Temblando

Habrá quien haga segundas lecturas de mi artículo de hoy en IDEAL. Y es posible que razón no le falte…

¡Menuda forma de empezar la semana! Temblando. En el sentido literal de la expresión. Porque el terremoto que nos sacudió ayer, a eso de las 5 de la mañana, nos hizo temblar a todos.

Terremoto IDEAL

Aunque cada persona reacciona de forma diferente ante un seísmo, cuatro son las tipologías más habituales. Está quien duerme a pierna suelta y no se entera de nada. Bendito él. O está muy cansado o es una persona feliz, sin apenas preocupaciones que le alteren el sueño. Gente con la conciencia tranquila que consigue mantenerse inalterada por grave que sea lo que ocurra a su alrededor. Lo que está muy bien, pero tiene un riesgo: que le caiga una lámpara en la cabeza. O algo.

Otro que puede quedar aplastado es el que siente el meneo y piensa: “ya pasará”. Y pasa. Y él se da la vuelta y sigue durmiendo. Impávido. Horas después, al despertar, duda si fue un sueño o fue verdad. Al encender la radio o conectarse a Internet comprueba que no fue un sueño. Que fueron 6,5 en la escala de Richter. Y piensa: ¿no debí haber reaccionado de otra manera? Pero sabe que no. Que a él, sacarlo de la cama, es muy complicado.

Terremoto dormir

La tercera forma de reacción lleva a la gente a despertarse muy alarmada con la sacudida y, presa de los nervios, no saber qué hacer. Aturullamiento, nervios, impotencia… Estas personas, se queden en cama o se levanten y empiecen a dar vueltas por la habitación, lo que está claro es que ya no van a volver a dormir. Y lo que el cuerpo les pide es contarlo. E informarse. Para seguir contándolo: llamar al 112, encender la radio, mandar Tuits y seleccionar “Terremoto Granada” en las tendencias, abrir hilos de Facebook, enviar WhatsApp preguntando en todos sus Grupos si todos están bien…

Terremoto Granada

Y, por fin, están los que saltan de la cama como un resorte, se ponen una Batamanta, echan mano del móvil y, antes de que la tierra deje de temblar, ya están en la calle, bajo el quicio de una puerta y lejos de cualquier cornisa que se les pueda caer encima. Yo admiro a estas personas. ¡Qué presencia de ánimo, qué disposición, qué templanza y qué saber estar! Lo que no sé es si luego, al verse de madrugada en mitad de la calle y en pijama, al comprobar que no ha pasado nada grave, les dará un poco de apuro la situación.

Jesús Lens

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