Evitar el odiavirus fascista

El viernes pasado, tan agrio e inquietante, amaneció una mañana preciosa. Asistí a la presentación a medios de comunicación del nuevo ciclo de conciertos de Cervezas Alhambra y aproveché para hablar de varios temas con la gente que andaba por allí, de actos literarios a una premier de cine; de la situación de bares y restaurantes a un nuevo certamen culinario.

Desayuné en el Gran Café Bib-Rambla, uno de mis favoritos, y mientras hablábamos de cómo va el negocio, aluciné con el espectacular dibujo de la plaza y la Catedral que un cliente y amigo del local les ha regalado.

Celebré el Día del Libro en Subterránea Cómics, que tenía pendiente de recoger mi ejemplar firmado y dedicado de ‘Contubernios nacionales’, escrito por Álex Romero e ilustrado por Bute. Me encontré con un Paco sonriente y relajado. Me pillé lo último de Juarma, un excitante librito titulado ‘Abrázame hasta que esta vida deje de dar puto asco’, y recién salido del horno, el integral de ‘Los mentores’, de Zidrou y Porcel. Todo granadino y muy granadino.

Mientras bicheaba por los anaqueles, hablaba con Paco de ventas y eventos, presentaciones y festivales. A la vez, saltaba la noticia de que Chechu González, el cocinero de María de la O, ha pasado a la final de un concurso culinario en Madrid Fusión. ¡Menudo puntazo!

Al volver a casa me encontré con lo que ustedes ya saben. La ultraderecha se las ha ingeniado para dictar el paso de la actualidad y ahí están la inmensa mayoría de políticos y sus corifeos, saltando a la comba al ritmo que  marcan Monasterio, Abascal y demás voceros. Con sus mentiras y sus amenazas, sus bulos y sus voces; han conseguido que el debate electoral gire en torno a ellos.

Las redes, convertidas en cacatúas y fiel reflejo de la polarización reinante, repiten las mismas consignas una y otra vez. ¿Las redes he escrito, así al bulto? Es injusto. Porque las redes no son solo el altavoz de sus amos. En las redes, el viernes, mientras se derramaba la hiel dictada por los manidos argumentarios de manual y el cansino ‘y tú más’; cientos de miles de personas disfrutaban de Sant Jordi y compartían flores, libros y lecturas.

Maravilla de Teresa Valero y su Contrapaso para el Día del Libro

No. No somos como ellos. La mayoría de españoles estamos en cosas como tratar de ganarnos la vida. Y en no contagiarnos, ni de coronavirus ni de odiavirus fascista, la otra gran plaga de estos tiempos.

Jesús Lens

Más de ir que de volver

No me las prometo del todo felices, que los contagios han tocado suelo en Granada y, en estado mesetario, pueden volver a dispararse en cualquier momento. Sin embargo y durante unos días, he tenido sensaciones parecidas a las de antaño, como si parte de mi vida anterior, en suspenso durante tanto tiempo, se empeñara en emular a las golondrinas, oscuras y primaverales.

Volví a tener dos reuniones presenciales para tramar cosas, preparando la tercera edición de Gravite. Ambas en mesa de bar, en terraza exterior. La primera, compartiendo tés y cafés. La segunda, con unas cervezas que se alargaron hasta las seis de la tarde, hora de cierre de la hostelería. Y es que la zona de gastrobar del María de la O es un espacio idóneo para dejarse llevar. Charla fluida y abundante. Complicidad, planes, proyectos, ideas…

Las croquetas de carabinero de María de la O

Volví al baloncesto y, aunque éramos pocos y apenas hacíamos ruido, los quinientos aficionados que regresamos al Palacio de los Deportes gozamos como nunca con las evoluciones de los jugadores en la pista. No me importó perder el la prórroga y de forma inclemente. La clave era volver a ver deporte en vivo y en directo, sentir la energía de la competición en directo.

Volví a disfrutar de unas jornadas gastronómicas, también, con todas las medidas de seguridad y en un ambiente que me hizo sentir confortable y a gusto, libre de agobios y preocupaciones durante unas horas.

Pastela moruna de El Coso

Siempre he sido una persona más de ir que de volver. Me gusta descubrir sitios nuevos, conocer a gente diferente, probar otros lugares, sabores, sonidos y sensaciones. Cuando me planteaban volver a… lo que sea o a donde sea, hacía por cambiar la proposición y convertirla en algo novedoso y singular.

En ese sentido, era muy de Félix Grande, cuando escribía “Donde fuiste feliz alguna vez / no debieras volver jamás: el tiempo / habrá hecho sus destrozos, levantando / su muro fronterizo / contra el que la ilusión chocará estupefacta”.

Ahora, sin embargo, he transmutado en fervoroso defensor de la tesis de que segundas partes pueden ser buenas, como ya demostró Coppola, y disfruto de cada resquicio de la pujante nueva/vieja normalidad, por ínfimo que sea, como si fuera un tesoro.

Son sensaciones vagamente parecidas a las de la primera desescalada, pero nos encuentran más resabiados, más enseñados, por lo que espero que las medidas que se adopten en las próximas semanas sean lo más cautelosas y conservadoras posibles.

Jesús Lens

Faltan granadas en Granada

Uno cree que sabe de algo hasta que empieza a estudiar un tema en profundidad y cobra socrática conciencia de que apenas sabía nada. Me ha pasado estos días con una fruta que, por lógica y cercanía, debería resultarnos de lo más conocida, habitual y cercana. Y sin embargo…No les voy a glosar las bondades de la granada. Les emplazo a unas páginas más adelante de este IDEAL, al suplemento Gourmet de hoy viernes, donde hemos preparado un completo reportaje especial sobre ella. (Leer AQUÍ)

Lo resumiré en dos palabras: sen-sacional. La granada es prodigiosa, en todos los sentidos de la palabra, desde lo puramente culinario a lo nutricional. Es una de esas súper-frutas que suponen un chute de salud en vena y que ofrecen infinidad de posibilidades gastronómicas, en fruto o en jugo. Pero ya les digo que, si les pica la curiosidad, lean el Gourmet.

Lo que me ha llamado poderosamente la atención es la poca presencia de las granadas en la oferta gastronómica de Granada. Como me decía el chef Chechu González, de María de la O, faltan granadas en Granada. De hecho, en el patio de su restaurante hay algunos granados y está terminando de ultimar un postre para servir en un molde que reproduzca sobre el plato su singular forma. Que, como le decía Antonio Arias a Chechu, vivimos en una tierra con nombre de bomba. ¡Ahí es nada!  (Por cierto que AQUÍ podéis disfrutar de la exquisita receta creada para nuestro suplemento por Chechu).

Vale. La granada es una fruta dura de pelar. Con malafollá, para variar. Trabajosilla y, si me apuran, ingrata. Pero además de ser la única fruta presente en el escudo de España, representa la diversidad dentro de la unidad, es símbolo de fertilidad y prosperidad y su color rojo pasión es puro fuego. (Aquí tenéis dos recetas más: de Ana Entreolivos y la de la foto de abajo, de José Caracuel, de Casa Piolas)

Tartar de ternera y granada de Casa Piolas

¿Cómo es posible que la granada pase tan desapercibida en la gastronomía de nuestra tierra? ¿Cómo no existen unas jornadas gastronómicas, tan populares en otoño, dedicadas a un fruto que ahora está de temporada? A nada que alguien le echara imaginación y acertara con la comunicación, unas Jornadas de la Granada, en Granada, podrían ser la bomba.

Jesús Lens