El Cine con Swing también es documental

Terminábamos la anterior entrega de Cine con Swing hablando de Eastwood y de Bird, AQUÍ. Ahora… ¡segumos!

Clint Eastwood, además de ser actor y director de cine, es músico. De hecho, ha firmado la banda sonora de algunas de sus propias películas. Pero, además, como gran amante del jazz, dirigió “Piano Man” como parte de un proyecto inspirado (y producido) por Martin Scorsese: seis documentales musicales que bucean en el alma musical del ser humano.

 Piano man

Hay muchos documentales sobre el mundo del jazz, que recogen imágenes reales e interpretaciones de decenas de músicos. Pero uno de los mejores y más reconocidos por la crítica es “Let’s Get Lost”, protagonizado por Chet Baker y filmado justo antes de su fallecimiento. De hecho, el músico murió en Ámsterdam, mientras la película estaba en fase de montaje. Nos encontramos ante un documental elegíaco en el que contrasta la atractiva belleza del trompetista cuando era joven con su deteriorado y demacrado aspecto, al final de su vida. Escrito y dirigido por el fotógrafo Bruce Weber, el documental ganó uno de los premios del Festival de Venecia y estuvo nominado al Óscar y es una íntima y sentida reflexión sobre el paso del tiempo, la fugacidad de la vida y la explosión de las pasiones.

 Let's get lost

En ese sentido, también es muy emocionante la película que Michael Radford escribió y dirigió en 2001 para el pianista francés Michel Petrucciani. Nacido en 1962 y aquejado desde su nacimiento de una osteogénesis imperfecta que le impidió un crecimiento normal, Petrucciani era tan frágil que se fracturaba los huesos de las manos si no tenía cuidado cuando tocaba el teclado de su piano. Batallador como él solo, superó todas las barreas hasta convertirse en un genio de una creatividad y una pasión desbordantes, elementos en los que bucea la película de Radford, utilizando para ello imágenes de archivo del músico, grabaciones y entrevistas con sus familiares, amigos, mujeres y amantes.

 michel petrucciani

Pero los músicos de jazz no parecen, solo, en las películas documentales. Por ejemplo, en “Round Midnight”, Bertrand Tavernier, además de construir el mejor de los clubes posibles, reunió a los mejores músicos de jazz de los 80, y no solo para interpretar y grabar la banda sonora compuesta por Herbie Hancock, sino para que aparecieran en pantalla como los músicos con los que toca el protagonista, Dale Turner, interpretado por el saxofonista Dexter Gordon. Así, además de al propio Hancock al piano, podemos ver (y escuchar) a Wayne Shorter, a Freddie Hubbard o a Ron Carter.

 Kansas City

Y precisamente Ron Carter aparece interpretando a un contrabajista, también, en otra de esas películas que no solo cuentan una historia, sino que tratan de filmar la esencia de la música. La esencia del jazz. Hablamos de “Kansas City”, de Robert Altman, un filme libertario cuyas mejores secuencias se desarrollan en el interior del The Hey Hey Club, uno de esos garitos en los que nació el Be Bop y en los que se desarrollaban las famosas Batallas de Jazz en las que los mejores músicos rivalizaban sobre el escenario, improvisando melodías basadas en estándares clásicos. Largos y extenuantes solos de saxo o trompeta que eran contestados por los demás músicos, que tocaban toda la noche, sin descanso, hasta que el amanecer marcaba el final de la batalla. Que no de la guerra. Eso sí, al que no daba la talla sobre el escenario… ¡lo expulsaban! Sin miramientos ni contemplaciones. Y es que había que ser muy bueno para tocar en Kansas City.

Altman se hizo construir su personal versión de The Hey Hey Club y allí filmó todas las secuencias musicales de la película, además de rodar un documental mientras se grababa la banda sonora, en vivo y en directo, con las mesas del club rebosantes de espectadores que, vestidos como en los años 30, bebían y fumaban sin parar. Porque la famosa Prohibición, a según qué locales, nunca les llegó a afectar.

