¿No va más?

Aplazo la entrada que tenía programada para esta hora. Porque, tal y como pintan las cosas, una pregunta no deja de atormentarme:

¿Terminarán por ser éstas la película y la banda sonora del año?

Pareció que sí. Después que no. Pero, a 2 de agosto, cuando el mundo tiende a paralizarse, Ángela se va a la montaña para adelgazar (se podía llevar a la Prima con ella) y Mariano piensa en relajarse en Pontevedra… ¿hay quién pare la inmensa bola de nieve que viene rodando desde lo alto de la montaña, crecida, hace ya muchos meses?

Entre el Fondo de Rescate y un Rescate a Fondo, apenas hay diferencia. ¿O sí? Ahora nos aprestamos a vivir auténticos combates dialécticos y conceptuales al estilo Barrio Sésamo, para diferenciar entre ayudas y rescates, por ejemplo. Entre acciones e intervenciones. Entre auxilio y socorro. Entre echar una mano y echarla al cuello. Entre insuflar y asfixiar.

El batacazo del rey, por la mañana, no ha tenido ni punto de comparación con el que el Íbex se ha pegado unas horas después. Y menos mal que los Mercados han cerrado. Que ya podrían alargar el fin de semana y no abrir hasta el lunes. Aunque…

En fin. Que Francis & Jim tienen la palabra…

En clave doméstica

Hoy publicamos este artículo en IDEAL, apegado a este verano que, siendo tan largo, todavía tiene tanta tela por cortar…

¡Anda que no vienen bien los Juegos Olímpicos como excusa! Cuando los amigos y conocidos me preguntan por el posible viaje de este verano, me escapo diciendo que no. Que este verano no voy a ningún sitio porque quiero disfrutar de unas Olimpiadas que, ocho años después, vuelven a celebrarse en “horarios” normales y asequibles para los espectadores europeos.

Teniendo dicha afirmación un poso de incuestionable verdad, lo cierto es que este año no salgo de viaje por una mezcla de desasosiego, intranquilidad, curiosidad y hasta una pizca de responsabilidad doméstico-económica.

Desconectar. Esa es una de las principales razones por las que nos tomamos vacaciones. En mi caso, desconectar para romper con las rutinas, descubriendo nuevos paisajes, nuevas gentes, nuevas músicas, comidas, costumbres, ritos y tradiciones diferentes. Y nada como estar en un país extranjero de habla exótica, con un desfase horario de seis u ocho horas, para que la desconexión sea total y absoluta. Pero, tal y como están las cosas, dados los acontecimientos que estamos viviendo, reconozco que ni debo, ni puedo… ni quiero desconectar. ¡Cómo me acuerdo de la célebre maldición china: “te deseo que vivas tiempos interesantes”!

Además, creo que es bueno, este año, gastar dentro de nuestras fronteras el escaso circulante de que disponemos en nuestras menguantes cuentas corrientes. Siempre he defendido que el turismo tiene una importancia capital en las economías de los países emergentes y en vías de desarrollo. ¡La de veces que he tenido que justificar mis viajes africanos en clave turística y cultural, y no asistencial u Oenegeísta! Por supuesto y afortunadamente, España no es un país del Tercer Mundo, pero todo lo que sea contribuir a la dinamización de nuestra economía, sobre todo en una Andalucía que acabará el 2013 con una tasa de paro de casi un 35%, empieza a ser una cuestión de estado.

Por mi parte, como buen aficionado a la música y en el convencimiento de que la cultura y la creatividad deben ser uno de los motores de desarrollo de nuestra tierra, estuve en el Jazz en la Costa de Almuñécar, el pasado fin de semana, y en Busquístar, a comienzos de agosto, para escuchar al grandioso trompetista Erik Truffaz. Después, no me perderé el Tendencias de Salobreña, que trae a Juan Perro y su Zarabanda y al inefable Albert Pla (aquí, el cartel).

Bebiendo Alhambras heladas, comiendo espetos de sardinas, migas con morcilla o las innovadoras tapas de auutor del Mesón Las Villas de Salobreña y durmiendo en los hostales de nuestros pueblos (ese San Juán salobreñero es impagable), aportaremos nuestro grano de arena al meneo turístico doméstico. Seguiremos comprando libros y yendo al cine, ahora más que nunca, a pesar de la salvaje e insensata subida del IVA. Porque, aún al ralentí y con la reserva en las últimas, el espectáculo debe continuar.

La economía, dejando a un lado su componente voraz y depredador, es como un tiburón: o se mueve continuamente o se ahoga y muere. Let’s play for the money!

Jesús Lens

El verdadero rostro de Los Hombres de Negro

Ayer, por una parte, ironizábamos a cuenta de Los Hombres de Negro y solicitábamos públicamente que, de intervenirnos alguien, fuera éste y solamente éste (bueno, y sus hermanos).

 

Pero también reflexionábamos sobre la gravedad de una situación que no sabemos a dónde puede terminar de conducirnos.

 

Porque, que nadie se llame a engaño. Si España es intervenida y los Hombres de Negro toman el control, su auténtico, su verdadero rostro es este…

El Hombre de Negro llama a su puerta
Cu cú. Çes`t moi!
We are living the Intervention!

