En IDEAL, ayer publiqué este artículo que quiero dedicar a mi compañero y amigo, genial crítico y militante espectador de cine, José Enrique Cabrero.
El cese de actividad de la distribuidora cinematográfica Alta Films ha coincidido, en Granada, con el cierre de los míticos Multicines Centro, los únicos que programaban algo parecido a cine de autor en una ciudad que, nunca me cansaré de repetirlo, aspirando a ser Capital Cultural de Loquesea y jactándose de tener una de las mejores Universidades del país, la favorita de los Erasmus… no es capaz de albergar una sola sala de cine alternativo y en VO.
Escribo estas líneas en viernes, tras mirar, desconsolado, el paupérrimo panorama que ofrece la escuálida, menguante y lamentable cartelera granadina. Hace unos meses escribía que cada vez teníamos mayor oferta cinematográfica en nuestra ciudad. Fue un espejismo. Sigue habiendo bastantes salas, pero todas ellas programan prácticamente los mismos blockbusters norteamericanos. Y parte de la culpa, por supuesto, es nuestra. Suya, amable lector. Y mía. Porque nos hemos convertido en espectadores ausentes. En cinéfilos pasivos. En zombis culturales.
¡Cuánto nos lamentamos por el cierre de Multicines en Facebook y en Twitter… pero qué poco íbamos a ver las películas que programaban! Y ahora que no los tenemos, los echamos de menos. Ya se sabe: la herencia de Boabdil. ¡A llorar tocan! A llorar como plañideras cibernéticas aquellas proyecciones que no supimos defender como buenos y militantes cinéfilos; apoltronados y acomodados frente a las descargas por Internet.
Los cinéflilos, como el lince o el quebrantahuesos, somos una especie en peligro de extinción. Por ello, ¿habrá llegado el momento de asociarnos y unirnos en algún tipo de plataforma que nos permita compartir nuestra adictiva pasión, tratando de optimizar recursos para excavar pozos de celuloide que nos quiten la sed de cinefilia, en esta dura travesía por el desierto, en mitad del páramo cultural que empieza a cercarnos?
Es significativo que, en la era de Internet, las redes sociales y la conectividad total, cada vez sea más difícil articular de forma práctica, activa, útil, visible y presencial a la sociedad civil. Dado que en los tiempos de bonanza se fió todo lo relativo a la gestión cultural a determinados poderes públicos, instituciones e intermediarios; los ciudadanos nos hemos quedado inermes y paralizados, viendo cómo la cultura es borrada de nuestra vida.
Ahora se habla de una Marea Roja que reivindique la importancia de la cultura, cualitativa y cuantitativamente, en nuestras sociedades y economías. Una Marea Roja que defiendo y a la que me sumo, por supuesto. Pero ya no basta con exigir a las administraciones. Ahora, también, tenemos que reaccionar, sacudirnos la modorra y pelear por lo que queremos y nos gusta, con uñas y dientes. Por ejemplo, toca volver al cine. En masa. En conjunto. Y tratar de conseguir que se estrenen otras películas, además de las más comerciales.
¿Quién se apunta?
En Twitter: @Jesus_Lens