 Kansas City Altman

Pero si hay una ciudad a la que todos identificamos con el jazz, ésa es Nueva Orleans, cuna y origen de una música que empezó a ser interpretada por los esclavos africanos que llegaban a un lugar de resonancias mágicas: Congo Square. Y, desde allí, al mundo entero. Aunque hay varias películas en que aparecen la ciudad más europea de los Estados Unidos, ha sido una serie de televisión, “Treme”, la que un mejor y más sentido acercamiento ha hecho a la esencia musical de Nueva Orleans, consiguiendo que las actuales estrellas del jazz contemporáneo aparezcan en pantalla, interpretándose a sí mismas en cameos más o menos largos. ¡Qué gustazo, encontrarse a Trombone Shorty, Dr. John, Coco Robicheaux, Allen Toussaint, Elvis Costello, Steve Earle, McCoy Tyner, Cassandra Wilson o Terence Blanchard; a muchos de los cuáles hemos podido ver y escuchar en el Festival de Jazz de Granada o en el Jazz en la Costa de Almuñécar.

 Wendel plays the airport gig with friends. Troy Andrews comes for his luggage.

Treinta y seis episodios divididos en cuatro temporadas son los que David Simon y Eric Overmyer, autores de la mítica serie “The Wire”, pusieron en marcha para la cadena HBO. La serie comienza tres meses después del paso del Katrina y alberga multitud de personajes y de tramas argumentales: chefs de cocina cajún, indios, rituales, abogados, profesores universitarios, el Mardi Grass y, por supuesto, la música.

Treme

Como señala Simon, a modo de reflexión sobre el sentido y el alcance de la serie: “de lo que de verdad habla Treme es de la importancia de la cultura en la vida de una ciudad americana, quizá la más especial de todo el país como es Nueva Orleans”.

Jesús Lens

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La música y los músicos de Los Fabulosos Baker Boys

Y tras las dos primeras entradas de cine sobre «Los Fabulosos Baker Boys», que puedes leer aquí y aquí, toca hablar de la banda sonora:

Detrás de la banda sonora de “Los fabulosos Baker Boys” hay un tipo con una carrera musical llena de éxitos, coronada con un Oscar por la música de “The Milagro Beanfield War” (Un lugar llamado Milagro) en 1989. Es el mismo autor de la música de películas tan célebres como “Los tres días del cóndor”, “Tootsie” o “El graduado”. Sí, mucho Sydney Pollack. Buen amigo.

 Fabulosos Baker Boys poster inglés

Lo que quizás no se sepa tanto es que este mismo señor posee también una fructífera discografía jazzística dónde hay colaboraciones con Benny Goodman, Thad Jones, Sarah Vaughan, Carmen McRae, Quincy Jones, Gerry Mulligan o Art Farmer; en fin… ¿Quién mejor entonces para firmar la banda sonora de Los fabulosos?

Dave Grusin es posible que pase más a la historia musical por sus composiciones para películas que por sus discos de jazz. ¡Y por hacer cantar a Michelle Pfeiffer como una diva del jazz! No obstante, estamos ante un estupendo pianista de jazz que nos recuerda a Bill Evans o a Red Garland. A músicos como Grusin muchos críticos y aficionados al jazz no le perdonan sus coqueteos con el jazz-fusión, el smooth jazz, el jazz pop o el crossover jazz, adjetivos todos que llevan aparejados el sambenito de mala música y de jazz de baja categoría. Música advenediza vamos. No me encuentro yo precisamente entre los seguidores de este tipo de música pero, al igual que pasó con cierto jazz de los 70, no conviene eliminar de un plumazo toda una época histórica del jazz amparados en una simple etiqueta musical. Una revisión detenida de este tipo de discografía nos podría dar más de una sorpresa… positiva. Además, tampoco es oro todo el jazz revisionista de los 80 que promovían los “jóvenes leones”.

 Fabulosos Baker Boys beso

En el haber de Grusin está también ser fundador en 1978, junto al batería Larry Rosen, del sello GRP, dónde grabaron Dizzy Gillespie o Chick Corea allá por los años 80.

