La felicidad era aquello

A final de junio, me gusta hacer balance del primer semestre del año. Como coincide con mi cumpleaños, aprovecho para parar, coger resuello, echar la vista atrás… y tratar de que el ejercicio me sirva para replantear los meses por venir.

La felicidad era leer el periódico tomando un café y una tostada de jamón en una terraza

Repasar estos seis meses provoca vértigo. Que hayan pasado cosas de tanto calado y trascendencia y que nuestra respuesta solo haya podido ser mantenernos confinados, quietos y encerrados; resulta increíble.

Leo la palabra ‘increíble’ y me parece increíble (sic) cómo ha cambiado su significado en este lapso de tiempo. Lo increíble, lo imposible, impensable, inaudito e inconcebible ya no lo son tanto. De ahí, también, que nos estemos hartando de zamparnos bulos y noticias falsas.

Resulta paradójico que, en mitad del caos y mientras el mundo se tambaleaba desde sus cimientos, estos meses me hayan permitido recuperar un ritmo de lectura y visionado de películas tan absorbente como el de mi ya lejana juventud, cuando ni siquiera existía internet y las 24 horas del día transcurrían a un ritmo radicalmente diferente al actual.

La felicidad es tener mil y un tebeos por leer

Si las cuentas no me fallan, he leído 37 cómics y 39 novelas y/o ensayos. He visto 92 películas en casa, además de 11 en el cine, antes del confinamiento. ¡Y 22 temporadas completas de series! Que puede parecer una barbaridad, pero que últimamente las elijo cortitas, de seis o siete episodios lo más.

Por contra, la parte del año que arrancó con el disfrute de musicales, exposiciones, conciertos, obras de teatro y otras actividades en vivo y en directo, pegó el preceptivo cerrojazo para tornarse en completamente aséptico, zoombado y digital.

Si alguna lección podemos extraer del confinamiento es que la felicidad era algo muy parecido aquello que dábamos por descontado y apenas valorábamos en sus justos términos. Los ritos más sencillos de antaño: quedar para ir al cine y, al salir, comentar la película en la barra del bar. Subir a Sierra Nevada para hacer una excursión o bajar a la playa a darse un chapuzón. Un fin de semana de turismo rural, de aventuras o cultural. Salir de conciertos y de tiendas; de cañas y tapas; de farra y cachondeo.

La felicidad era hartarte de ver cine negro

Aun así, la gran enseñanza de la cuarentena no es tanto que cualquier tiempo pasado fue mejor cuanto que, carpe diem, conviene aprovechar las infinitas posibilidades que nos brinda nuestro día a día y disfrutarlas con los cinco sentidos, que nunca sabemos cuándo pasarán a la historia.

Jesús Lens

GESTIÓN DEL TIEMPO VITAL

Leo una entrevista en «Redes» entre Eduard Punset y Philip G. Zimbardo y me parece brutalmente interesante lo que, bien pensado, no son más que obviedades, pero que así trenzadas tienen todo el sentido del mundo.

Y más aún.

Se puede pensar en el pasado de dos maneras: pensar en todas las cosas malas (los abusos, los rechazos…) o pensar solamente en las cosas buenas.

Se puede vivir en el presente disfrutando del momento (y ser feliz), pero si lo haces en exceso te puedes volver adicto a todo.

Si eres pobre puedes convertirte en un fatalista del presente: “nada de lo que haga va a cambiar las cosas”. Entonces no planearás nada, porque tener planes o no tenerlo no cambia nada…

Esas zonas temporales distintas tienen una gran influencia sobre nosotros: sobre la gente con la que nos asociamos, el tipo de trabajo que buscamos, las probabilidades de meternos el líos y cometer delitos…

Y conecta con el Mal porque, si solamente te centras en el presente, nunca piensas en lo que puede pasar si engañas, hurtas, robas o practicas sexo no seguro… ¡por que nunca piensas en el futuro!

El mal consiste en personas que quedan atrapadas en el presente y nunca piensan en el futuro.

Nunca piensan, si violan a una mujer porque quieren sexo, qué es lo que pasará con esta mujer durante el resto de su vida. Nunca piensan en la mujer en el tiempo, solamente en su propio placer aquí y ahora.

Me planteo entonces cómo podemos empezar a entrenar a las personas para que tengan una perspectiva temporal equilibrada. Que no se centre excesivamente en el futuro, porque entonces te vuelves adicto al trabajo…

¿Cómo lo veis?

Jesús Lens