The Terror

El género histórico que más me gusta es el que funciona en un plano doble y, además de contarnos lo que ocurre en el pasado, nos sirve para interpretar el presente, dándonos claves y pistas que nos permitan conectar flujos del tiempo.

Tomemos como ejemplo la serie “The Terror”, una de las mejores que hay ahora mismo en las plataformas digitales. Basada en hechos reales y partiendo de una popular novela de Dan Simmons, cuenta la historia de dos barcos de exploración polar ingleses que, en su búsqueda del Paso del Noroeste, quedaron atrapados por los hielos árticos allá por 1845.

Como aquellas expediciones se sabía cuándo comenzaban, pero era imposible de prever cuando terminarían, los barcos llevaban comida para tres años, entre otros adelantos y comodidades. Pero hubo un problema: la Armada, para “ahorrar”, aceptó la oferta más baja en la contratación del suministro alimenticio y las latas de carne resultaron estar defectuosas, mal selladas y con restos de plomo, lo que hizo enfermar -y a la postre, morir- a muchos de los expedicionarios.

Y luego está ese tipo insidioso y malmetedor que se pasa todo el tiempo conspirando y poniendo a una parte de la tripulación en contra de la otra. Un sujeto que no duda en hacerse castigar para conseguir el favor de los más cándidos e impresionables; en mentir para ganarse a los más crédulos y en prometer prebendas y tesoros, para asegurarse en concurso de los más codiciosos.

Un individuo rastrero y manipulador, sin escrúpulos ni moral, que aprovecha las debilidades del sistema para tratar de dinamitarlo y volatilizarlo, caiga quien caiga y cueste lo que cueste. Y todo ello, por la consecución de una quimera absurda y en busca del propio beneficio, exclusivamente.

Un iluminado con dotes de orador que sabe meterse a la gente en el bolsillo y que no tiene empacho en mentir y tergiversar la verdad, con el único fin de salirse con la suya.

Corrupción, amaños de concursos públicos, contaminación, delirios de grandeza, racismo, tradición paralizante, errores monumentales, mentiras y manipulación. De todo ello hay, entre otras muchas cosas, en “The Terror”. Ojo, hay personajes que encarnan valores positivos, lógicamente. Que no todo va a ser tan crudo y descarnado. Pero no me digan que, a medida que leían, no le iban poniendo nombres y apellidos de personas cercanas a las situaciones planteadas.

Jesús Lens

En blanco, otra vez

La noche del martes la pasé prácticamente en blanco, sin pegar ojo por unas molestias físicas muy incómodas. La mañana de ayer fue, pues, fatigosa; así que nada más llegar a casa, traté de echar una siesta reparadora que me permitiera estar descansado y lúcido para escribir esta columna. Pero el sueño no llegó, enganchado a la lectura del “Hyperion”, una deuda contraída con mi hermano desde hace tiempo.

La hora de entrega se me echaba encima y la blancura de la pantalla del portátil resaltaba el título del documento en que no había empezado a trabajar: “En blanco”.

 

Siguiendo los consejos de SOY, mi Robot, acudí a San Google, tecleé “¿De qué escribo hoy?” y el programa me vomitó una respuesta de lo más inquietante: “Puedo escribir los versos más tristes esta noche”. Entenderán ustedes el terror que me invadió en ese momento: era una referencia a Neruda, pero yo la sentí como una invasión de mi intimidad. ¡Nos espían! Vive Dios que nos espían y que saben hasta cuándo tenemos un maldito insomnio…

Pensé en escribir sobre el programa doble de cine que me marqué el lunes: “Dunkerque” y “Su mejor historia”, experiencia que les recomiendo vivamente, dado que son cuatro horas extraordinarias de cine en que, de forma radicalmente diferente, los directores de ambas películas reflexionan sobre un mismo episodio de la II Guerra Mundial. Pero aún no sé cómo fusionar ambas historias, así que lo dejo para mañana.

Miro la web de IDEAL. Y ahí está Juana Rivas, que no ha entregado a sus hijos a su antigua pareja, condenado por maltrato y residente en Italia. Es complicado opinar sobre temas basados en sentencias judiciales que no hemos leído. Tripas y corazón nos llevan a alinearnos incondicionalmente con esa madre, pero la lógica exige prudencia. Mucha prudencia.

¿Y de lo de Rajoy? ¿Qué les voy a decir de Rajoy que no esté ya dicho, más allá de que, a pesar de su apellido, no rajó nada de nada, como estaba previsto y descontado?

 

Y fue entre estas cuitas que pasó la tarde…

 

Jesús Lens