Para la banda sonora de “Los fabulosos Baker Boys” Dave Grusin llamó a un buen puñado de amigos para tocar los temas originales que había compuesto para la película. De los seis temas que firma el pianista yo destacaría “Shop Till You Bop”, buen tema bop con un estupendo tour de force de Ernie Watts al saxo tenor y Sal Marquez a la trompeta que acompaña de manera alegre un pasaje de la cinta en la que Jack (Jeff Bridges) obliga a Suzie (Michelle Pfeiffer) a volver al escenario; “The Moment of Truth” (basada en la melodía de “Candy Man”) suena mientras Jack acude al tejado a calmar a Nina (Ellie Raab), para este tema Grusin se hace acompañar de su buen amigo el guitarrista Lee Ritenour; y ese tema que aparece al principio de la película y que nos avanza musicalmente de alguna manera el carácter de Jack, “Jack’s Theme”, con un inconfundible sonido de trompeta a lo Miles. En estos tres casos creo que se da esa necesaria ecuación que cumple todo bueno compositor de bandas sonoras: acompañar de la mejor manera el desarrollo de una acción sin que apenas se note la presencia de la música.

 Fabulosos Baker Boys

Todo hay que decirlo, la banda sonora está muy por encima de la película. A ello contribuye la incorporación a la b.s.o. de varios músicos emblemáticos de la historia del jazz. La interpretación del standart “Lullaby of Birdland” a cargo del trío liderado por el legendario baterista Earl Palmer es estupenda, ¿un guiño a un músico que salió de la muy jazzística Nueva Orleans para probar las mieles del éxito en Hollywood primero y como acompañante de grupos de blues y rock más tarde? Benny Goodman fue uno de los primeros empleadores de Grusin, en los años 60. “Moonglow”, el tema que interpreta el cuarteto de Benny Goodman en la cinta, lo compuso nada menos que Irving Mills (el mismo que firma “Mood Indigo” o “Sophisticated Lady”) en los años 30 y se convirtió en popular gracias a las interpretaciones de la orquesta de Joe Venuti o el propio Goodman. Art Tatum también registró una interpretación del tema que personalmente considero superior. La orquesta de Duke Ellington no necesita ser presentada. Bajo la batuta de su hijo y continuador Merce Ellington aparece otro de esos temas emblemáticos del jazz: “Do Nothin’ Till You Hear from Me”.

Mención aparte tiene Michelle Pfeiffer. Resultaba inevitable llegar a este punto.

 Fabulosos Baker Boys duo

Se habla mucho del “Makin’ Whoopee” de la Pfeiffer, más por el modo que por la interpretación en sí; sin embargo, es en “My Funny Valentine”, que pone el broche final a la película, dónde creo que explota mejor la actriz sus dotes como cantante. No se crean que resultó fácil habida cuenta el precedente de la actriz como cantante en “Grease II” (¿acaso creían que no hubo una segunda parte?). Pero Grusin sabía lo que se hacía con la actriz. No hay que olvidar que había trabajado con dos divas de la talla de Sarah Vaughan y Carmen McRae. En cualquier caso, el propio director confesaba la profesionalidad de la actriz: “Fue un claro ejemplo de lo que un buen actor puede realmente hacer”; y la Pfeiffer lo confirmó: “Escuché mucha música de jazz, Billy Holiday, Hellen Merrill… aunque no trataba de copiar a nadie”. Para la anécdota queda el comentario de Sally Stevens, que la ayudó como coach a perfeccionar su voz: “Le sugerí que escuchara a Ella Fitzgerald, (…). Al principio Michelle Pfeiffer estaba más cerca cuando cantaba de Bob Dylan que de Ella”. ¿Se imaginan?

BSO (GRP, 1989):

Jack’s Theme, Welcome to the Road, Makin’ Whoopee, Suzie and Jack, Shop Till You Bop, Soft on Me, Do Nothin’ Till You Hear from Me, The Moment of Truth, Moonglow, Lullaby of Birdland, My Funny Valentine.

Músicos:

Dave Grusin (teclados), Ernie Watts (saxo tenor), Lee Ritenour (guitarra), Sal Marquez (trompeta), Brian Bromberg (bajo), Harvey Mason (batería), The Duke Ellington Orchestra (dir. Mercer Ellington), Earl Palmer Trio, Benny Goodman Quartet, Michelle Pfeiffer (voz).

