El pasado fin de semana largo fue caótico en Granada, más allá del famoso vídeo de Ganivet. La gente que iba al Nevada advertía en las redes que el Nevada estaba a tope. Quienes salieron de excursión por algunas de las rutas más conocidas de la Sierra flipaban por la cantidad de gente que colapsaba caminos y senderos. Quienes fueron a la Alpujarra se la encontraron al borde del reventón.
Las colas en la Capilla Real, las aglomeraciones en la calle Navas, la zona de copas de Pedro Antonio… Turistas y oriundos aprovecharon el buen tiempo para salir a las calles, al campo y a la montaña y Granada se convirtió en un hervidero humano.
Nada raro, por otra parte, cuando llevamos años y años buscando el llenazo total. El llenazo a toda costa. El llenazo sea como sea y al precio que sea. Cada récord anual de visitantes era celebrado como un exitazo y las voces que advertíamos sobre los riesgos y los daños colaterales de entregar Granada al turismo masivo nunca fueron escuchadas.
Hace unos días, Antonio León, el presidente de la Caja Rural, decía lo siguiente en una entrevista con IDEAL: “Hablas con la gente del sector turístico y se quejan de que el turismo que venía no era de calidad. Pues aprovechemos que ahora no viene nadie para decidir y que el resurgir del turismo sea otra cosa”. Visto lo visto, no parece que vayamos precisamente en esa dirección.
Al final, las medidas acordadas por la Junta de Andalucía para Granada se han quedado en (casi) nada. Ni se cierra la ciudad, ni se nos confina, ni se tocan los horarios. Excepto en los colegios mayores, sometidos a toque de queda. ¡Menudo agravio con los estudiantes que viven en pisos! Además, se suspenden las clases en la UGR durante 15 días.
La Universidad paga el pato de los desmanes del puente del Pilar. Cierto que el presencialismo a ultranza decretado por las autoridades académicas no ayuda a la contención de la pandemia. Pero esta culpabilización de la Universidad de todo lo malo que está pasando en Granada me parece injusta y desproporcionada. De hecho, el propio alcalde señaló que, de los denunciados por lo de Ganivet, ocho de cada diez habían venido de fuera.
El día 1 de noviembre cae en domingo, por lo que el festivo se pasará al lunes. ¿Nos frotamos las manos ante la perspectiva de un nuevo llenazo turístico o nos echamos a temblar?
Jesús Lens