En la columna de hoy de IDEAL aconsejamos tener mucho ojo con una pregunta que ha dejado de ser por completo inocente…
Ojito con lo que respondes a la que ha terminado de convertirse en la pregunta-trampa por antonomasia del 2012. Si un conocido con el que no tienes excesiva confianza te pregunta que cómo estás, respondas lo que respondas, es muy posible que metas la pata. Hasta el corvejón.
Si contestas más o menos la verdad (regular, mal, muy mal o rematadamente mal) te conviertes en un cenizo, en un pesimista y en un mustio que, con su actitud derrotista y apesadumbrada, contribuye a que la situación se siga agravando, a que la Prima continué estirando y a que el diferencial entre el bono español y el alemán empiece a ser más una falla tectónica que una mera brecha o separación.
Pero… ¡ay como se te ocurra decir que estás bien! Entonces, no solo te muestras como insolidario con la actual situación de crisis y zozobra que padecen millones de personas en este país, sino que tu interlocutor pensará que eres un irresponsable, un loco o un inconsciente. Y, por si las moscas, es probable que aproveche para tratar de pegarte un sablazo en forma de idea, proyecto o propuesta que necesita de una pequeña y simbólica aportación económica para arrancar. ¡Claro! Como ahora todos tenemos que ser emprendedores…
Por todo ello, trato de aprender de la gente que ha adoptado una fórmula estándar, de manual, para escapar con bien de la pregunta de marras. Hay quién le echa retórica al asunto y se descuelga con largos adverbios y adjetivos. Una respuesta del tipo: “-Manifiestamente mejorable”, en la que se utilizan términos positivos, aunque la respuesta sea negativa en sí misma. Pronunciada con una amplia sonrisa, una contestación como ésa desconcierta al interlocutor, dejando en el aire un poso de optimismo. Es un recurso tan efectivo como el utilizar una doble negación para afirmar algo: cuando el contenido de la idea prende en el contertulio, la conversación ya habrá derivado hacia las hazañas de la Roja o el calor sahariano que nos invade.
Pero me gusta aún más el surrealismo de la respuesta contradictoria en sí misma. Fue mi Cuate Pepe quién, a la inocente e irreflexiva interrogación sobre su estado, me contestó: “- Mal. Por lo demás, muy bien”.
¡Ahí le has dado! Empiezas por ser realista, seco, serio y contundente para, de inmediato, girar hacia lo humorístico, divertido y optimista. Quizá, hasta lo sarcástico. Pero, igual que en el caso anterior, cuando tu interlocutor ate cabos, ya habrás estado hábil para pegar un capotazo, dirigiendo la conversación hacia las excelentes tapas que ponen en el nuevo bar que ha abierto en la esquina de tu calle o hacia el osado y filosófico look de Anquela, el flamante nuevo entrenador del Granada.
Podemos utilizar, en fin, la fórmula gallega para zanjar cualquier cuestión: “- ¿Pues cómo voy a estar?” Porque hablar de la crisis, cansa. Y empieza a ser obsceno y hasta de mala educación, como lo sería hablar del euro con un griego, de deporte con un francés o de Chamizo con un político español.
Jesús Lens
A ver, los anteriores 28J de 2008, 2009, 2010 y 2011