Cid & Lens

 

Los Fabulosos Baker Boys. Parte 2

Continuamos con la segunda parte de dedicada en Cine con Swing a «Los Fabuloso Baker Boys». La primera parte está aquí. Y la entrada sobre la Banda Sonora, aquí.

“Michelle fue la guinda del pastel”, sostiene Kloves. “Su interpretación de Susie Diamond está perfectamente ajustada y resultó ser una cantante maravillosa. Michelle es una actriz con registros ilimitados”. Y es que, aunque hubiera hecho sus pinitos vocales anteriormente, en la secuela de “Grease”, la Pfeiffer no era cantante y, de hecho, empezó a tomar lecciones solo dos meses antes de la película.

 Fabulosos Baker Boys blues

Para preparar su papel, al que optaron antes que ella actrices como Debra Winger, Brooke Shields, Jodie Foster, Jennifer Jason Leight o la mismísima Madonna; Michelle estuvo trabajando en sesiones de hasta diez horas diarias en el estudio y, después, se llevaba las cintas a casa, para seguir practicando. Porque no es lo mismo cantar con el acompañamiento y el apoyo de toda una banda detrás que hacerlo únicamente acompañada por el sonido del piano. Generalmente de dos. Pero, a veces, de uno solo.

Como en la toma más famosa de la película, en la que Susie y Jack han de actuar solos en uno de los conciertos de Navidad para los que les han contratado en un fastuoso hotel de fuera de Seattle, dado que Frank ha tenido que volver precipitadamente a casa por un accidente familiar.

Susie comienza su actuación subida en lo alto del piano, tumbada sobre él. Tras ponerse de pie, poco a poco va descendiendo, con delicadeza y seductoramente, ante la atónita mirada de un Jack que, por fin, parece estar disfrutando al tocar su música. Ella canta “Makin’ Whoopee” y con su actuación enamora al público, al pianista y, por supuesto, al espectador de la película.

 Fabulosos Baker Boys balcón

Para diseñar la coreografía de esta toma, que requirió de seis horas de filmación, la actriz no necesitó más que una sola lección, pero durante los ensayos llevó coderas y espinilleras, por lo que pudiera pasar a la hora de bajar, con esos taconazos, por el borde del piano.

Ese es el punto de inflexión de una película que, hasta entonces, había venido marcada por la relación entre los hermanos. Relación, como dijimos, fría y poco cordial. Tensa. Una relación de conveniencia. Lo pudimos apreciar cuando Frank entra en un garito de jazz tras otra noche de mierda y una discusión con su hermano.

Jack llega al Henry’s uno esos clubes con alma en los que se entra bajando unas escaleras y en los que un grupo se deja la piel, vibrando sobre el escenario. Al piano, un chaval. Uno tan joven y talentoso como alguna vez fue el propio Jack. De hecho, el espectador tiene la certeza de que Frank no solo fue cliente habitual del garito, sino que también tocó ese mismo piano, sobre ese mismo escenario, tiempo atrás. Mucho tiempo atrás.

El dueño del local saluda afectuosamente a Jack, aunque le afee lo poco que se prodiga:

– ¿Cómo le va a Jack Baker? ¿Todavía estás en el Sheraton?

– Me evita problemas.

– Entonces, ¿qué haces aquí?

– Buscar problemas.

Una tarde, cuando Jack y Susie ya se han enrollado, para desesperación de Frank, que empieza a ver cómo se le viene abajo su proyecto; ella irá a buscarlo a su casa. No es que hayan comenzado una relación seria, pero a ella se la ve ilusionada. Jack, sin embargo… La joven vecina, con un punto de celos, le indica que ha salido, pero que puede encontrarlo en Henry’s. Un Club que, no por casualidad, está cerca del apartamento de Jack. De hecho, podemos estar seguros de que el pequeño de los hermanos Baker no ha buscado un alojamiento más lujoso para no perder la cercanía con lo único que sigue siendo puro, desde su punto de vista vital. Lo único que le mantiene unido a lo que una vez fue… y le gustaría volver a ser: un músico de verdad. Un artista, y no un artesano.

 Fabulosos Baker Boys nochevieja

Y allí encontramos a Jack, con una sonrisa de oreja a oreja, tocando abrasadoramente, volcado sobre el piano, concentrado en su música, casi, casi levitando. Tanto que ni siquiera se percata de la presencia de una Susie con la que un poco más adelante terminará discutiendo.

