ENEMIGOS PÚBLICOS: LOS MALOS DE VERDAD

Ya saben ustedes que este viernes se estrena una de las películas del año, sobre la que venimos insistiendo con pasión: «Enemigos públicos».

 

Ya llega, la gran película del año
Ya llega, la gran película del año

Pues no dejen de leer este estupendo reportaje sobre los enemigos públicos de verdad, sobre las figuras históricas en las que está basada la película.

 

Y atentos a la banda sonora de la misma, de Elliot Goldenthal, con canciones de Billie Holiday, Diana Krall o ésta joya de Otis Taylor…

 

Jesús Lens, opositando a enemigo público número 1.

ENEMIGOS PÚBLICOS & CARLOS BOYERO

Hace un par de días glosábamos las maravillas de «Enemigos públicos». ¿Las leyeron? ¿Qué les parecieron? Lo mismo alo exageradillas… ¡pues no!

Miren, entre otras lindezas, lo que escribie Carlos Boyero sobre la última obra maestra de Michael Mann:

 

«Enemigos públicos no te decepciona. Es una de las mejores cosas que le han ocurrido este año al cine norteamericano, una sucesión de imágenes magnéticas y rodadas digitalmente, diálogos sin desperdicio, una ambientación y una atmósfera que otorgan credibilidad absoluta a la época y los conflictos que te están describiendo, un sentido de la violencia en el que las balas y la sangre adquieren insoportable sensación de realidad, se agradece la ausencia de psicologismo y de moralina, interpretaciones tan sobrias como memorables de protagonistas y secundarios, la capacidad narrativa que acredita a los maestros.»

 

Para leer completo el más que recomendable artículo de Boyero, sigan este enlace.

 

Jesús Lens, dillingeradicto.

INNOVACIÓN, BOYERO Y GUARDIOLA

De entre las cosas buenas de este fin de semana autista que llevo -y es que a veces necesito estos voluntarios y radicales encierros, lejos del mundanal ruido, parapetado en casa, entre libros, revistas, periódicos, CDs, DVDs y teclas de ordenador- una de las más estimulantes es poder dedicar mucho tiempo a la lectura pausada de la siempre bien nutrida prensa findesemanal.

 

Y encontramos distintos artículos, entrevistas y reportajes que abundan en algunos de los temas que hemos venido blogueando a lo largo de los últimos días.

 

Empecemos por el fútbol, que ya tocamos el pasado sábado en este «Real Madrid Esperpentos Club» y que viene fuerte con la columna de hoy de Manuel Vicent en El País. «Existen dos clases de futbolistas: los que en el campo sólo ven piernas y los que sólo ven espacios. En su tiempo, Guardiola fue un futbolista sintético, que ahorraba tres jugadas con un solo pase… Ese lance sólo lo consiguen los futbolistas que tienen el swing de la geometría en sus pies. Guardiola era uno de ellos y lo ejecutaba con el don de los deportistas superdotados, en los que la acción equivale al pensamiento.»

 

La acción equivale al pensamiento.

 

Impresionante frase, cargada de sentido y de largo alcance, que nos devuelve a esta polémica columna que, sobre la Innovación, publicamos el pasado viernes.

 

En las páginas salmón de IDEAL podemos leer una entrevista con Joel Kurtzman, «economista y asesor del Banco Mundial y las Naciones Unidas y uno de los gurús de la innovación más respetados en Estados Unidos».

 

Primera pregunta sobre la coyuntura de nuestro país: ¿Cree que es posible cambiar de patrón económico? «Llevará mucho, mucho tiempo. España se apoya en la industria de la construcción que es la más lenta en cambiar y la menos innovadora.»

 

Y, tras hablar sobre los problemas de la economía española, el mazazo: Entonces, España puede ir desechando la innovación como receta para salir de la crisis… «La innovación no es una medida de emergencia sino un plan a mayor largo plazo, como la inversión en educación. Y, desde esta perspectiva, ambas son necesarias para España.»

 

O sea, que no íbamos tan desencaminados en nuestra columna. De hecho, en la encuesta que tienen a la Derecha de sus pantallas, todos nos vamos definiendo como más o menos innovadores. ¡Creo en la innovación! Ya lo dije en aquel otro artículo sobre la Actitud para el Cambio. Pero, ojo, ni la innovación va a implantarse en España por decreto ni se va a imponer de hoy para mañana.

 

¿Qué les parece si empezamos a acuñar términos como Innovacción o Imaginacción a nuestros escritos y los aplicamos a nuestra vida? Con un cierto sentido, claro. Porque, recordemos…

 

¡La acción equivale al pensamiento!    

 

Y terminemos con cine. ¿Están al cabo de la calle de la trifulca que se ha montado por culpa de un Post de Almodóvar en su Blog, criticando al crítico de El País, Carlos Boyero, cuyos vídeos rodados desde Cannes han desatado la caja de los truenos, y que pueden ver y escuchar desde AQUÍ?

