Queridos: ya sabéis que estamos en pleno lanzamiento de la Colección Nube Negra, que dirijo para la editorial Palabaristas y que editamos en formato digital.
Hace unos días os traía, gratis, la novela “Mirando espero”, de Justo Vasco, reedición de una maravillosa novela, galardonada con el Premio Dashiell Hammett de hace unos años. Hoy, y como primicia, un estreno de lujo: la nueva, inédita, sorprendente y arrebatadora nueva y última novela de otro Premio Hammett y Premio Carmona de Novela Negra: Guillermo Orsi. Al imbatible precio de 4,95 euros… ¡un novelón que puedes comprar AQUÍ!
Ahí va la introducción que he preparado para esta edición:
¿Se imagina el lector que la “Laura” de Otto Preminger o “La mujer del cuadro” de Fritz Lang hubieran desaparecido en la Buenos Aires de un futuro no excesivamente lejano? Una Buenos Aires caótica y desestructurada, sitiada por una Niebla perpetua, ferozmente dividida en sectores y en la que poner un pie en la calle es una invitación a que un francotirador te siegue la vida de un disparo. Una violenta Buenos Aires en la que la medicina y la ciencia han quedado proscritas, sustituidas por la superchería, la adivinación y la hipnosis.
Y es en esa Buenos Aires, quizá no tan improbable como una primera lectura podría hacer pensar, donde vive y trabaja Arquímedes Newton Romano, antiguo médico obligado a reciclarse en Buscapersonas, al que un repulsivo cliente, no por casualidad apodado “El Roedor”, le encarga que encuentre a una mujer, siempre una bella mujer: Lana. ¿O es Elana? Aunque… ¿y si fuera Perla?
A lo largo de “El árbol del Vaticano”, Romano irá recorriendo una ciudad en descomposición en la que la lucha de clases hace tiempo que terminó, con un resultado tan previsible como desolador: (casi) todos muertos. Y, aun así, sigue habiendo clases: la clase baja, la clase minúscula y la infraclase.
También quedan, por supuesto, los (escasísimos) vencedores de la contienda. Tipos como El Roedor. Y algún que otro outsider. Como Colorado Badaraco, mercader de arte. O Duarte Tercerro, un cíberartista para el que, en su momento, posó Lana, de la que quedó lógica y justificadamente enamorado.
“¿Qué tenía? Tres nombres, por ahora, para un solo e irrepetible par de ojos, cuyo color e intensidad variaba según las estaciones y la capacidad de apreciarlos de quien tuviera el privilegio de ser mirado por ellos”.
Navegando entre violentas bandas de Quickers y de Crackers, con la no siempre grata compañía de su socio Gorlero; durante su búsqueda, Romano tendrá que ingresar en el demencial sector Desamparado, del que nadie sale con vida y donde los temible Marabunta campan por sus respetos, pero también tendrá que sumergirse en los no menos amenazadores barrios altos de una ciudad en la que la humanidad de sus vecinos parece haber sido succionada por la Niebla.
A través de un descomunal ejercicio de desbocada y portentosa imaginación, el escritor argentino Guillermo Orsi ha trazado en “El árbol del Vaticano” una de esas inquietantes distopías que, por desgracia, podrían llegar a ser.
Estamos ante una novela que combina el género negro y policial del que Orsi es consumado maestro con un contexto de ciencia ficción anticipatoria muy, pero que muy anclada en la realidad que podemos leer cada día en los periódicos y ver en los noticieros.
Y, sin embargo, en mitad del caos y la podredumbre, el cambiante color de los ojos de Lena nunca deja de iluminar al lector, acompañándole a través de una desbordante y adictiva lectura.
Jesús Lens