¡Con la que está cayendo!

Titulamos la columna de hoy de IDEAL con una frasita que, a buen seguro, no han escuchado, leído, pronunciado… ustedes estos meses. ¿A que no? 😉 Ya me diréis qué os parece.

Pueden prometer lo que quieran, los unos y los otros, pero si algo podemos dar por seguro en estos tiempos inciertos es que, en los próximos meses, todas las ayudas, prestaciones, partidas y subvenciones van a ser recortadas y todos los servicios públicos van a encarecerse.

Lo que está en juego, ahora, es determinar qué y cuánto se recorta, ya que está en juego la supervivencia de miles de puestos de trabajo y la continuidad o no de todo tipo de asociaciones, colectivos, proyectos y agrupaciones.

Abrir el periódico, cada día, es asomarse al abismo de un nuevo recorte. Por ejemplo, de las partidas municipales dedicadas a las fiestas de los barrios o al Festival de Rock del Zaidín.

¿Son más prescindibles las verbenas de verano o las ayudas a la dependencia? La respuesta, en este caso, parece obvia. Y, sin embargo, la vida sin fiestas es menos luminosa y menos alegre. Más gris y cenicienta. ¡Justo lo que nos hacía falta, con la que está cayendo!

Y ahí está, la frasecita de marras. Con la que está cayendo. Bajo ese paraguas caben todos los recortes del mundo. Y más aún. ¿Fiestas populares? ¡Con la que está cayendo! ¿Conciertos? ¿Promoción turística? ¿Campañas por la lectura? ¿Festivales de cine? ¡Con la que está cayendo! Y así, cuando leemos que Benidorm pide al Imserso que evite el recorte de vacaciones para mayores, en nuestro fuero interno pensamos que lo mejor que pueden hacer los mayores, con la que está cayendo, es ocuparse de sus nietos y tomarles la lección mientras sus padres, si tienen la suerte de trabajar, echan más horas que Rajoy en comparecer ante los medios.

A nada que lo pensemos, con la que está cayendo, todo es prescindible. Si caben más niños en las aulas, habrá que aprovechar el espacio. Y, puestos a dar clases, tampoco pasa nada si los profesores amplían sus horas lectivas. Total, para reforzar a los alumnos más necesitados ya están los abuelos que este año no se han podido ir de vacaciones a la playa, ni en temporada baja. Además, así no cogen enfriamientos con el relente, ahora que van a tener que pagar un 10% del precio de sus medicinas.

Con la que está cayendo, todo es susceptible de ser recortado, capitidisminuido y menguado. Menos el fútbol. ¡El fútbol ni tocarlo! Porque, ¿qué sería de nosotros si, en estos tiempos aciagos, no pudiéramos asistir al duelo de titanes protagonizado por Messi y Ronaldo? Y, después, la Eurocopa. Y, un poco más tarde, los Juegos Olímpicos. Y, por fin, se nuevo la Liga.

Cada vez hay menos pan y, además, está mohoso. Así que, a la hora de recortar, hay que cuidar el circo, no sea que los espectadores empiecen a descalabrarse, tirándose mendrugos de pan duro a la cabeza. Y el circo mediático, hoy por hoy, es el deporte rey. Y algún que otro programa de los que espolean los más bajos instintos. Entonces sí: una vez salvados por el fútbol y recordando la que está cayendo, bienvenidos sean los recortes.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros

Los ¿Tienes…?

Si hubo una tendencia que causó furor en los tiempos de las vacas bulímicas, si un concepto hubiera sido Trending Topic en España, ese fue el “gratis total”.

Durante muchos años, el no pagar fue la norma.

Un doble no pagar: el pirateo descarado y las descargas ilegales, por una parte. Y el “que pague otro”, por otra.

De lo primero se ha hablado y escrito tanto que me da pereza volver al tema. Ahora quiero centrarme en esa segunda modalidad del gratis total, el “que pague otro”.

Primeras grandes culpables: las empresas y las instituciones. En todos los ámbitos y en todos los sectores. Al vivir en tiempos de abundancia, no parecía incongruente sangrar a ciertos clientes con precios excesivos por algunos bienes y servicios a la vez que se regalaban otros muchos, distintos o complementarios. El objetivo no era vender un periódico por un euro (y gratis en la Red), sino colocar al cliente un coleccionable o un portátil, por ejemplo. O ir al cine, que entre el parking, las palomitas y la entrada, se monta en 15 o 20 euros. Por no hablar del abuso de los CDs, DVDs, etc. Vivíamos en el paraíso de la abundancia y nadie se preocupaba por el mañana.

Y luego, nosotros, los consumidores. En los tiempos de abundancia, se podía ir más o menos gratis a cualquier evento. Todo el mundo conocía a alguien que conocía a alguien que tenía acceso a un carné, un abono, unas entradas, un pase… En realidad, había liquidez para pagar esas entradas, esos pases, esos libros, esas revistas. Pero, si no había necesidad… ¡qué tontería!