 

La bronca ha sido tan grande que hoy, la Defensora del Lector del periódico ha terciado en ella: «Choque de culturas en la crítica de cine.» Y destacamos, tan sólo, la autodefinición de su estilo que hace el criticado crítico, que trata de aportar en sus textos aquello que él más aprecia como lector: «Leer por el placer del texto. Si un texto me engancha, no necesito estar de acuerdo con lo que dice. Un texto no tiene que aburrir, ni ser ilegible. Ha de cultivar la fascinación, la hipnosis, la identificación emocional para conseguir atrapar al lector. Yo intento dar pasión, ironía, emoción. Conozco mucha escritura muerta. Yo intento que mi texto tenga vida».

 

Di que sí Carlos. Que por esa forma tuya de ser y expresarte te seguimos tantos y tantos lectores. ¡No cambies nunca!

 

Jesús Lens, en vivo y en directo, desde su encierro, bien abierto al mundo.

 

PD.- Anoche vi «Juno». Por fin. Es tan buena que creí estar viendo el episodio piloto de alguna de esas series de televisión que han revolucionado el siglo XXI. Maravillosa.   

MICHAEL HANEKE, PALMA DE ORO EN CANNES CON «LA CINTA BLANCA»

No parece haber sido una edición muy brillante de Cannes, aunque algunas películas interesantes se han podido ver, tal y como Carlos Boyero ha ido contando a través de las grabaciones hechas con un móvil y que constituyen un inmejorable fresco de esta edición del más famoso Festival de Cine del mundo (Para ver los vídeos, PINCHAR AQUÍ) Y estrenada «La cinta blanca», AQUÍ la crítica de Boyero. Y AQUÍ, la nuestra, personal y también favorable.

 

Al final, por encima de los Almodóvar, Amenábar, Gilliam, Tarantino, Loach, Coppola, Von Trier o Coixet, la Palma de Oro ha sido para Michel Haneke por su radical Blanco y negro en «Das weisse Band» y los otros grandes triunfadores de esta edición de Cannes son los filipinos Brillante Mendoza, como mejor director por «Kinatay»; la británica Andrea Arnold por «Fish tank» y el coreano Park Chan-wook por «Thirst».

 

La película de Haneke, como en él es habitual, cuenta el reverso oscuro y violento, durísimo, de la sociedad. En este caso, se va a la Alemania de los años anteriores a la I Guerra Mundial para contar las vidas de unos chavales a los que el futuro les deparará participar en la gran ignominia del siglo XX: el nazismo. Esto dice Haneke: «Primero son víctimas de la violencia, pero ¿en qué momento la convertirán en arma para su rol de verdugos? «Los niños no son sólo el futuro, sino también el pasado. Desde que Freud entró en escena, no creo que quede alguien que piense que infancia es sinónimo de inocencia. Y dado que todos fuimos niños alguna vez, tenemos una gran responsabilidad hacia ellos».

 

La crítica de Carlos Boyero es inapelable: «El bisturí de Haneke da miedo. El director pone en marcha todo su poder de sugerencia en «La cinta blanca» (Seguir leyendo). Una película polémica que dará que hablar y que se define como una bofetada a la concienca social en esta interesante entrevista.

De Haneke ya hemos hablado otras veces en este Blog. Por ejemplo, en este Post, discutiendo sobre la Originalidad o la Representación en el mundo del arte o en este otro artículo, sobre Finales que cortan el rollo.

 

 

Alain Resnais ha sido reconocido con un Premio Espacial por toda su carrera y, en fin, que el resto del palmarés, lo pueden consultar AQUÍ. 

 

Jesús Lens, cinéfilo.  

AGORA: AMENÁBAR vs. BOYERO

Tras su estreno en Cannes, ha llegado en loor de multitudes «Ágora» a las salas españolas. Con división de opiniones. En un momento damos la palabra a Boyero y a Amenábar, en vivo, y después enlazamos dos críticas, tan distintas como complementarias. Por cierto, que habría sido una buena película para incorporar a nuestro libro de cine y viajes, «Hasta donde el cine nos lleve», y que incluiremos en una nueva reedición del mismo.

 

Pero déjenme que opine en caliente y en breve, nada más salir de un cine abarrotado como hacía tiempo que no veía (ni la maravillosa «Up» o la estupenda «Enemigos públicos» lo conseguieron), debiéndonos congratular especialmente porque sea una película española la que lo ha conseguido. En caliente, como digo, «Ágora» me ha dejado bastante frío. Y siento tener que escribir esto, que a algunos parecerá una herejía. Pero es así. Tanta, tantísima intensidad y trascendencia en cada plano ha terminado por cansarme. Y, ojo, que técnicamente me parece irreprochable. Perfecta. Fantástica. Cada euro del altísimo presupuesto está excelentemente gastado e invertido, pero el contenido no está a la altura del fastuoso continente.

 

La obsesión de Hypatia acerca de los movimientos de los planetas, la verdad, no aporta nada a la película, más allá de definir al personaje y, al final, darle un final poético a su muerte. Pero esa parte de la historia es repetitiva y cansina. Sobre las historias de amor, nada tengo que decir. Aunque tópicas, están bien resueltas, contribuyen a dibujar y definir a los personajes y tienen el peso justo en la historia.

