Para preparar el cine fórum del próximo martes a las 19 horas, con Luis González y Fernando Marías en el Teatro CajaGRANADA, que comentamos aquí, me he pinchado fuertes dosis estos temas, como banda sonora. Y es que la sombra de Tom Joad es felizmente alargada. El protagonista de «Las uvas de la ira», magistralmente trazado por John Steinbeck en una novela soberbia, fue interpretado en la película homónima de John Ford por Henry Fonda.
Pasado el tiempo, Bruce Springsteen retoma el espíritu del personaje para componer esta íntima y sentida canción: «The Ghost of Tom Joad»
Y ahora, una vez que la has escuchado en su versión más melódica y te has quedado con la letra, vamos a meterle un poco de caña. Y atentos a la introducción y a los nombres que cita el Boss:
¿Por qué me gusta, especialmente esta versión? Porque el Boss comparte escenario con Tom Morello, el guitarrista de Rage Against The Machine, uno de mis grupos favoritos de la historia y que, en su disco de versiones de algunos de sus temas favoritos de la historia incluyó, en versión hardcore su reinterpretación, abrasadora, de «The Ghost of Tom Joad»
Vamos con otro tema, basado en la película de Ford. A ver qué te parece. Éste es más tranquilo:
¡Recuerda! Nosotros somos la Gente y nunca podrán ni derrotarnos ni destruirnos.
Al principio de la serie Boardwalk Empire, la Atlantic City de los años 20 del pasado siglo luce colorista, alegre y luminosa. La ciudad tiene un paseo marítimo que es una joya y todos sus habitantes parecen vivir felices y comer perdices.
Creada por Martin Scorsese y Terence Winter, el padre de Los Soprano, esta colosal serie tiene como protagonista a Nucky Thompson, un político local del Partido Republicano que, en el consistorio, ocupa el puesto de… Tesorero. Desde esa posición y con su hermano al mando de la policía local, Nucky hace y deshace a su antojo, tanto en la ciudad como en el conjunto del estado y hasta en la propia Washington, siendo una de las voces que todos escuchan a la hora de nombrar, por ejemplo, al Fiscal General.
Por supuesto, de poner y quitar alcaldes y concejales a su antojo, ni hablamos. Entre los personajes secundarios de esta prodigiosa serie está un joven Al Capone, que ya empieza a hacer de las suyas en la ciudad de Chicago, asociado a Nucky.
Y es precisamente en la Ciudad del Viento, también conocida como la Segunda Ciudad de los Estados Unidos, donde transcurre la acción de otra serie igualmente portentosa, inquietante, anticipatoria y desasosegante: “Boss”.
Si bien es cierto que el personaje de Nucky tiene muchos paralelismos con personajes actuales, podríamos pensar que media un abismo entre los Estados Unidos de hace un siglo y hoy en día. Sin embargo, “Boss” transcurre en la actualidad. Y no en una ciudad cualquiera, sino en la ciudad de moda, gracias a Obama, que allí tiene uno de sus feudos más leales.
El Jefe que da título a la serie sí es alcalde de la ciudad pero, ni que decir tiene, en sus manos acumula mucho más poder que el meramente otorgado por su puesto y, así, sus chanchullos, tejemanejes y negocios convierten al contrabando de alcohol organizado por Nucky en un juego de niños.
El Boss es el Jefe, claro. Pero ese título implica más, mucho más, que una simple jefatura o puesto en el escalafón.
El Boss, el Jefe, es el Capo.
El Puto Amo.
El que maneja los hilos, como Coppola nos mostrara en “El Padrino”, una de esas inabarcables sagas que no se terminan nunca.
Nos gusta pensar que todas figuras, todos estos personajes y sus prácticas corruptas y mafiosas, son producto de la desmesurada y calenturienta imaginación de los novelistas y guionistas norteamericanos. Pero, por desgracia, basta con leer la prensa de estos días para comprobar que, en versión cañí y casposa, nuestra sociedad está infestada de personajillos que parecen inspirarse en Nucky o en el inefable Tom Kane interpretado por un magistral Kelsey Grammer.
Los trajes, los sobres, las dobles contabilidades, el blanqueo de dinero, los sobornos, el tráfico de influencias, los nombramientos a dedo, los hombres de confianza, los mamporreros y palafreneros que arreglan cualquier desaguisado, los conseguidores, los mediadores, los chantajistas…
No consigo olvidar el capítulo en que Kane no consigue que los concejales le aprueben uno de sus planes y, como represalia, entorpece una negociación con el sindicato de operarios de limpieza de la ciudad, a los que fuerza a ir a la huelga, al grito de: ¡Inundemos Chicago de basura! Por no hablar de cómo consigue remontar su popularidad, en uno de los momentos más bajos de su carrera, y que no cuento para no estropear el final de la primera e imperial primera temporada de “Boss”.
Y es que, ya se sabe, el cine y la tele no son más que unos meros entretenimientos a los que no conviene conceder importancia alguna…