Ella abandona a Los Fabulosos Baker Boys y, por fin, estalla la tormenta entre los hermanos. Esa tormenta que se venía gestando desde el principio de la película. Porque los dos, además de tener concepciones muy diferentes de la vida, tampoco entienden el arte de la misma manera. Son tan distintos… como los dos hermanos que les dan vida en pantalla.

Jack, Jeff Bridges, es guapo y seductor y, debajo de esa apariencia cínica de tipo duro, malaje y bebedor; late un cálido corazón, como se pone de manifiesto a través de la relación con su vecina… y con su perro. Frank, Beau Bridges, es mayor, feote y tirando a ridículo. Pero también es, además de consciente, serio y profesional, un buen hermano. El que guarda los trofeos y los premios que ambos han ido ganando a lo largo de su vida, sobre todo, cuando eran niños-prodigio. El que, posiblemente, ha evitado que su hermano se fuera por el mismo despeñadero que tantos otros músicos de jazz antes que él. Y después.

 Fabulosos Baker Boys Michelle

Un hermano consecuente que comprende y admite que Jack necesita un cambio en su vida, respetando el nuevo camino que ha elegido tomar: dos noches a la semana tocando el piano en ese garito en que se siente, de verdad, como en su casa. Y, a partir de ahí, lo que venga.

Ver a los dos hermanos tocando juntos de nuevo, por placer, resulta emocionante. A fin de cuentas, tampoco son tan diferentes. Si hasta sus nombres son casi idénticos. Jack y Frank. Frank y Jack. Las dos caras de una misma moneda. Por cierto, que los hermanos Bridges tuvieron buenos maestros a la hora de aprender a tocar el piano, de cara a la filmación de la película: el compositor y pianista Dave Grusin se encargó de Jeff y John F. Hammond hizo lo propio con Beau.

Según señala el director de “Los Fabulosos Baker Boys”, Jeff Bridges siempre fue su primera opción para interpretar a Jack. Tal y como lo define Kloves, “es uno de esos actores que nunca parece que están actuando. Todo resulta muy sencillo y fluido con él, tan natural que no parece que trabaje su papel”.

 Fabulosos Baker Boys Jack

La llegada de Beau al proyecto fue distinta: cuando se planteó la posibilidad de que participara en la película, el propio Kloves era renuente, pensando que podría parecer una jugada demasiado forzada. Sin embargo, cuando el guion estuvo definitivamente ultimado, el director reconoce que “habría matado por tenerlo a bordo. Beau posee una maravillosa habilidad para lograr momentos memorables en sus películas, con un sencillo gesto”.

¿Y Susie? ¿Qué pasa con esa Susie que carga a sus espaldas con una azarosa vida de hotel, siempre entre congresos y convenciones, consiguiendo improbables contratos para hacer anuncios de comida para gatos y sacándose un extra de vez en cuando, al quedarse a dormir con algún viajante que le pareciera más o menos atractivo?

Nos gusta Susie. Claro. ¿Cómo no va a gustarnos una chica que sostiene que ella no fuma cigarrillos americanos, que solo fuma los muy exclusivos “Paris Okans” porque “si te metes algo en la boca, que sea lo mejor”? Es una forma de marcar su territorio. Después, cuando coja de la mano de Frank uno de los sempiternos Chester que no deja de fumar, y le de una calada, mirándole a los ojos; le estará mandando una señal clara e inequívoca: Ahora sí.

 Fabulosos Baker Boys trío

A Madonna, una de las actrices que pudieron interpretar a Susie, el final de la historia le parecía muy blandito. Y soso. Sin embargo, no se me ocurre un final mejor y más apropiado para la cinta. Un final abierto y levemente optimista, que casa perfectamente con el resto del guion, de la historia y de la trayectoria de unos personajes de los que, igual que no sabemos exactamente de dónde vienen, tampoco sabremos hacia dónde irán, al final de la cinta, cuando aparezcan los títulos de crédito.

