En busca del swing perdido

Hoy publicamos este artículo en IDEAL. Me dicen que es pesimista. ¿Lo es? Y, de serlo, ¿basado en posibilidades reales o en catastrofismo exagerado? Pero la pregunta es, y tú, ¿cómo andas de swing?

Hemos perdido el swing. En esta vida puede haber cosas opinables y discutibles. Otras, son dogma. Y, que en los últimos dos o tres años hemos perdido el swing, creo que es algo con lo que todos tenemos que estar necesariamente de acuerdo. Podremos discutir por las razones, los culpables y las circunstancias, pero es innegable que se ha ido. Que ya no está. Que lo hemos perdido. El swing.

Como estilo musical, el swing apareció en los Estados Unidos justo cuando la crisis económica tornó los Felices Años Veinte en los Sombríos Años Treinta, aplicándose a las grandes formaciones clásicas de jazz que, sonando como un sólido e impenetrable muro, permitían las exquisitas improvisaciones de los solistas.

El swing es un concepto que también se aplica al golf: el movimiento a través del que el cuerpo genera el impulso necesario para golpear la bola. Un movimiento que requiere de la participación de 124 músculos, nada menos.

Haber perdido el swing es sinónimo, pues, de descoordinación, desconcierto y, en última instancia, de inutilidad y fracaso. Podremos seguir tocando música, podremos seguir golpeando pelotas, pero, sin swing, los resultados serán tan catastróficos como, de hecho, están siendo.

Leíamos estos días en la prensa que el perfil del desempleado granadino es el de una mujer de entre 24 y 35 años, con estudios medios o superiores y que lleva más de doce meses en el paro.

Que la sociedad en su conjunto haya perdido el swing es malo. Pero lo realmente grave y devastador es que empiece a haber toda una generación de españoles que jamás lo disfrutó y que, por las trazas que llevamos, tendrá muy difícil el poderlo hacer.

En los años 50, también en los Estados Unidos, surgió la llamada Beat Generation. En principio, el nombre vendría dado por la “beatitud” proveniente del espiritualismo oriental que tanto gustaba a los Keroauac, Ginsberg y compañía. Para otros, sin embargo, el término hacía referencia al acelerado ritmo que los beatniks imprimieron a su vida, moviéndose de un lugar a otro, viajando sin descanso… y trabajando sin desmayo, no en vano, la biblia del movimiento fue una novela fundacional titulada, sencillamente, “On the road”.

¿Qué podemos hacer para recuperar el swing? En primer lugar, sacarnos de encima el pesimismo. Lo decía Luis García Montero, recordando a Eduardo Galeano: las cosas están tan mal que no podemos permitirnos ser pesimistas. Es necesario sacudirnos la parálisis que nos atenaza y dejar de mirar hacia atrás: los tiempos pasados no volverán. Más pronto o más tarde, la crisis remitirá, pero lo que nos encontraremos no será lo de antes. Posiblemente, ni parecido.

¿Volverán estos tiempos?

Se han acabado los trabajos para toda la vida. Se han acabado los ingresos fijos, a primeros de mes. Se acabó el trabajar (solo) en base a un horario preestablecido. Conceptos como movilidad, geográfica y funcional, así como el de productividad, que hasta ahora eran etéreos términos usados en discursos vacíos de contenido y programas de Management a los que nadie hacía caso, van a ser de uso generalizado y aplicación corriente.

Para recuperar el swing, nos toca mover ficha. Sólo que la ficha, en esta partida, somos nosotros. Hay que empezar a pensar en hacer el equipaje. Y moverse. ¿Generación X? ¿Generación Y? No. Al final, para salir adelante, tendremos que ser una nueva Beat Generation. On the road… again.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

CON 2011

La columna de hoy de IDEAL, la hemos hecho raruna y distinta. A ver si os gusta.

Para su última columna del año, titulada “(Des)propósitos”, Juan José Millás utilizó única y exclusivamente 121 palabras que comenzaban por “des”, empezando por “desteorizarme” para acabar con un prometedor “deslumbrarme”. Millás consiguió un juego literario, un tour de force lingüístico tan ingenioso como clarividente: hay que tener una autoconciencia muy desarrollada, meditada y lúcida para saber lo que queremos dejar de ser en nuestra vida.

Tras leer los deseos de cien granadinos de referencia en el IDEAL del domingo, andaba yo pensando en los retos granadinos para el 2011 cuando, por arte de birlibirloque, empezaron a surgirme palabras que comenzaba por “con”. La primera, “conciencia”. O cobramos conciencia de que esto nunca volverá a ser lo que fue o seguiremos cometiendo errores de bulto, en todos los frentes y ámbitos de nuestra vida personal y profesional. Cuando pase esta crisis, que terminará pasando, nada será igual. Ni parecido, seguramente. ¿Lo contemplan nuestros munícipes, los que están y aspiran a estar? ¿Tenemos un proyecto de ciudad del futuro? A la ciudad metropolitana, me refiero.

Pachamama, danos consciencia

El concepto. Lo importante es el concepto.

“Confianza”. Una de las palabras de moda. Confianza en nosotros mismos y en nuestras capacidades. Confianza para emprender nuevos retos y poner en marcha ideas y proyectos. Y convencimiento. De que lo conseguiremos. De que sí se puede. Yes, we can. Conversación. Concertación. Consenso. Contraste. Contrato. Concesión. Confluencia. Conciliación. Concordia. Concurrencia. Constancia. Contacto. Contribución. Consideración. Congruencia. Conjunción. Convergencia. Si queremos poner a Granada en vanguardia, hay que desterrar el proverbial caínismo de nuestra tierra y exigir de nuestros representantes grandes acuerdos de máximos que desenquisten decenas de asuntos pendientes, mareados hasta lo indecible en consejerías y concejalías de todas las filiaciones políticas.

A un futuro brillante, optimista y prometedor no se llega: se conquista. Además de exigirlo, hay que pelearlo. Para conseguirlo, hay que trabajarlo. Hay que dejar atrás el conservadurismo, la confusión, la confrontación, el conformismo, las contradicciones, las convulsiones, los contubernios, los contenciosos, las confabulaciones y los conatos de conflictividad que contaminan y contagian hasta las mejores intenciones, condenándonos al ostracismo. Hay que tener una concepción valiente, emprendedora e innovadora de nuestra vida. Todos contamos. El conjunto de la ciudadanía. Cambiemos la vida contemplativa por la vida constructiva. Menos pelear a la contra y más consolidar y cohesionar al conjunto de la sociedad.

Cohesión

En conclusión y concretando: el concurso de todos será requisito imprescindible para la consecución de la sociedad del conocimiento que nos conduzca a un futuro confortable y que confirme la construcción de una Granada para la convivencia, integradora, contemporánea, moderna y atractiva.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.