El caso del baloncesto, sin ir más lejos. Conozco a mucha gente que, cada vez que ha querido, ha visto partidos de ACB (la segunda mejor liga del mundo de baloncesto) gratis total. Quizá no al Real Madrid o al Barça (que se ven mejor en la tele) pero sí a cualquier otro partido. ¿Quién no conoce a alguien que iba por la patilla a todo tipo de eventos y festivales, deportivos, culturales o sociales?

Pero, de golpe y porrazo; sin tiempo para asumirlo o adaptarnos, llega la dieta impuesta y el adelgazamiento forzoso y, en menos que canta un gallo; no es que las vacas estén flacas. Es que están anoréxicas.

Y se produce un efecto de bola de nieve.

Primero, porque las empresas y las instituciones -antes tan aparentemente rumbosas y desprendidas- necesitan cobrar por todos los servicios que prestan. Hasta por el más nimio. ¡Es lógico! Estamos en crisis.

Pero, claro, los consumidores también lo estamos. Y no solo tenemos menos dinero para gastar, ¡es que nos hemos acostumbrado a no pagar! Y en esta vida no hay nada que joda más que tener que empezar a pagar por algo que antes era gratis. O pagar más por servicios menos eficientes, menos eficaces, menos glamorosos.

¡Qué tiempos en los que, tras la presentación de un libro, había copa de vino español y croquetillas, acompañando! ¡Qué melancolía, aquellas publicaciones de lujo que saludaban la contratación de cualquier servicio! ¡Qué tiempos, en los que los regalos eran delicioso peaje obligatorio en cualquier transacción!

Ahora que ir al cine es un lujo, sigue sin haber oferta para ver películas de forma legal, por la Red, a precio razonable. Ahora que las empresas y las instituciones no pueden invertir enormes cantidades de dinero en patrocinios de eventos deportivos, los equipos se vienen abajo, miserablemente abandonados por los fervorosos aficionados que, gratis total, henchían su pecho prometiendo a los jugadores que nunca caminarían solos.

Lo paradójico es que, aún así, todavía quedan lo que yo llamo “los ¿tienes?

Personas que preguntan aquello de ¿tienes entradas para…? O ¿me puedes conseguir un libro de…?

Gratis, claro.

¡Faltaría más!

Personas que siguen pensando en tiempos pretéritos, como si nada hubiera cambiado y todo siguiera igual.

Aunque suene a autoayuda de la más barata, si algo podemos defender de estos años grises y sombríos que nos ha tocado vivir es el hecho de que, por primera vez en mucho tiempo, las cosas, los productos y los servicios vuelvan a tener valor.

Hasta qué punto debemos aparejar “valor”, «precio» y “coste” nos daría para otro debate. Pero creo que ya es importante que hayamos vuelto a valorar cosas y experiencias tan sencillas como ir al cine, escuchar un disco, comerse una croqueta o leer un libro.

Que sí. Que son sencillas. ¡Pero que cuestan! Como costaban antes. Aunque no lo viéramos.

Precisamente ese fue el gran error, en su momento: permitir que dejaran de costar.

Paramos aquí.

Sobre costos, esfuerzos, voluntas y el valor del tiempo, seguimos reflexionando más adelante.

Jesús Lens

Veamos qué bloguéabamos, en 2008, 2009, 2010 y 2011.

Propósitos para el nuevo año

Tengo un problema. Importante. Me había dejado para hoy domingo eso típico de otros años: describir el 2011 en 365 palabras, una por cada día.

O, como hicimos en otra ocasión, contar lo que esperamos del 2012 en… ¡366 palabras! Que para algo este año es bisiesto.

Pero es que solo se me vienen a la cabeza palabras como las que le aplicábamos ayer mismo a la Mascota Oficiosa del Año: recortes, rebajas, crisis, debacle, desastre, etcétera.

Pero el problema va más allá: casi que empieza a parecer una ofensa, un insulto, esperar de año eso que antes proclamábamos con total naturalidad: viajes, diversión, descubrimientos gastronómicos, fines de semana intensos. ¡Joder, si es que hasta pensar en ir a un concierto, tomarse unas cañas y/o unas copas se podría tomar como una afrenta!

Nos quedan los libros y el cine; los refugios de siempre. Queda salir a correr, que es muy barato. O volver a las montañas, que comer bocatas y beber vino, de una bota, nunca fue algo tan reconfortante. ¡Lo mismo así vamos más a los museos y las exposiciones, siempre que los recortes no se los lleven por delante!

Queda encastillarse en casa y organizar tertulias, cine-fórums y encuentros semiclandestinos, gastando poco y tirando de marcas blancas.

Austeridad radical.

Es lo que se lleva.

En este país hemos pasado de pagar 6.000 euros por celebrar cualquier cosa a tener que pedir perdón por pedir una ración de boquerones en el bar.

