Me encantó el titular de José Ignacio Cejudo en la apertura de Deportes de ayer domingo: ‘Duelo al sol en el infierno del Zaidín’. Tenía aroma y sabor a western crepuscular.
Quiso la casualidad que lo leyera al volver a casa, a eso de la una de la tarde, después de dar una vuelta por el Zaidín, precisamente. Más que una vuelta casual, fue un paseo prospectivo: al pasar por las obras del eje Arabial-Palencia donde se ha producido el enésimo arboricidio perpetrado en nuestra ciudad, opté por recorrer el barrio con el ojo puesto en sus árboles, zonas verdes, matas y plantones.
Y, la verdad sea dicha, el resultado fue triste y decepcionante. Árboles dignos de tal nombre hay muy pocos. Árboles de verdad, de los que dan sombra y frescor, apenas quedan. Escuálidos arbolitos, más. ¿Pero cuánto tiempo les falta para crecer y desarrollarse?
En el Zaidín vive una nutrida población de gente mayor que, sin árboles, no puede estar a la calle durante los largos meses de verano. Un verano que cada vez es más largo, crudo e implacable. No me entra en la cabeza qué clase de planes urbanísticos precisan de la tala de árboles. Y lo curioso es que, en esto, corporaciones municipales de diferente signo político responden con el mismo argumento: «es lo que aconsejan los técnicos del Ayuntamiento».
Aunque el calor se iba haciendo insoportable, alargué mi paseo hasta el entorno del PTS, llamado a ser uno de los pulmones verdes de la ciudad. No dudo que lo será. Pero en un futuro muy, muy lejano. De momento, sigue siendo un infierno, un puro secarral, años después de su puesta en marcha. Si no fuera por los soportales de algunos edificios, resultaría imposible encontrar una sombra en buena parte de la zona. ¡Hasta el césped artificial del trazado del Metro parecía reverberar!
Necesitamos reaccionar. De aquí a mitad de septiembre, poner un pie en las calles de Granada se convierte en misión imposible. Mi duda: ¿cómo irá lo del Anillo Verde propuesto por Unidas Podemos?
Jesús Lens