Estimada Susana Díaz: ahora que ha pasado una semana de las primarias y empieza a bajar la intensidad del furor mediático contra ti, escribo estas líneas como invitación a la reflexión, sobre todo, de quienes te rodean.
Hace un par de años, en la entrega de los Premios IDEAL, estuviste fantástica. Pronunciaste un discurso de más de veinte minutos sin mirar un papel en que hiciste un extraordinario repaso por la trayectoria de todos los galardonados, aprovechando para dibujar un certero diagnóstico de lo mejor de nuestra tierra. Utilizaste un tono íntimo y cercano, como si conocieras la trayectoria de todos los premiados desde el principio de sus carreras y hubieras compartido sus éxitos, pero también sus miedos, dudas y zozobras.
Más de una semana me pasé hablando maravillas de ti, después de aquel discurso, hasta el punto de que alguna gente empezó a mirarme raro. Y, precisamente por eso, no entiendo cómo ha podido cambiar, tantísimo y tan a peor, tu capacidad de comunicación. Te he escuchado estas semanas, con esas inflexiones de voz, con esos gritos seguidos de susurros; y he sido incapaz de creer o compartir una sola de tus palabras. Empecé a leer comentarios poco favorables entre amigos de todas partes de España. Y me daba pena. Pero, ¿qué decir?
Luego llegó la foto. Sí. ESA foto. Con Guerra, bien. Que sigue siendo un referente para el socialismo. Pase lo de ZP, por sus políticas sociales. Pero, ¿era necesaria la presencia de Rubalcaba y la del denostado y energético González, flanqueándote? Cargar con más de 250 años de historia del PSOE a tus espaldas, sola, debe ser muy duro. ¿No cabían en la imagen compañeras o compañeros, jóvenes y decididos, que ofrecieran una mirada hacia delante?
¿Y las fotos en la Feria de Sevilla, vestida de faralaes entre hombres trajeados, encorbatados y aplicados al besamanos? ¡En plenas primarias!
¿De dónde sacaste aquello de la casita en la playa y lo de salir una vez a la semana a tomar cervecitas, mezclándolo con la educación y los másters, en un contexto de crisis interminable? Y, sobre todo, ¿cómo se te ocurrió aprobar un documento marco sobre tu proyecto de política cultural, de folio y medio, incluida la aberración de las clases medias asiáticas y las playas españolas?
En serio. Reflexionad. Y haced los urgentes cambios que la situación exige.
Jesús Lens