Y así, me temo, esto va a terminar por descoyuntarse.

Porque las cosas están muy mal y tal y tal. Cierto. Pero con todos metidos debajo una loseta, esperando a que escampe, esto no se arregla.

Ya nadie habla de cambio de modelo productivo ni de cambio de paradigma. Ya solo se habla de austeridad, ahorro y recortes.

Solo que, si quienes tienen no gastan ni invierten; ¿cómo salimos de ésta?

Es verdad que hubo despilfarro, imprudencia y falta de previsión. (Lamento haber usado una descalificación innecesariamente gratuita, anteriormente, hablando de este tema, sobre una conocida actriz que declaraba tene un hipotecón y la cuenta corriente vacía, lo que me llamaba a la extrañeza, dada su popularidad).

¡Tú sabrás lo que habrás hecho con todo lo que tienes que haber ganado, preciosa! Que no tienes pinta de haber sido mileurista todos estos años, precisamente.

Este año, no siendo muy Nocheviejeros, no juntamos el día 2 un grupo de amigos para tomar unas Alhambras bien frías y raciones muy calientes y picantes en el Muglia de Poeta Manuel de Góngora. Nos apetecía empezar el año con exotismo, sabor, calor y color. Poniéndole picante, alegría y buen humor al arranque del 2012.

No voy a hacer más propósitos para el año 2012.

Solo, en la medida de lo posible, hacer lo de siempre. Y contarlo, en la medida de lo contable, claro.

¡Salud!

Jesús sempiterno Lens

Veamos lo que barruntábamos los 8 de enero de 2009, 2010 y 2011.

¡Lo que hay que oír!

Aunque íbamos a hablar de otra de las obras galardonadas en los Premios Jaén de literatura de CajaGRANADA, la actualidad manda y hoy publicamos este artículo en IDEAL. Menos mal que estáis todos de acueducto, que si no, caería la del pulpo 😉

Sábado. 11 de la mañana. Cafetería. Leyendo la prensa. Una pareja en la barra. Jóvenes cincuentones. Delgado él, pelo entrecano, fuerte… ella igualmente delgada, mechas rubias y sonriente. Hablan con la camarera aunque, en realidad, lo hacen para toda la parroquia.

¡Ay que ver, lo que les gusta a algunos adornarse y hacerse escuchar por todos los que les rodean, en un radio de veinticinco metros a la redonda! Éste, en concreto, abusaba de un acento-Miarma que ni en Triana.

– Er dié no puede sé, shiquiya. Que er dié huega el Barsa contra er Madrí.

Y la otra fecha que proponía la camarera, tampoco.

– Ese día, sea con mi muhé o con cualquié otra tía si ella no me quiere acompañá, ehtaré yo en Sanlúcar comprando loh langostino tigre que noh vamo a comé en Navidá.

Y la mujer sonreía, la pobre.

Hice por concentrarme en el periódico hasta que otra frase, repetida en forma de politono, me obligó a volver a conectar con el discurso del Miasma (con s), al que las mujeres trataban de ignorar:

– ¿No fue ayé er día de la mujé apeleá?

– ¿No fue ayé er día de la mujé apeleá?

– ¿NO FUE AYÉ ER DÍA DE LA MUJÉ APALEÁ?

La esposa del Miasma no lo pudo evitar y le afeó que hiciera chistes con el tema, pero él, ya crecido por haber recabado la atención de todo bicho viviente, aprovechó para explayarse diciendo que más de la mitad de los cincuenta y pico asesinos de mujeres de este año son inmigrantes. Y que ahora le tocaba a él pagarles su estancia en la cárcel.

La cosa era imparable y el Miasma aprovechó para proclamar que, si él gobernara, mandaba a la mitad de los inmigrantes de vuelta a su país y a la otra mitad, a la que tenía negocios, nómina y trabajo, la gravaría con el doble de impuestos que a los españoles ya que se aprovechaban de la generosidad de nuestro país y chupaban la sangre de sus ciudadanos. Ciudadanos como él.

Dicho lo cuál, el Miasma agarró a su mujer de un brazo y salió por la puerta, más tieso que el palo de una fregona, inflado como el bícecps de un culturista en pleno ejercicio. Yo estaba estupefacto, sobre todo porque, más allá de darse pisto y hacerse el gracioso, fijo que el Miasma pensaba así realmente y, si tuviera oportunidad, pondría en práctica sus teorías.

La paradoja final de esta historia es que el fulano en cuestión resulta ser un parado que lleva más de año y medio cobrando el subsidio y jactándose de no buscar trabajo, por no necesitarlo, mientras que la camarera y dueña del café es una argentina cuyas ojeras demuestran los desvelos, el esfuerzo y la dedicación que pone en sacar adelante su negocio, teniendo que escuchar discursos como el relatado.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.