Masas de turismo

Recuerdo que hablamos de ello antes de la pandemia. Ojito con el ‘bonitiquismo’. Cuidadín con etiquetas como ‘El pueblo más bonito’, ‘La puesta de sol más bonita’ o lo que quiera que se les ocurra susceptible de ser bonito, desde una playa a una plaza o un callejón. Es una etiqueta cargada por el diablo.

Ando estos días por Asturias, dejándome traer y llevar por paisanos de la tierra. De otras visitas, además de los espacios de Semana Negra de Gijón, conocía los parajes más montañosos: Lagos de Covadonga, Picos de Europa, el Sella, la ruta del Cares, Arenas de Cabrales, Cangas de Onís y alrededores.

En esta ocasión, con base en Salinas, a orillas del Cantábrico, estamos recorriendo los fascinantes y agrestes paisajes marinos de la llamada Costa Verde, donde los prados y los bosques desembocan en las azules aguas del mar. Todo un espectáculo, sus playas de arenas negras o las de arenas blancas, interminablemente largas, como la de la propia Salinas.

Habíamos quedado para comer en Luarca. El consenso fue, antes, pasar por Cudillero, uno de esos pueblos turísticos que hay que ver, sí o también, no en vano forma parte destacada de una lista que, para mí, cada vez es más peligrosa, insisto: la de los pueblos más bonitos de España.

Fuimos el viernes y tardamos más de media hora en aparcar. Y eso que todo estaba perfectamente organizado y acondicionado. Pero era tal la riada de transeúntes y vehículos que la cosa se demoró lo suyo.

Daba igual tratar de pasear por las calles más grandes o por los callejones más estrechos, recónditos y serpenteantes. La marea humana lo llenaba todo. De hecho, para asomarse a la atalaya más famosa o, sencillamente, para hacerse una foto entre las letras del pueblo, había que guardar cola. Una larga cola. Estuvimos un rato de nada en Cudillero y nos marchamos. El runrún de sus comerciantes y hosteleros es, precisamente, que la gente va, hace las fotos de rigor y sale escopeteada. El de la gente, que los precios para tomar siquiera una birra están disparados.

¿Es bonito el pueblo? Objetivamente sí. Subjetivamente, no recomendaría la visita. Al menos, no en temporada alta. Una mera cuestión de percepción. Más y mejor disfruté de la visita a Luarca.

No será tan espectacular, aunque también es preciosa, pero culebrear por sus calles y disfrutar de las vistas desde la Ermita de San Roque es un gustazo.

Jesús Lens

Pisándose, cine y libros

Hoy voy a ejercer de malafollá. Otra vez. Y mira que lo siento, pero no me queda otra. Porque el pasado viernes, mientras veía una de las películas mudas programadas por el estupendo festival Granada Paradiso, Ángeles Mora daba el pregón de la Feria del Libro.

Y el sábado, mientras escuchaba a Alejandro Pedregosa, Juan Mata o José María Pérez Zúñiga, que presentaba su novela “Cine Aliatar”, no podía ver el desenlace de la trilogía erótica del cineasta alemán George Wilhelm Pabst.

 

Y lo más curioso del tema es que el Ayuntamiento de Granada es el principal impulsor de dos iniciativas culturales que se pisan entre sí. -Vaya por Dios, hombre. Ya está el Lens quejándose- podrán pensar ustedes.- Cuando no hay, porque falta. Y cuando hay, porque sobra.

 

Pues sí. Me quejo. Porque tengo el defecto de que me gustan igual el cine que los libros. Y me parece un error garrafal hacer coincidir en las mismas fechas dos de las propuestas culturales de más enjundia de esta ciudad. Y si a ello le añadimos los más de cien conciertos programados en el mismo fin de semana. ¿Será por semanas a lo largo del año?

Que sí. Que podemos echarle la culpa a la Semana Santa, que este año ha caído muy tarde. Pero que me da a mí que esta desmesurada concentración de actividad en las mismas semanas tiene más que ver con el cargante Bonitiquismo que nos invade. Que alguien ha decidido que no puede haber primavera más enjundiosa que la granadina y se está concentrando todo en las mismas fechas. Por ejemplo, la Media Maratón del próximo domingo. Aunque se eso, hablamos más despacio estos días.

Lo siento, pero no tiene sentido que Granada Paradiso y la Feria del Libro se pisen mutuamente. Porque el público objetivo al que van dirigidas ambas citas es el mismo. Al menos, el público granadino. Que si de lo que se trata es de mostrar al turismo cómo molamos, en plena temporada alta, hablamos de otra cosa.

 

Habrá que estar atentos al panorama literario y cinematográfico a partir de mayo. Que tenemos Cines del Sur, en junio, pero… ¿habrá algo más? Ojalá me equivoque y me tenga que comer esta columna, pero me veo añorando estos días en que, para ir a una actividad cultural, debo renunciar a muchas otras.

 

Jesús Lens