Un viaje es desconectar. Sobre todo, si viajas a Irán, donde el 3G no existe y en los lugares en que había WiFi, el acceso a las Redes Sociales estaba censurado.
Pero eso no significa dejar de escribir. Como bien ha captado Xénia, una de mis estupendas compañeras de viaje; me he pasado el viaje trabajando con las palabras, al recuperar una de esas costumbres que ya tenía olvidadas: la de los Cuadernos.
Y es que, cuando las cosas se dejan fijadas por escrito, no solo permanecen en el tiempo, inalteradas, sino que quedan grabadas en la mente, en el espíritu y en el corazón con mucha mayor claridad. Porque hay palabras que no se las puede llevar el viento.
¡Gracias Xénia! Un privilegio haber compartido este viaje contigo.
En Twitter: @Jesus_Lens
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