No va de listas electorales, si es lo que está usted pensando, que ni a Juan Marín, el Usain Bolt de las primarias exprés, le ha dado tiempo a confeccionar las de su partido, fraccionado además. Hablo de esas listas que empiezan a proliferar con la llegada del puente de la Inmaculada Constitución, a modo de resumen con lo mejor del año. Algunos las hacen con lo peor, pero eso ya es regodearse.
He consultado algunas listas con los mejores estrenos cinematográficos del 2021 y me he topado con la triste realidad de que apenas he visto las películas que copan los diferentes Top-10. ‘Dune’ y poco más. Aunque, curiosamente, la vi dos veces en el cine. La pandemia no es la única causa que ha provocado mi deserción de las salas, pero no es de eso de lo que quiero escribir hoy, día en que pienso hacer borrón y cuenta nueva, acercándome al Madrigal a ver ‘La hija’, que tenemos en Granada a su director, Manuel Martín Cuenca, para hablar con los espectadores.
Me pasa lo mismo con los libros. Entre las lecturas que conlleva la organización de dos festivales culturales y nuestro activo Club de Lectura de Adictos al Crimen; vivo en una burbuja literaria que constituye un fascinante universo paralelo de tiros, secuestros, asesinatos, ciencia ficción e investigaciones negro-criminales. Y luego están las obsesiones personales. Si en 2020 aproveché para releer todo Tintin, este año estoy entregado y rendido a Corto Maltés, disfrutando de la metódica y sistemática reedición que ha hecho Norma Editorial.
Los conciertos también han desaparecido casi por completo en mi vida. Nunca he disfrutado tan poco de la música en directo. Otro tema que estoy obligado a replantearme y que va más allá de la Covid-19, insisto. Tiene mucho que ver con el cortoplacismo impuesto por la realidad de estos dos años. Hacer planes era comprar boletos para la frustración y la ansiedad. Mejor vivir al día, sin juntarse demasiado, y dejarse llevar.
Así las cosas, este 2021 no haré listas. Ni tontas. Sí estoy tomando nota de todo lo mucho y bueno que me he perdido estos meses, con el firme propósito de ponerme al día. Y de esta forma tan subrepticia dejo anticipado el tema para una próxima columna: los propósitos. Los cumplidos o por cumplir de este año y los que barajo para el 2022. Porque, a falta de listas, ¿a qué quedaría reducido un diciembre en que tampoco habláramos de los bienintencionados propósitos?
Jesús Lens