Resulta significativo que, a excepción de una de las chicas con las que Jack duerme al principio de la cinta y que sirve para mostrarnos su forma de vida, nunca veamos al resto de personas que orbitan en torno al trío protagonista. Ni sabremos nada de la familia de Jack ni veremos asomar a ese tipo que contrata a Susie y que termina de romper su relación con los Baker Boys. Excepto a la vecina de Jack, necesaria para dulcificar su carácter huraño y arisco; todos los demás personajes que aparecen en escena son poco más que extras, imprescindibles para que avance la acción.

 Fabulosos Baker Boys desayuno

Pero ninguno tiene la entidad suficiente como para ser considerado, siquiera, un secundario. Y es que “Los Fabulosos Baker Boys” es una pequeña joya, uno de esos Bocados de Realidad que hablan, con sinceridad, sobre lo que supone ser músico, tratar de ganarse la vida con ello con una cierta dignidad… y no morir en el intento.

Cid & Lens

Aquí va la tercera entrada sobre la música en «Los Fabuloso Baker Boys»

 

Los Fabulosos Baker Boys

Vamos con una nueva entrega de Cine con Swing. Hasta ahora llevamos «Round Midnight» y “Paris Blues”. Y a la nómina se incorpora esta nueva película…

La reunión de los Valdés, padre e hijo, en torno a sendos pianos, propiciada por Fernando Trueba, además de provocar un tsunami musical cuyas ondas aún nos siguen emocionando; permitió que saliera a la luz la dura y complicada biografía de Bebo, padre de Chucho.

Bebo, excelso pianista cubano que, entre los años 1947 y 1958 había sido músico residente y arreglista oficial del mítico Tropicana, se exilió de Cuba en 1960, por discrepancias con el gobierno de la isla, dejando atrás a su esposa y a sus cinco hijos para, a partir de 1963, radicarse en Estocolmo, donde formó una nueva familia y donde se pasó treinta años ganándose la vida como pianista de hotel.

Para quiénes amamos el jazz como género musical, pero también disfrutamos de su estética, su ambiente y su romántica iconografía, pocas cosas existen más anti-cool que un pianista de hotel.

 Fabulosos Baker Boys póster

Así, resulta imposible ver “Los Fabulosos Baker Boys” y no recordar la historia de los Valdés, más allá de darse la casual circunstancia de que, en la película, los hermanos protagonistas son interpretados por dos sensacionales actores: Beau y Jeff Bridges. Los hermanos Baker se ganan la vida, precisamente, tocando en los fríos y acartonados salones de varios grandes e impersonales hoteles de Seattle y en clubes horteras en los que han de vestir con camisas hawaianas para estar a tono con los cócteles preparados en una batidora eléctrica por una camarera a la que le trae al pairo que los músicos estén interpretando su repertorio. Porque la música no es importante. O, mejor dicho, es importante solo si sirve para que los clientes consuman una determinada cantidad de copas que permita rentabilizar la contratación de los músicos.

Y el problema es que Los fabulosos Baker Boys, tal y como se anuncian a sí mismos en los grandes cartelones que Frank (Beau Bridges) siempre anda acarreando de un lugar a otro, ya no despiertan excesivas pasiones, hasta el punto de ser despedidos de una de las salas en las que llevaban tocando mucho, mucho tiempo. ¿Quizá demasiado?

 Fabulosos Baker Boys trío

Pero Frank, que es quién lleva toda la parte comercial del dúo, el que busca los contratos y negocia los precios, tiene una brillante idea: contratar a una vocalista que de vida a la mortecina carrera de los hermanos Baker. Y ahí es donde entra en escena Susie Diamond, interpretada por la mejor y, posiblemente, la más hermosa Michelle Pfeiffer de toda su carrera, no en vano, por este papel ganó el Globo de Oro a la Mejor Actriz, además de otras muchas nominaciones, al Oscar entre ellas.

Escrita y dirigida en 1989 por Steve Kloves, “Los Fabulosos Baker Boys” es una excelente película que enamora por varias razones, pero sobre todo, por su sencillez y su falta de pretensiones. La película son los personajes. Y sus relaciones. Relaciones que oscilan entre lo cómico y lo tenso, con algunas gotas de dramatismo, pero solo el justo y necesario para darle un sentido a la resolución de la relación entre los dos hermanos. Sin embargo, de tragedia, nada. De nada. Afortunadamente.

