Estaba firmemente dispuesto a hablarles de un tema tan apasionante como el de las plantas cuando Pedro Sánchez me cambió el guion. El pasado jueves, IDEAL publicaba un espectacular reportaje titulado ‘Árboles para enfriar ciudades’. El subtitular era tan elocuente que me dieron ganas de enmarcarlo: “Una avenida arbolada puede llegar a estar hasta 8 grados más fresca que una desierta de vegetación. ¿Y el asfalto? Pasa de los 30 a la sombra a los 60 al sol”.
Si ya lo sabemos y suena a perogrullo, ¿por qué no exigimos a nuestros munícipes que se pongan las pilas? Estos días en que nos derretimos a 40 grados, caminar por Granada es una temeridad. Verbigracia, el Paseo del Violón, uno de esos infiernos que no se le habría ocurrido ni al mismísimo Dante.
En el reportaje de marras se insiste en algo fundamental: los árboles urbanos deben ser frondosos, con mucha sombra. Exactamente lo contrario de lo que se viene haciendo en Granada en los últimos lustros, donde se arrasa con los grandes ejemplares, costosos de mantener y difíciles de podar, y se sustituyen por paupérrimos arbolitos más tiesos que una cuenta corriente a día 25. Para comprobarlo, dense una vuelta por el entorno del PTS, otro de los lugares más ardientes de Granada y que debería ser ejemplo de justo lo contrario.
Asunto de consenso es el llamado Anillo Verde, una de las grandes propuestas de Antonio Cambril que el PP hizo felizmente suya. Está muy bien que los bordes de la ciudad se llenen de parques y zonas arboladas, pero hay que exigir que no se tale ni un gran árbol más de la ciudad, salvo caso de extrema y urgente necesidad. Ya vale de ampararse en el criterio de los técnicos para cepillarse ejemplares que han tardado decenas de años en crecer. Lo hizo Torres Hurtado, lo hizo Paco Cuenca y lo hizo Luis Salvador. Cortar por lo sano es siempre lo más fácil, lo más cómodo y lo más barato. También es lo peor para la ciudadanía y va en perjuicio de nuestra calidad de vida. Esfuércense un poquito, o un muchito, a la hora de remodelar las calles y plazas de la ciudad.
En esas estaba cuando Sánchez anunció que todo el poder es para la ortodoxia de Nadia Calviño, que la Montero deja ser Portavoz y Redondo cesa como guionista. Y me obligó a cambiar la columna. Aunque tampoco tanto.
Jesús Lens