¡No nos olvidemos!

 

Jesús Think in White Lens

En muerto y en directo

Hace once años, un mes de septiembre, nos descubrimos frente a la televisión, entrando súbitamente en un siglo XXI convulso y salvaje a través de la pequeña pantalla: las cámaras retransmitían, en riguroso vivo y en impactante directo, la caída de las Torres Gemelas y el súbito despertar global del sueño americano y, por ende, universal.

El momento más desasosegante de aquella transmisión vino cuando un avión chocó contra el Pentágono: parecía que la III Guerra Mundial había comenzado, que el ataque aéreo a Estados Unidos abarcaba múltiples y diferentes objetivos y que el mundo había empezado a terminarse.

Y nosotros allí, con la mesa puesta y los platos sin recoger, viendo a través de la televisión lo que podría ser el principio del fin, impotentes, impresionados, impávidos, incapaces casi de articular palabra. Mucho menos de tomar cualquier decisión, de actuar de ninguna manera.

Recuerdo que, a medida que pasaba la tarde, aun con los restos humeantes de las Torres en pantalla, me fui a jugar al baloncesto. La situación parecía estar bajo control, el último avión que sobrevolaba el espacio aéreo norteamericano había sido derribado y lo del Pentágono apenas fue un agujerito de nada… que mató a un puñado de personas. Pero parecía que la superproducción made in Hollywood había terminado y el The End había aparecido en pantalla. No fue un happy end, pero sí un final que nos permitía seguir con nuestras vidas rutinarias, normales y corrientes. Aburridas, si quieren ustedes. Pero vidas, al fin y al cabo.

Era extraño, dos horas después de haber asistido a lo que parecía el fin del mundo, irse a echar una pachanga con la peña y, después de la ducha, a tomar unas cañas. Era extraño, ciertamente. Pero más extraño, absurdo y sinsentido habría sido quedarse en casa, ¿no?

Desde que la Crisis comenzó, en agosto de 2007, son tantas y tantas, tantísimas (y tontísimas, en muchos casos) las cosas que hemos oído, visto, leído y escuchado que estamos total y absolutamente saturados. Sin embargo, en lo que llevamos de 2012, esto se ha desmadrado.

Lo de hoy mismo, por ejemplo, ha sido de traca: a cada anuncio de medidas coercitivas y lesivas para los ciudadanos, los mercados reaccionan con voracidad y más acosan a España, a su deuda, a su prima, a su bono y a su esencia democrática.

No sabemos dónde terminará todo esto.

Hay quién ya da por descontada la intervención y se apresta a saludar a los Hombres de Negro como, en su momento, se recibió a Mr. Marshall.

Hay quiénes, en un ejercicio especialmente perverso, parecen alegrarse de lo mal que van las cosas para meterle caña al PP y a Mariano. Los hay que parece que piensan que, esto, con Rubalcaba, iría de otra manera. Como si el bueno de Alfredo no hubiera tenido nada que ver con el despropósito de ¿gobierno? que perpetró ZP. Casi a la altura de lo que están haciendo Guindos, Montoro & Co.

Para otros, todo esto no parece ir con ellos y ponen cara de fastidio cuando se cuelan en las conversaciones la Prima de Merkell y otras palabras malsonantes por el estilo.

Pero, por desgracia, esto va con todos. Contra todos, más bien. Sin remisión. Y no habrá prisioneros.

Y, aun así, la vida sigue. Sigue habiendo Jazz en Almuñécar, Alhambras en los bares y espetos en los chiringuitos.

En una página del periódico, noticias de caos económico, del Apocalipsis financiero. En la de al lado, ofertas para irse de crucero.

Estamos viviendo uno de esos momentos históricos que, ojalá, no tuviéramos que vivir. Permanente conectados a las webs que conectan con los mercados, viendo a la Prima engordar con una voracidad mórbida y a la Bolsa estrellarse un día tras otro, nos hemos acostumbrado a vivir en el alambre y un día que termina sin riesgo de intervención o rescate es un día cojo. Y sin muletas.

Cualquier jornada en la que el Gobierno no desmiente alguna cosa o traza alguna línea roja que traspasará al día siguiente, es una jornada baldía.

Sin la amenaza de invasión de los Hombres de Negro, la adrenalina no fluye.

Una conversación sin mentar a Ángela, al Banco Central o a la troika, es mínima conversación.

Y no. Ni la Eurocopa ni, ahora, las Olimpiadas, nos evaden de una realidad cruel en la que el rojo de los colores del Íbex se derrama sobre las pantallas de los terminales informáticos como metáfora de la sangre, el sudor y las lágrimas que nos va a costar tanto despropósito.

En fin. Que este verano lo vamos a ver en directo. Y a vivirlo. En nuestras carnes. En vivo. O en muerte viviente, más bien.

¡Esto sí es telerrealidad! El acoso, la agonía y… bueno. Lo que tenga que ser. Que será.

Pero, entre tanto, ¡qué llenen! Mientras haya. Después, ya se verá.

Jesús historicista Lens

Imagino que otros 23 de julio estábamos más optimistas: 2008, 2009, 2010 y 2011.