Resulta llamativo que Kloves, con solo una película a sus espaldas, fuera capaz de poner en marcha “Los Fabulosos Baker Boys”, de la que es autor total, en su doble condición de guionista y director. Cuatro años después, en 1989, también conseguiría escribir y dirigir “Flesh and Bone”, una película de corte negro y criminal, pero ahí termina su carrera como cineasta hasta que, en el año 2001 se pone tras la cámara para filmar “Harry Potter y la piedra filosofal” y, a partir de ahí, la mayoría de las entregas de la serie del niño mago.

 Fabulosos Baker Boys rodaje

Nacido en Austin (Texas), en 1960, Kloves creció y se formó en California, llegando a ingresar en la UCLA de Los Ángeles, aunque no tardó en dejar sus estudios para trabajar en la industria del cine, como escritor. Tras haber ultimado el guion de “Los Fabulosos Baker Boys”, el libreto se pasó varios años de mesa en mesa, entre diferentes productoras de Hollywood. Hasta que al propio Kloves le dieron la oportunidad de dirigirla. La película tuvo éxito y repercusión, pero “Flesh and Bone” fue un fiasco total, lo que le condujo al ostracismo profesional durante varios años y le hizo renunciar a cualquier veleidad de autoría creativa.

¿Se convirtió Kloves en un trasunto de ese gris Frank Baker que toca en hoteles de Seattle para asegurarse un dinero a fin de mes, con el que mantener a su familia? ¿Renunció, como hace Jack Baker, a desarrollar una carrera creativa realmente excitante y arriesgada?

 Fabulosos Baker Boys poster

Porque ahí es donde radica el quid de la película: en las diferentes concepciones que los dos hermanos tienen tanto de la música como de la vida. Frank, casado y con hijos, tiene claro que de lo que se trata es de ganar dinero. Y si para eso hay que repetir 300 noches al año un mismo repertorio, que incluye temas tan obvios como “Feelings”, pues se repite. Y si hay que contar una y otra vez el mismo chiste, se cuenta. Lo importante es la pasta.

Jack, el hermano pequeño y el más talentoso de los dos, interpretado por el hermano guapo y seductor de los Bridges, Jeff; se deja arrastrar por una rutina que, desde el principio, vemos que no le satisface nada en absoluto. Detesta cómo su hermano ha de sonreír a los empresarios que les dan trabajo, aunque algunos se comporten como unos capullos y se encuentra hastiado de los chistes a los que tiene que responder cada noche. Pero, sobre todo, odia el tópico, manido, clásico y convencional repertorio que han de desgranar en cada concierto. Un repertorio a prueba de bombas. Siempre el mismo. Idéntico. E interpretado en el mismo orden. Y concierto.

Por eso, Jack siempre llega a los conciertos en el último momento, para desesperación de Frank. Como si no le importaran un ápice. Aprovecha para burlarse del pelo teñido de su hermano, toca como un autómata, cobra su parte y no tarda en desaparecer, a ser posible, con alguna chica con la que comparta las ganas… de no complicarse la vida.

 Fabulosos Baker Boys Pfeiffer

Jack vive solo en un apartamento, con la única compañía de su perro y las ocasionales visitas de una niña, una vecina a la que tiene medio apadrinada, dada la disoluta vida de su madre, que entra y sale libremente por la ventana que da a la escalera de incendios del edificio.

La llegada de Susie, sin embargo y por supuesto, lo cambiará todo.

Continúa leyendo, aquí, la segunda parte y, aquí, la entrada dedicada a la Banda Sonora. 

Paris Blues: la música y sus músicos

Segunda parte de «Paris Blues», para Cine con Swing. La primera está aquí.

Una película cuya banda sonora esté firmada por el Duque (Duke Ellington) siempre es algo que merece especial atención. Pero es que además el músico y compositor echa mano de nada menos que del gran Louis Armstrong, quién por otra parte también aparece en la cinta caracterizado como Wild Man Moore. Armstrong siempre fue un reclamo para el cine y aparece en más películas, pese a que muchos músicos negros no les gustase esta actitud del músico de Nueva Orleans. Digamos que aquí se acaba la presencia de músicos de jazz de fuste en la película… bueno, eso si no nos fijamos bien.

