Pobreticos ellos. ¿Qué culpa tienen los contenedores de la ira desatada por el encarcelamiento de un sujeto hasta cuatro veces condenado por, entre otras razones, enaltecimiento del terrorismo etarra, empujar, insultar y rociar con un líquido de limpieza a una periodista de TV3, resistencia a la autoridad y allanamiento?
De entre todas las causas que se me ocurren para que los jóvenes airados se manifiesten en las calles de Granada, la del rapero iracundo no estaría entre las veinticinco o cincuenta primeras.
Que el Gobierno debería darle una pensada a la legislación sobre los delitos relacionados con la libertad de expresión y la opinión es un hecho. Sostener que Hasel ha entrado en prisión por sus letras sobre las finanzas de los Borbones, además de ser una simplificación interesada, es mentira. Y aun así, no pienso que debiera estar en la cárcel, ojo. Pero con la legislación vigente, es lo que toca. Lo que no vale es ser muy exigente con las condenas de unos y pedir manga ancha y flexibilidad con las de otros.
A mí, lo que me sorprende es que los jóvenes de Granada no se manifiesten por cuestiones como las dificultades del acceso a una vivienda digna, la precariedad laboral, el paro juvenil, los problemas de la sanidad pública y la educación o las asimetrías presupuestarias en Andalucía. Que no reclamen inversiones públicas para desarrollar políticas de transformación ecológica o para la dotación de más espacios culturales o deportivos de acceso gratuito.
No hay manifestaciones contra los cortes de luz en la Zona Norte, los evasores de impuestos o por el daño que hacen las mafias de la marihuana. Por la pertinaz contaminación o la destrucción de la Vega.
El miércoles por la noche, un puñado de exaltados y alborotadores le pegó fuego a varios contenedores de basura de las calles de Granada. ¡Qué gran victoria para los adalides de la auténtica democracia! El diputado Pablo Echenique, portavoz de Unidas Podemos en el Congreso de los Diputados, jaleaba las manifestaciones desde su cuenta de twitter. Menudo ejercicio de cinismo e hipocresía. Cuanta irresponsabilidad.
Destrozar el mobiliario urbano como sinónimo de lucha democrática. Por la democracia auténtica y verdadera, ojo. Por la democracia tal y como la entiende Pablo Iglesias, adalid del control de los medios de comunicación. Control democrático, eso sí. Pegarle fuego a los contenedores de basura para fortalecer la democracia. Como metáfora, resulta de lo más elocuente.
Jesús Lens