaginan lo que habría sido para el imaginario de la Granada romántica y orientalista que el escritor norteamericano no hubiera recalado en nuestra ciudad y/o no hubiera escrito sus famosos ‘Cuentos de la Alhambra’? Si nos ponemos en plan malafollá, podríamos inventar una trama en la que un oscuro funcionario decidiera llevarle a Sevilla para que escribiera los ‘Cuentos de los Reales Alcázares’ o, peor aún, a la Málaga de los museos franquiciados.
Otro personaje que resultaría polémico sería el duque de San Pedro de Galatino. Hace unos días, leyendo sobre Láchar, descubrí su castillo, del que no tenía referencias. Y aproveché para recordar su legado, incluyendo su impulso a la industria azucarera, el extinto tranvía hacia Sierra Nevada, tan añorado; o el mismísimo Hotel Alhambra Palace.
A través de la figura de Julio Quesada-Cañaveral y Piédrola se podría hacer una apasionante reflexión sobre las pulsiones entre la modernidad desarrollista y el conservacionismo tradicionalista.
Ni que decir tiene, Boabdil es carne de un Ministerio del Tiempo a la granaína. ¿Se imaginan que se hubiera emperrado en no entregar las llaves de la ciudad a los Reyes Católicos? Qué diferente habría sido la historia si el moro, en vez de suspirar a la altura de Otura, hubiera presentado batalla. La historia es la que es y mejor que Boabdil haya quedado como un llorica de leyenda y no como un obcecado guerrero.
Aunque mi personaje favorito de la Alhambra es un inválido llamado José García. Porque gracias a él y a su valentía, la retirada de las tropas napoleónicas de Granada no tuvieron como resultado la voladura definitiva de los palacios nazaríes. También hay mucho de leyenda en esta historia, pero la placa que recuerda su heroicidad, en el Patio de los Aljibes, es ¿fiel? testimonio de su actuación.
Juguemos. ¿A qué personaje haría usted protagonista de un hipotético Ministerio del Tiempo granadino?
Jesús Lens