Cuando escribo estas líneas, todavía no se sabe nada del paradero de Laura Luelmo, la joven profesora zamorana de 26 años que ha desaparecido en un pequeño pueblo de Huelva. Las autoridades han descartado que su desaparición haya sido voluntaria y, aunque señalan que “todas las líneas de investigación están abiertas”, trabajan con dos hipótesis principales: un accidente o la implicación de una segunda persona.
Solo llevaba unos días incorporada a su plaza de maestra en El Campillo. Era miércoles por la tarde. Habló por teléfono con su novio y salió a hacer deporte. Las primeras informaciones señalaban que fue a correr. Ahora parece que pudo salir a caminar, dado que faltaba ropa de senderismo en su armario. Nunca más se supo.
Ojalá que Laura aparezca con vida y lo de estos últimos días quede como una pesadilla lejana. Ojalá. Lo deseo de todo corazón y no dejo de refrescar las ediciones digitales de los periódicos cada poco tiempo, a la espera de una buena nueva.
No se debe salir a la montaña en solitario: por conocido que sea un paraje, por aparentemente sencillo que sea un recorrido, siempre resulta arriesgado y nadie está a salvo de un resbalón o un estúpido tropezón que acabe con sus huesos en lo hondo de un barranco.
Sin embargo, el riesgo de salir, solas, es exponencialmente mayor para las mujeres. El riesgo de salir solas… a cualquier sitio. Y el riesgo más peligroso, para ellas, no es el de dar un mal paso, sino el de tener un mal encuentro. Con un hombre. O con varios.
Es así de triste, pero es así de cierto. Cuando salgo a correr, nunca me preocupa pensar si la ruta elegida es más o menos solitaria, si está más o menos expuesta, oscura o iluminada. Tengo amigas, sin embargo, que cuando salen a correr después de la puesta de sol, quedan con otras compañeras. Nunca salen solas. O, si alguna vez lo hacen, corren asustadas y atemorizadas.
Tengo conocidos que se muestran convencidos de que la igualdad de género es un hecho en España, de que se exagera con según qué temas. Mientras una mujer no pueda salir a caminar o a correr, sola, por los mismos itinerarios que recorremos los hombres, tan campantes, seguirá quedando mucho camino por recorrer, mucho trabajo por hacer, en cuestión de igualdad.
Jesús Lens