Ahogando las penas

Lo veía venir. Me ha dejado. Ha roto conmigo. El alcohol. Se acabó. No quiere saber nada más de mí. 

 

Y yo, claro, ahora más que nunca… ¡necesito una copa! ¡Camarero! 

 

Jesús Lens, eufórico porque, hoy sí. Ya de forma definitiva, un nuevo libro se ha llevado el punto final 😀

 

 

A ver si estábamos tan contentos, los 4 de enero de 2009, 2010, 2011 y 2012

 

¿Qué piensas hacer?

– ¡Feliz entrada de año, Antoñín!

¡Y dale!

– ¿Ya sabes qué vas a hacer? ¡Que mañana descansas!

Descanso. ¿Sabrían ellos? En puridad, tenían razón. Descansaba. Como esos otros dos infaustos días del año. Uno, justo la semana anterior. Y el otro, el Sábado Santo.

Era lo que tenía ser vendedor de prensa, lo que horrorizaba a la mayoría y lo que a él, sin embargo, le encantaba: que había periódicos todos los días del año y que, por tanto, había que abrir. Todos los días… menos tres.

– ¿Qué piensas hacer mañana, Antoñín?

Pues fastidiarse. ¿Qué iba a hacer? Sin nadie con quién comentar los titulares del Marca o el Sport; sin Luis metiéndole caña al alcalde por cualquier cosa que publicaran las portadas de IDEAL o Granada Hoy, sin María Luisa, que siempre se llevaba tres periódicos para la barra de su cafetería, aunque muchas veces no tuviera tiempo ni de hojearlos.

¡O el viejo Marcos, con su obsesión por los regalos, los cupones, las cartillas y las promociones! Y los dos o tres adictos a los coleccionables, que disfrutaban de cada entrega semanal de los dedales del mundo, las miniaturas de coches o las pulseras étnicas como si de los partidos del Real Madrid o el Barça de tratara.

Y estaban esos otros, los jubilados, prejubilados y parados que, con vergüenza, hojeaban los periódicos a toda velocidad, como disimulando. Aunque algunos eran unos auténticos tacaños, la mayoría, bien lo sabía Antoñín, no podían permitirse comprar la prensa a diario. Hasta ahí había llegado la crisis. Hasta los quioscos. De hecho, unos meses antes había tantas cabeceras que apenas le cabían en el expositor. Luego llegaron los gratuitos, un tema del que prefería no hablar, que le hervía la sangre. Y, después, la debacle: cierres, despidos… ¡Cómo le dolió lo de La Opinión, de un día para otro!

La cosa se había puesto tan mal que había padres que, al pasar junto al quiosco, obligaban a los niños a acelerar el paso, no fueran a pedirle alguna revista o tebeo.

Así pasaba sus días, Antoñín. Entre los unos y los otros. Entre los de izquierdas y los de derechas. Helado unas veces, cocido otras; lidiando con los críticos y los partidarios de Wert, de Mas, de Mou y de Guardiola. ¡Menos mal, eso sí, que estaba el Granada en Primera!

La de discusiones que, gracias al equipo rojiblanco, había conseguido desviar Antoñín, cuando algunos de los habituales se tensaban demasiado. ¡Ay, esos clientes! Unos días con más prisa, otros con más calma; lloviera o cayeran los cuarenta grados de agosto… ¡hasta nevando, se paraban a pegar la hebra!

– ¡Un día que no madrugas, Antoñín! ¿Qué has planeado hacer?

Viudo, sin hijos y con su hermano emigrado a Inglaterra por la crisis… ¿qué iba a hacer? ¡Pues esperar a que amaneciera el 2 de enero para, por fin, poder hablar del coñazo de la Toma y, sobre todo, comentar las campanadas con la que, sin duda, era su familia! Su gran familia.

Este Cuento de Navidad, publicado en IDEAL y reciclado como Cuento de Año Nuevo, está dedicado a nuestros queridos quiosqueros, una de las primeras personas que, cada mañana, nos da los buenos días.

¡Gracias, Pepe, Juan, Paquito, Francis y todos los demás!

Jesús Lens

A ver, ¿cómo empezamos el año, en 2009, 2010, 2011 y 2012?

¡Apadrina un libro!

¿Qué te parece? Si, cuando la leas, te gusta la idea, escríbeme: jesus.lens@gmail.com

Esta podría ser o podría no ser la portada de ese libro en el que he estado trabajando el último año. ¿Te gusta?

Ojo. El libro todavía no existe. Ni está terminado. Esta Navidad vamos a rematarlo. Pero sí es un anticipo, el prólogo, la declaración de intenciones, la idea. El concepto, o sea.

¿Cómo lo ves?

19 páginas, muy bien editadas y maquetadas por mi amigo, socio y cómplice, José Manuel Vargas. Con varias imágenes e ilustraciones. Y el Garabato “Una Ventana Africana”, de mi querido Colin Bertholet.

Junto a ello, otra novedad.

¿A qué mola?

Este logo para Café-Bar Cinema lo diseñó, también, Colin Bertholet. Y el cuento… bueno. Está feo que yo lo diga, pero es un cuento muy chulo que me reportó quedar entre los finalistas de un concurso internacional de Relatos. Aquellos de Cerveza Ficción de los que hablamos hace unos meses.

Un cuento de trece páginas, compuesto por cuatro capítulos, todo él basado en cafés, bares, encuentros… y una sorpresa final. Un cuento que hemos ilustrado con las maravillosas fotografías del famoso Robert Doisneau.

Y os pongo en antecedentes de todo esto porque hemos hecho una única tirada de Cuadernillos, con ambas historias, que nunca más se volverá a hacer.

Reconozco que, lo que me pide el cuerpo, es regalarlos.

Pero este año no están las cosas como para tirar cohetes, que las ventas de libros son bajas; las presentaciones, las cañas y las tapillas cada vez cuestan más… ¡y queremos publicar en 2013 ese nuevo libro, para tener ocasión de volver a vernos en presentaciones, On the roads y encuentros varios!

Por todo ello, los Cuadernillos están en venta.

1 ejemplar x 3 euros.

3 ejemplares x 5 euros.

5 ejemplares x 10 euros.

Con la promesa de que, cuando salga el libro de África, en el primer trimestre del 2013, con mi querida editorial Almed, como siempre; a quién se haya llevado este Cuadernillo, le haremos un notable descuento en la adquisición de su ejemplar.

Y si todavía no tienes alguno de mis libros anteriores; “Café-Bar Cinema” o “Hasta donde el cine nos lleve”, dímelo. Te haré una oferta que no podrás rechazar y te harás con esta rareza que hoy presentamos de totalmente gratis.

La gente de Alcalá la Real ya tiene algunos. Y algunos compañeros de la peña de baloncesto. Y por Salobreña, ya rulan. Y alguno se ha visto por el Cubo.

¿Alguien que ya lo tenga, que diga qué le parece el Cuadernillo?

Venga va. Anímate. No es mucho dinero y así contribuimos a dinamizar esto de la edición, los libros, las imprentas y la cultura.

¡Gracias!

Jesús marketiniano Lens