 Paris blues poster

Ni Sidney Poitier era Paul Gonsalves al saxo ni mucho menos Paul Newman debía sonar como el trombonista Bob Brookmeyer, pongamos por caso. Pero para eso estaba ahí Armstrong, para hacer lo que mejor sabía hacer, tocar la trompeta como los dioses. Para cuando salió la película, a principios de la década de los 60, Satchmo ya había aparecido en “Artistas y modelos” (1937), “Una cabaña en el cielo” (1943), “Músicas y lágrimas” (1953), “Alta sociedad” (1956) o “Las cinco monedas” (1959). Louis Armstrong fue probablemente, con todo merecimiento, el músico de jazz más popular, y sus apariciones en películas, series de televisión y en la radio, no hicieron más que acrecentar su popularidad.

No obstante, y conviene no olvidarnos de la realidad norteamericana de entonces, solo unos años antes (1947) de que se rodara “Paris Blues”, Louis Armstrong, ¡si… el mismo!, aparecía en una película titulada “New Orleans”, algo que molestaba a algunos. Boris Vian, un parisino ilustre al que tanto la ciudad como el jazz le deben una, se hizo eco de esto en 1948: “El presidente del Comité local de censura, el honorable ciudadano Lloyd T. Binford, mandó prohibir la proyección de la película en las pantallas de la ciudad de Memphis, debido al destacado papel que se le daba a Louis Armstrong en la distribución”. Así las cosas, comprenderán mejor el papel de Sydney Portier en la cinta.

 Paris Blues música

Satchmo aparece en “Paris Blues” tocando el tema Wild Man Moore (nombre también del personaje que encarna en el film de Ritt) y Battle Royal, ambos compuestos por Ellington. Parece que 1961 fue definitivamente el año de los encuentros musicales de Armstrong y Ellington. Todavía se encerrarían en el estudio para grabar dos discos más: “Together for the First Time” y “The Great Reunion”.

Pero como decía al principio, si nos fijamos bien podremos comprobar como en la película también aparecen otros músicos de jazz. El caso más curioso es el del pianista Aaron Bridgers. Al igual que tantos músicos de jazz de la época, encontró refugió en París, a dónde llegó en 1948. Bridgers, como otros jazzmen norteamericanos, hizo de la capital francesa su segunda casa, y fue un habitual de los clubes de jazz de la ciudad del Sena. El pianista había sido compañero sentimental del compositor y colaborador habitual de Ellington, Billy Strayhorn. De éste último es el tema que abre la película: Take the “A” train; por cierto, el único no firmado por Ellington.

 Paris Blues banda sonora

Los cantantes Diahann Carroll y Serge Reggiani puede que hoy día apenas sean recordados, pero entre la nómina de figurantes que aparecen en “Paris Blues” se encontraba un músico francés que contaba entonces con apenas 26 años. Michel Portal afortunadamente todavía hoy sigue firmando unos discos estupendos, pero yo no lo acabo de encontrar en la película.

BSO (United Artists, 1961):

Take the “A” train, You know something?, Battle Royal, Bird Jungle, What’s Paris Blues, Mood Indigo, Autumnal suite, Nite, Wild Man Moore, Paris Stairs, I wasn’t shopping, Guitar Amour, Return Reservation, Paris Blues.

*Todos los temas son de Duke Ellington a excepción de Take the “A” train de Billy Strayhorn.

Músicos:

Duke Ellington (piano), Louis Armstrong, Cat Anderson, Willie Cook, Ed Mullens, Ray Nance y Clark Terry (trompeta), Louis Blackburn, Lawrence Brown, Murray McEachern y Britt Woodman (trombón), Juan Tizol (trombón de pistones), Arthur Clark y Jimmy Hamilton (clarinete), Johnny Hodges y Oliver Nelson (saxo alto), Russell Procope (saxo alto y clarinete), Paul Gonsalves (saxo tenor), Harry Carney (saxo barítono, clarinete y saxo bajo), Harry Smiles (oboe), Les Spann (guitarra y flauta) y Aaron Bell (bajo).

Cid & Lens