Y vamos con la madre de todas las discusiones: las guerras de religión. Resulta paradigmático que la película, rodada en inglés (el Latín de los tiempos modernos, Amenábar dixit) para favorecer su distribución internacional, no encuentre quién la estrene en EE.UU., supuestamente por lo mal que la película deja a los cristianos, convertidos en unos fundamentalistas de tomo y lomo. Y, sin embargo, para mí que, quiénes peor quedan retratados en la película son… los musulmanes.

 

En serio. No es una boutade. Aunque Alá y Mahoma todavía no habían hecho su aparición en escena, que el Arcángel San Gabriel aún descansaba cuando Alejandría se veía sumida en el caos; Amenábar ha vestido a los fundamentalistas cristianos de negro riguroso, de forma que, cuando incendian los libros y manuscritos de la Biblioteca, rodados en toma cenita, parecen auténticas cucarachas, idénticas a los chiitas del momento. Y Cirilo, el Pope Negro… ¡si es idéntico al Saladino que nos contaran las películas sobre las cruzadas, más moro que el mismísimo Otelo!

 

Y créanme que tenía dudas sobre todo esto… que quedan despejadas cuando, al final, antes de matarla y mientras la arrastran por las calles, los hombres del Cirilo cubren a Hypatia con un velo… que es un inequívoco Burka.

 

O sea, que «Ágora» se erige como canto contra la intolerancia y el fanatismo, sea de los paganos, de los judíos, de los cristianos y, aunque todavía no existieran, de los musulmanes. Lo que, como declaración de intenciones está muy bien. Pero dejarlo claro y huir del maniqueísmo requiere de tantas peleas, lapidaciones, traiciones y encendidos discursos que, sintiéndolo mucho, termino por desconectar. Me gusta más la recreación histórica de las calles de Alejandría, del Faro, de la Biblioteca y del Ágora que las proclamas existencialistas. Y, por lo mismo, el trabajo de los actores tampoco llega a emocionarme, más allá de la indudable y serena belleza de Raquel Weisz, un inmejorable acierto de cásting.

Hablo en caliente. Quizá, cuando pasen unas horas, más en frío, vea las cosas de otra forma. Pero de momento… pues eso. Y sobre el tema del cine español, ¿cuántos de los que defienden las bondades de «Agora» como cine español de calidad han visto, por ejemplo, esa joyita que es «Agallas», española por los cuatro cosatados? Porque lo de Amenábar es un fenómeno sociológico que convierte en anécdota al mismísimo Almodóvar cuando de convocar al público a una liturgia cinematográfica se trata. Pero el cine español es más, mucho más de la Doble A. No lo olvidemos a la hora de sacar cinéfilo pecho patrio      

 

Y, ahora sí. Que hablen los protagonistas. Porque a través de un vídeo grabado con un móvil, el director de la película, el niño prodigio Alejandro Amenábar, dice ESTO sobre el estreno, mientras que nuestro gurú y crítico de cabecera, Carlos Boyero, dice ESTO otro.

 

¿Qué pensáis?

El trailer, desde luego, es excepcional… Ahora, demos nuevamente la palabra (escrita) a Boyero: «Viendo el resultado de Ágora, es imposible hacerle reproches a su estética ni a su ética, a su argumentación moral ni al tono narrativo, a lo que trata de contar y a la forma de hacerlo. Pero a esa fuerza expositiva, a la necesaria e inaplazable crítica del fundamentalismo religioso y la asfixia que éste ejerce contra el pensamiento libre, le falta nervio, le falta capacidad de conmoción para implicar emocionalmente al espectador en una historia tan terrible, para que la barbarie que observas te remueva, para que el progresivo acorralamiento que sufre esa astrónoma atea te toque las entrañas.»  (Leer la reseña completa AQUÍ)

 

Pero hay otro artículo fantástico, AQUÍ,  en que Jordi Costa, directamente, asesina a Amenábar, al que odia cordialmente. Sin olvidar ESTE de Jacinto Antón, recordando a la verdadera Hypatia:

 

«Entre Cleopatra y Justine, la antigua reina y el personaje moderno de Lawrence Durrell, está Hypatia, la otra gran alejandrina. Juntas, las tres mujeres representan perfectamente el alma de Alejandría, la capital de los Ptolomeos -con los inigualables Biblioteca y Museo, el alto Faro y el Soma, la resplandeciente tumba del fundador, Alejandro Magno- pero también la ciudad arruinada de innumerables calles en las que se arremolina el polvo de la historia, la ciudad de las rencillas religiosas, la decrépita y melancólica del Viejo (Kavafis), la ciudad recreada por E. M. Forster, la ciudad, en fin, «de las cinco razas, cinco lenguas, una docena de religiones, el reflejo de cinco flotas en el agua grasienta, más allá de la escollera, pero con más de cinco sexos», como la describió Durrell en su Cuarteto. Alejandría… con Atenas y Roma la gran partera de nuestra civilización y el crisol de tantos sueños, amores y maravillas.»

 

Jesús Lens, preguntón.