Me gusta especialmente un párrafo de ‘Brazilian Psycho’, cuando el autor de la novela habla de dos chavales que ingresaron juntos en el cuerpo de policía. El padre de Lisboa, que era inspector de la Policía Civil, les repetía lo siguiente cuando era críos: “Es una profesión digna y gratificante. Tienes que usar la cabeza, tienes que pensar, pero también pisar la calle y pasar a la acción. No hay demasiados oficios que te permitan combinar ambas cosas. Solucionar los problemas de la gente es una buena forma de ganarse la vida”.
Hoy vamos a tener bronca en la librería Picasso, además de conversación, en el club de lectura y cine de Granada Noir. Porque el libro que llevamos, ‘Brazilian Psycho’, de Joe Thomas, no es particularmente fácil. Así lo advertimos en su momento: es de lectura dura y exigente. Después, por culpa del título, tuvimos que matizar lo de dura… ¿A usted también le ha recordado a aquel polémico ‘American Psycho’ de Bret Easton Ellis? Pues no. Nada que ver.
En este caso no hay psicópata. O sí. Pero de haberlo, en nada se parecería al que después interpretó Christian Bale en la adaptación cinematográfica de aquella brutal novela. Lo que nos cuenta Thomas es otra cosa. El autor británico, que vivió diez años en Sao Paulo, traza un abigarrado fresco negro y criminal de una de las ciudades más glamurosas, corruptas, violentas y emocionantes del mundo.
Como muestra, un botón. Esto dice una de las protagonistas: “Sao Paulo es sin lugar a dudas la capital de Sudamérica. Piénsalo, menina: rica en cultura, podrida de dinero, minada por la corrupción política, marcada por una brecha entre ricos y pobres que fomenta la desesperación, la delincuencia y un escaso respeto por la vida humana. Sin embargo, Sao Paulo está tan llena de vida que te hace sentir enérgica, politizada, importante”.
Un fresco vibrante porque la acción transcurre en momentos especialmente sensibles en la historia más reciente de Brasil: la llegada de Lula al poder, en 2003, y quince años después, cuando el ultraderechista Jair Bolsonaro aspira a alcanzar la jefatura de gobierno.
Hablar de la trama de ‘Brazilian Psycho’ es ocioso. Y no por los spoilers, siempre tan temibles. Es absurdo porque son tantos los hilos narrativos desplegados por Joe Thomas que harían falta veinte artículos como éste para empezar siquiera a definirlos.
Hay tramas de corrupción inmobiliaria, faltaría más. Y están las favelas, por supuesto. Están el poder económico y las finanzas haciendo las suyas desde las alturas —subir y bajar tiene mucho de alegórico en esta novela— y están los meninos da rua ejecutando las órdenes de los capos a pie de calle, controlándolo todo. O descontrolándolo, según se mire. Resumámoslo en este parlamento de Fernanda: “El barrio en sí mismo se parece bastante a cualquier otro. Está la gentrificación y la limpieza social que inevitablemente conlleva. Está la sensación de que existe una élite política, el resto de los mortales y luego, por debajo de éstos, los que no tienen voz ni voto”. La vida misma, tantas veces…
Se termina el espacio y no hemos hablado de ‘Ciudad de Dios’ y, sobre todo, de ‘Tropa de Élite’, película a la que Thomas hace referencia. Habla de esos escuadrones que arrasan en las favelas con los traficantes y los pandilleros, matándolos a todos. Una película que también “denuncia la hipocresía de los consumidores de clase media… Se les llena la boca con los derechos humanos, pero no se privan de comprar maría y coca a algún favelado amistoso. Unos mamones, eso es lo que son”.
Jesús Lens