Oposición a la Granaína

En el Ayuntamiento de Granada hay dos formas de hacer oposición: la de Paco Puentedura y la del resto de grupos políticos, sean de izquierdas, de derechas o de centro, si tal espectro llegara a existir.

Tomemos como ejemplo el asunto de la remodelación del transporte público anunciada hace unos días y de la que escribí en IDEAL el pasado jueves (Leer AQUÍ). Para Puentedura, representante de IU, es buena, positiva y coherente, pero con matices. A partir de esa premisa, desgrana qué cuestiones serían mejorables, aportando su granito de arena al debate en forma de sensatez constructiva.

El resto de la oposición, para variar, se muestra unánimemente en contra. Aunque… ¿alguien esperaba una reacción diferente? El PP, inventor de la LAC, sigue defendiendo su modelo, erre que erre, por más que la implantación de la Alta Capacidad haya sido muy onerosa para las arcas municipales y, sobre todo, haya hecho perder un millón y medio de viajeros a la Rober. ¡Claro que funciona bien la LAC, su frecuencia es envidiable y un lujo para el centro urbano, como señalan los defensores de los autobuses azules! Lástima que lo sea a costa de maltratar a los usuarios del resto de barrios de Granada…

Ciudadanos, por su parte, vuelve a criticar que el PSOE toma las decisiones de forma unilateral, sin consenso, sin diálogo ni escucha activa. Es una letanía que, sin moción de censura a Paco Cuenca a la vista, debería ir cambiando, que ya cansa y aburre… por mucho que les sirva a sus concejales para no mojarse en ningún tema de calado. Y sin calar.

Para Vamos Granada, cualquier reforma del transporte urbano que no atienda a su confluencia con la red de autobuses metropolitanos, carece de validez. Lo que, como cuestión programática, estaría muy bien. Pero que, a efectos prácticos, nos conduce a un callejón sin salida: más allá de la controversia generada en la capital, ¿son conscientes de los conflictos que provoca la mínima alteración de las rutinas horarias en las líneas de los pueblos? Y no digamos ya si de modificar los trayectos se trata…

XXX. FOTO: ALFREDO AGUILAR

Aspirar a la excelencia está muy bien y resulta admirable. Sin embargo, no hacer ningún cambio y mantener el statu quo a la espera de la hipotética consecución de un resultado óptimo, nos conduce a la famosa parálisis por el análisis de la que tantos lamentables ejemplos nos ha dejado la historia.

Jesús Lens

Nefasta dejadez política

El año que viene por estas fechas, hablaremos de la inminente pre-campaña electoral en la que entrarán todos los ayuntamientos de la provincia, con la vista fijada en ese mes de mayo en que se celebrarán las municipales. Todos, menos el de Granada, que lleva en pre/ante campaña electoral desde que José Torres Hurtado, el alcalde del PP, fue detenido por la UDEF.

Cada partido político es muy libre de establecer la estrategia que considere más oportuna de acuerdo a sus intereses electorales, pero resulta insostenible la situación del Ayuntamiento de Granada, paralizado por el bloqueo constante de la oposición a la inmensa mayoría de las iniciativas del gobierno en minoría del PSOE, algunas tan importantes como las ordenanzas fiscales o el presupuesto municipal.

 

Sin margen alguno de maniobra en materia económica, vuelve a cernirse sobre nuestro consistorio la amenaza de una intervención que, a modo de buitre leonado lleva sobrevolando la Plaza del Carmen desde hace varios meses.

Cuando hablas con los unos, culpan a los otros. Y cuando hablas con los otros, culpan a los unos: todos tienen sus argumentos, sus razones y, por supuesto, sus excusas. En este juego de la gallinita ciega al que parecen entregados nuestros políticos municipales, no todos son culpables con el mismo grado de responsabilidad, pero ninguno es completamente inocente. Y seremos nosotros, los ciudadanos, quienes tendremos que dilucidar el grado de irresponsabilidad de cada uno de los concejales, a la hora de introducir nuestro sufragio en la urna.

 

Para eso, sin embargo, quedan todavía muchos meses. Demasiados, pensarán algunos. Quedan los doce meses de este año, recién estrenado, y cinco más, hasta llegar a mayo de 2019. Y así no podemos seguir. Resulta intolerable, inadmisible, indignante e insoportable, para la ciudadanía, el corral en que los concejales están convirtiendo el Salón de Plenos del Ayuntamiento, cada uno cacareando a su aire, sin atisbo de políticas serias o coherentes, torpedeándose los unos a los otros mientras la ciudad está hecha unos zorros.

No estando, están

Hacer nada más que política de salón y olvidarse de la gestión supone una vergonzosa dejación de funciones que pasará factura a unos concejales que, cuando vean amenazadas sus poltronas por la irrupción de una candidatura ciudadana, se echarán las manos a la cabeza y apelarán a la experiencia y a la responsabilidad. Y nos dará la risa, claro.

 

Jesús Lens