La tentación de sacar a relucir a Pepe Gotera y Otilio en relación a Ingenio es mucha. El cuerpo pide tuitear corto y al pie, darle la palabra a ese sociólogo de emergencia que todos llevamos dentro y, a través de la burla y la mofa, hacerle sangre al cohete Vega de la empresa francesa ArianeSpace, responsable última del desaguisado.
Fue un error humano. Así rezaba el titular de ayer: «Las esperanzas espaciales españolas se pierden por un error humano». Y un subtitular entrecomillado: «El satélite Ingenio se desvió de su trayectoria por unos «cables mal conectados», pero abre la puerta a un contrato de casi 400 millones». Alguna vez les he comentado lo poco que me gustan los peros, que uno de mis lemas apócrifos es ¡Menos peros y más manzanas! Sin embargo, el ‘pero’ de ese titular me parece esencial.
El cruce de cables como metáfora de la Europa contemporánea, haciendo extensivo nuestro proverbial noventayochismo. Los cables mal conectados como epítome de la decadencia científica del Viejo Continente. Cable pelado, Vega estrellado e Ingenio perdido como sinónimos de la catástrofe cotidiana en tiempos de pandemia.
Sin embargo, prefiero quedarme con lo que subyace más allá del ‘pero’. Las imágenes que Ingenio tomaría de España tendrían aplicaciones prácticas en cartografía, agricultura, observación de los niveles de agua en embalses, uso del suelo, desarrollo urbano, seguridad y emergencias.
Ingenio llevaba una sensacional cámara dual de precisión milimétrica con un sistema óptico desarrollado por una empresa de Vizcaya capaz de fotografiar toda la península ibérica en dos meses. Portaba un GPS revolucionario diseñado al alimón por las universidades de Sevilla y la Politécnica de Cataluña. Ingenio era, permítanme la simplificación, algo precioso.
Me da rabia estar prestándole atención a lo bueno de Ingenio ahora que el satélite se ha perdido en el espacio, como lágrimas entre la lluvia, y no haber seguido el proyecto desde tiempo antes. Para resarcirnos, nos espera Copernicus. ¿Vamos con él? Aquí, más información.
Jesús Lens