Esta entrada, esta música, está dedicada a cuatro buenos amigos: Julia y Panchi; Álvaro y Pepe. Que me hicieron volver a abrir las puertas de una casa que llevaba mucho, demasiado tiempo cerrada. ¡Gran velada!
No hay otro igual. Como las figuras del toreo, no deja indiferente. O se le ama, incondicionalmente, o se le aborrece, por sus excesos, sus florituras y su exuberante salvajismo en directo. ¿Saben que en su último concierto en Granada, el teclado del piano que usó Michel Camilo quedó ensangrentado?
No les extrañará, si además de escuchar, han visto esa «Descarga para Tito» de ahí arriba.
Pinchen este vídeo y, además de conectar los altavoces y subirles al máximo el sonido, sigan las manos del pianista. O inténtenlo. Porque sus dedos son más rápidos que la vista.
Yo puedo escuchar a Camilo durante horas, sin cansarme.
Desde que lo descubrí en «Calle 54», la magistral película de Fernando Trueba, esta canción, «From within», está entre mis favoritas.
Su primer disco con Tomatito me apasiona.
Y, como nos decía Michael Mossman hace unos meses, ver a Camilo al mando de una Big Band hace que un viaje a los Estados Unidos ya tenga todo el sentido del mundo. Y si no se lo creen, atentos a las dos partes de este inenarrable «Caribe».
Cuando escribo esto llevo cinco horas seguidas de música, escritura, libros y películas. Una gran, una grandiosa tarde, créanme. La pulsión ha vuelto. Del todo.